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Una incógnita para la paz llamada Eln

Diálogos están paralizados. Advierten riesgo de que 'elenos' se beneficien del acuerdo con las Farc.

EL TIEMPO
A tres días del anuncio más importante en la historia del conflicto armado en Colombia –el acuerdo de ponerle fin a la guerra entre el Gobierno y las Farc–, el Eln, la segunda guerrilla más grande del país, no hace aún ningún pronunciamiento público.
Ese silencio retrata la incertidumbre que existe hoy sobre el camino que tomarán los ‘elenos’ en un momento clave para todos los colombianos: ¿seguirán en la violencia o se montarán en el tren de la paz en el que las Farc ya compraron un tiquete sin regreso?
Aunque a finales de marzo el Gobierno y los jefes ‘elenos’ anunciaron en Venezuela la fase pública de las conversaciones de paz, lo cierto es que ese proceso está congelado. Entre otras razones porque la guerrilla se niega, en contravía con las exigencias del país, a liberar a todos los secuestrados y cesar esa práctica criminal. En este momento, según las autoridades, hay 7 personas secuestradas por el Eln, y decenas de desaparecidos en cautiverio.
Desde noviembre de 2012, tras el inicio de los diálogos de paz con las Farc, se registró un escalamiento de las acciones violentas del Eln. El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) registró 180 actos violentos en el 2014, el triple de la cifra del 2012. Estadísticas de la Fiscalía señalan que la violencia asociada a las Farc se redujo en 92 por ciento durante el cese del fuego unilateral de esa guerrilla, mientras que los ‘elenos’ intensificaron sus acciones contra la infraestructura, la Fuerza Pública y la población civil.
Este viernes, un grupo de académicos e intelectuales envió al Coce (Comando Central) una carta abierta en la que afirman que esta es una “oportunidad inmejorable para que el Eln sea otro protagonista de la paz”. Añaden que a pesar de las dificultades, están dadas las condiciones para avanzar: “Se ha generado ya un espacio inédito para que los colombianos busquemos y concretemos una paz plena. Y esa paz necesita el concurso del Eln”.
Sin embargo, analistas consultados por este diario advierten sobre el alto riesgo de que los jefes de esa guerrilla insistan en la guerra. María Victoria, de la Fundación Ideas para la Paz, afirma que “en ningún momento han demostrado querer el diálogo” y, más grave aún, “podrían estar pensando en ocupar los espacios que dejen las Farc”.
Evitarlo es uno de los retos inmediatos para el Estado. La Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia (Mapp-OEA) advirtió en su más reciente informe del reacomodamiento de los grupos ilegales en las regiones, y la infiltración del Eln en las recientes protestas indígenas del Cauca, zona de influencia de las Farc, es prueba de ello.
Un informe de la Fiscalía revelado por EL TIEMPO en febrero pasado ya advertía de esos movimientos en las regiones, tendientes a quedarse con el control de negocios de narcotráfico, minería ilegal y extorsión: “Los vacíos de poder que está dejando la inactividad de las Farc, así como la expectativa de la desmovilización, están siendo aprovechados por organizaciones criminales, además del Eln y el Epl”, decía.
El general Manuel Bonnet, excomandante de las Fuerzas Militares, dice que la crítica situación de Venezuela y la influencia del gobierno de Nicolás Maduro sobre el Eln también juegan en contra de la paz.
En territorio del vecino país está refugiado hace más de cinco años, sin ningún tipo de presión de las autoridades locales, Gustavo Aníbal Quinchía, alias Pablito. Él es el jefe de los frentes que operan en Arauca, Casanare y Boyacá y es considerado el líder más reacio a negociar.
Ahora bien, apartarse de la paz que ya está encarrilada con las Farc no es necesariamente un ‘gana-gana’ para los ‘elenos’. Esto porque todo el aparato militar del Estado va a estar enfocado en combatir a los dos mayores generadores de violencia que siguen activos en el país, que no son otros que los guerrilleros de ‘Gabino’ y las bandas criminales.
Minimizar las posibilidades de que el Eln (y las mismas bandas) copen los espacios dejados por las Farc o atraigan a los frentes que eventualmente decidan mantenerse en la ilegalidad será clave para la configuración del posconflicto.
Tiempo de negociar
Incluso si se negocia la paz, difícilmente el Eln podría lograr puntos diferentes a los ya acordados entre el Gobierno y las Farc.
El Marco Jurídico para la Paz está diseñado para las Farc y para cualquier guerrilla que firme un acuerdo con el Gobierno. Cada día que avanza el proceso con las Farc, el Eln pierde espacio para incluir sus propuestas en la agenda de paz, que aún está pendiente de la definición de varios temas que irán al Congreso si se impone el sí en el plebiscito.
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