Cuando un 5 de julio hace 20 años nació Dolly, la oveja clonada, muchos saludaron la toma de control del ser humano sobre el ADN como anticipo de futuros avances, por ejemplo en materia de trasplante de órganos. Otros en cambio temblaron ante el advenimiento de un mundo hecho de seres idénticos.
Nada de eso ocurrió. La clonación humana, un proceso complejo, riesgoso y éticamente cuestionable, fue reemplazado por otras tecnologías como fuente de la medicina regenerativa.
Dolly, la oveja más famosa del mundo, fue el primer mamífero clonado mediante una técnica denominada Transferencia Nuclear de Células Somáticas (TNCS). Logró vivir seis años, pero un envejecimiento prematuro llevó a sacrificarla.
La clonación puede no haber hallado aplicación directa en medicina, sin embargo impulsó el desarrollo de otras tecnologías, como la de células madre pluripotentes inducidas. Consiste en desarrollar células especializadas haciendo que remonten a niveles de desarrollo anterior, lo cual permite prescindir de recurrir a embriones.
Esa técnica, recompensada con un Nobel, ha centrado la atención de la medicina regenerativa, aunque no está del todo establecido que las células resultantes funcionen igual que las células madre obtenidas con embriones.
“El nacimiento de Dolly demostró que las células especializadas podían ser utilizadas para crear una copia exacta del animal del que provenían. Ese conocimiento cambió aquello que los científicos pensaban que era posible y abrió muchas posibilidades en biología y medicina”, señaló el Instituto Roslin.
AGENCIAS