Un sitio en la web para mercar en las montañas de Antioquia
Medellín. Las palmas de las manos callosas de Félix Ortiz dan cuenta del amor que tiene por el trabajo de la tierra.
El campesino lleva 59 de sus 63 años sembrando legumbres. Cada día recorre hasta diez veces las tres cuadras de los cultivos de su finca, ubicada en la vereda El Salado del corregimiento San Antonio de Prado, en Medellín (Colombia). Carga al hombro un balde grande y se arrodilla para recoger las verduras más frescas. Lleva puesto un sombrero, camisa azul oscura, pantalón café y botas que resaltan entre el verde de lechugas, arvejas, brócolis, apios y espinacas.
Él no riega ni fumiga las plantas, para que duren más tiempo. Tampoco pierde su cosecha ni madruga dos veces a la semana a la una de la mañana para ir hasta la ciudad a ofrecer sus productos en mercados mayoristas, donde le pagan muy poco. Sus tomates, pimentones, remolachas, papas, zanahorias, cebollas, y todo lo que cultiva, se venden por internet a través del portal siembraviva.com, que ofrece productos orgánicos y los lleva a domicilio a cualquier barrio de Medellín.
A Félix y a otros 11 agricultores de Antioquia la vida les cambió con esta plataforma digital, que no se limita a vender sino que dignifica la labor de los campesinos, les brinda mejores ingresos y condiciones, los capacita para sembrar productos ciento por ciento orgánicos, y además les ofrece tecnología para evitar que sus cosechas se pierdan por causa del mal clima o las plagas.
Siembra Viva nació en septiembre del 2013. Diego Benítez, su creador, un administrador de empresas con maestría en Negocios Internacionales en Francia, decidió renunciar a un alto cargo en Bancolombia, una de las principales empresas del sector financiero en el país, para iniciar su propio negocio y ayudar a los agricultores.
Benítez explica que asisten a los cultivadores desde el proceso de la siembra hasta la venta. En las tierras de cada productor, por ejemplo, instalan túneles cubiertos con láminas de plástico que protegen las plantas del mal clima, y ponen tanques con peces para que la materia fecal de esos animales se convierta en nutrientes de las plantas, por lo que no necesitan químicos.
Además, la empresa les entrega tabletas a los campesinos. “Dependiendo de la demanda, por ese medio les decimos qué deben sembrar. Ellos también reportan enfermedades de las plantas y tienen asesoría en línea, y si es necesario, visita de agrónomos”, cuenta.
Cultivando el futuro
Otro de los beneficios de la plataforma es que simplifica la cadena de suministro agrícola, que normalmente pasa por cuatro participantes antes de llegar al consumidor final (agricultor, transportador, mayorista y supermercado), razón por la cual las ganancias que reciben los cultivadores son menores.
El empresario explica que la entidad también les entrega a los productores plántulas, los capacita y les garantiza la compra, así como precios justos.
“Ellos disponen de su tierra y su tiempo, el resto lo ponemos nosotros. Pueden pensar en el futuro porque tienen ingresos estables”, resalta.
Para Félix, lo más importante es el valor que les dan a los campesinos y a sus cultivos. Ahora le queda más tiempo y dinero. Disfruta de su trabajo porque siembra distintas clases de tomates, cebollas y lechugas que incluso no conocía.
También siente que mejoró su calidad de vida. Describe que antes tenía que fumigar sus cultivos con químicos perjudiciales para la salud y que ahora se alimenta mejor porque consume todo lo que siembra.
Relata que muchas veces madrugaba y el mayorista le ofrecía 900 pesos por cada kilo de papas y, después de un viaje de casi dos horas, no podía decir que no.
“Siembra Viva da precios mejores, me paga casi un 30 por ciento más y me evito el trabajo de ir hasta la ciudad”, describe.
La empresa digital le recoge a Félix sus productos dos veces a la semana en su finca y se encarga de toda la logística, de recibir los pedidos por internet, empacarlos y repartirlos puerta a puerta.
Los clientes compran de forma virtual, escogen los productos con solo un clic y pagan con tarjeta de crédito, débito o en efectivo.
En dos años, la empresa ha atendido a más de 2.700 personas y tiene un crecimiento en ventas semestral del 25 por ciento.
“Mi mejor pago es ver a los campesinos felices, sin estrés y cultivando con amor. Su mayor dolor de cabeza es conseguir un transporte para ir hasta la ciudad a vender sus productos; a muchos incluso no les alcanzaba para los pasajes”, concluye Diego.
Mientras tanto, Félix, quien empezó a cultivar con su padre desde los 4 años, dice que las nuevas generaciones no quieren trabajar la tierra, pero que eso podría cambiar con iniciativas como Siembra Viva.
Deicy Johana Pareja M.
Corresponsal de EL TIEMPO