La Palma de Oro que se entregó hace unos meses en Cannes tuvo un destinatario sorpresivo: 'Yo, Daniel Blake', de Ken Loach. Y no lo digo porque el veterano director británico no se lo mereciera; de hecho, en 2006 ya había ganado el máximo galardón de Cannes con 'El viento que acaricia el prado'. Lo sorprendente es que su película no solo no estaba entre las favoritas, sino que casi no se rueda.
Y es que Loach había anunciado su intención de retirarse en el 2014 tras dirigir 'El salón de Jimmy' (Jimmy’s hall), una cinta basada en hechos reales que solo ahora llega a nuestras pantallas.
La trama transcurre en los años 1930 en Irlanda, a donde Jimmy Gralton regresa tras un exilio voluntario. La llegada del protagonista genera resistencia en las autoridades, que desconfían de sus ideas comunistas, y alborozo en centenares de personas que esperan que vuelva a abrir su famoso Salón, un enclave de las ideas liberales.
El salón de Jimmy es una muestra de que se puede hacer buen cine sin aspavientos. Aunque la cinta tiene una trama predecible, y adolece por momentos de cierto tonito de pedagogía política propio del cine de Loach, el conjunto de sus elementos funciona muy bien.
Las estupendas actuaciones hacen honor a la tradición del cine británico y la puesta en escena es de primera, con una fotografía y una ambientación deslumbrantes.
Es cierto que 'El salón de Jimmy' llega un poco tarde a nuestras salas, aprovechando la ola publicitaria del triunfo de Loach en Cannes, pero la cinta tiene un gran valor en sí misma y no solo como aperitivo de 'Yo, Daniel Blake'.
MAURICIO REINA
Crítico de cine