¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Cese del fuego y los 25 años de la Constitución

Finalizada la firma del texto, hubo aplausos, lágrimas y la frase que se acuñó para el momento.

Héctor Pineda
 El “cese del fuego” acordado entre el Gobierno y las Farc en semanas pasadas me cogió en un estado gripal de padre y señor mío. Fiebre alta, dolor de huesos, sudoración, tos seca, cefalea con palpitaciones a lado y lado de la cabeza. Fue, seguramente, más que un resfriado de esos que se pescan con los repentinos cambios climáticos en la capital de la República.
Esa mañana salí para asistir a la audiencia pública que había convocado un grupo de congresistas, embutido en un abrigo térmico y una bufanda de lana enrollada en el cuello. Sentado en el gélido recinto del Salón Elíptico del Congreso, en medio del sopor de los analgésicos para aliviar el malestar de la constipación, recordé que el 4 de julio de hace 25 años, en ese mismo escenario, se promulgó la Constitución Política de Colombia.
La sesión solemne se inició con la interpretación de El Mesías de Händel mientras se realizaba el llamado a lista y la firma del texto original de la Carta Política. Finalizada la firma del texto, la troica presidencial de la Asamblea Nacional Constituyente (Antonio Navarro, Álvaro Gómez y Horacio Serpa), en coro, promulgaron la Carta Magna. Hubo aplausos, lágrimas y la frase que se acuñó para el momento: “Bienvenidos al futuro”. Desde ese día, el futuro, se me antoja, no cambió mucho el pasado. Como dijo aquel poeta sobre la Constitución de 1886: “Una Constitución para ángeles”.
Culminada la audiencia, se nos invitó a dirigirnos a la 7.ª con Jiménez, lugar donde el 9 de abril de 1948 asesinaron al ex alcalde de Bogotá Jorge Eliécer Gaitán. La conspiración oligárquica de conservadores y liberales anticomunistas, con precisión milimétrica, habían logrado coronar el propósito de detener la carrera presidencial del líder popular. La indignación prendió a Bogotá. Empresarios interesados en la importación de buses promovieron la incineración de los troles eléctricos. Desde esos tiempos, además de la inauguración de un nuevo ciclo de violencia, dimensionado a conflicto interno con el bombardeo a Marquetalia, El Pato y El Guayabero, puntos de la geografía donde se originó la guerrilla de las Farc, también a los bogotanos nos sometieron a la violencia de un sistema de movilidad urbana contaminante e indigno. De la movilidad eléctrica quedó el testimonio de trozos de rieles de hierro, enmarcados en el tramo de la 7.ª peatonal inaugurada por el exalcalde Petro.
Las imágenes llegaban intermitentes a la pantalla de televisión (alguien comentó que sería bueno extender la fibra óptica hasta La Habana). El clima se comportó caprichoso: minutos de lluvia, seguidos de un rocío gélido y punzante, terminaban en un sol quemante de páramo. Recordé las caminatas por los chuquiales del Sumapaz, rumbo a Casa Verde, lugar donde nos encontraríamos con ‘Jacobo Arenas’, ‘Alfonso Cano’, ‘Raúl Reyes’ y ‘Manuel Marulanda’.
En el Rincón de los Viejos Alegres, en el campamento levantado en el cañón del río Duda, con Carlos Pizarro, hablamos de paz. No fue posible acordar una conversación conjunta. Para las Farc, “las uvas estaban verdes”. Hoy, a las puertas del primer cuarto de siglo de estar vigente la Constitución y de realizar la Constituyente, a la cual se negaron a concurrir (a diferencia del EPL, el Quintín Lame y el PRT), en la esquina donde se le escapó la vida a Gaitán por los orificios de las balas asesinas de la conspiración anticomunista, escuché la declaración de “cese del fuego que debe conducir al final de la guerra”. La lluvia arreció. “¡Que cese el fuego!”. Entonces nadie escuchó, el holocausto estaba decidido.
Héctor Pineda
Constituyente 1991
Héctor Pineda
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO