Hace cuatro meses, Mayra Torres* decidió alejarse de su madre y su pequeña hija, quienes viven en Caracas (Venezuela), para salir en búsqueda de una oportunidad laboral en Cúcuta.
La difícil situación de su país y las necesidades que atravesaba su familia aceleraron la decisión de esta mujer, una manicurista de 32 años, que consiguió en poco tiempo abrirse un pequeño espacio en un salón de belleza de esa capital.
Aunque señala que el costo de vida en Colombia es alto, ha logrado con su empleo conseguir suficiente para su sustento y el de quienes dejó en su país. (Lea también: Cúcuta, ante el desafío de atender llegadas masivas de venezolanos)
“Estoy muy agradecida con los colombianos porque ¿cómo es posible que yo siendo venezolana esté mejor aquí que en mi misma Venezuela?”, relató.
Sin embargo, con esa misma suerte no ha corrido la venezolana Claudia Pérez*, madre de dos niños, quien lleva nueve meses tratando de conseguir un trabajo medianamente bueno en esa misma ciudad.
La crisis económica que enfrentaba su hogar la obligó a aventurarse en un destino que le era completamente desconocido.
“Mi caso, creo, es muy similar al de la mayoría de venezolanos que estamos aquí, que llegamos en búsqueda de una oportunidad, de algo mejor”, expresó la mujer.
Entre tanto, añade, esa búsqueda se ha visto truncada especialmente por la falta de documentos que le permitan normalizar su estadía en Colombia.
Aunque siempre estuvo dedicada al negocio de las ventas, en medio de su necesidad ha accedido a trabajar en cosas que no pensaba. “He trabajado en casas de familia por 10.000 pesos diarios. De ahí saco mis gastos y lo de enviarles a mis hijos. Es un sacrificio muy grande”, dijo Pérez. (Además: Migración Colombia endurece operativos en frontera con Venezuela)
Aunque Torres haya logrado algo de la estabilidad que busca Pérez, ambas mujeres comparten el mismo temor a la deportación y rezan a diario para que los controles de Migración Colombia, que arreciaron desde febrero en medio del cierre fronterizo, no se topen con ellas.
Por el momento, mantienen la esperanza de que las cosas en su nación cambien para así poder retornar. “Si hay la oportunidad de que uno pueda trabajar allá otra vez, me devuelvo. No hay como estar en lo de uno, pero hay que esperar porque si Venezuela sigue igual, tocará seguir aquí”, manifestó Pérez.
CÚCUTA
* Nombres cambiados