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Palomino, un paraíso escondido y el destino de moda en Colombia

Este corregimiento de La Guajira, cerca de Santa Marta, goza de todas las bondades de la naturaleza.

EFE
Palomino esconde un paraíso con playas de fina arena blanca, cálidas aguas azules y vegetación frondosa, que la han convertido en refugio para el descanso de extranjeros y en un destino promisorio del turismo colombiano.
Este corregimiento de Dibulla, el más occidental de los municipios del departamento de La Guajira, surgió como un imán para el turismo hace menos de 15 años y desde entonces no para de recibir visitantes, en su mayoría extranjeros. Básicamente, viajeros jóvenes que buscan destinos vírgenes, ajenos al turismo masivo.
Se puede llegar desde Santa Marta (78 kilómetros) o desde Riohacha (73 kilómetros), por la troncal del Caribe. El acceso se hace por una estrecha carretera de tierra que parte de la mencionada vía y se adentra unos 500 metros, flanqueada por posadas y hostales de todo tipo que ofrecen, en español e inglés, servicios de hospedaje, alimentación, telefonía móvil, internet inalámbrico y hasta lavandería. En el lugar se consiguen desde hostales donde se paga desde 20.000 pesos la noche por persona hasta elegantes cabañas con acceso a la playa.
Al final de la estrecha ruta, el visitante se encuentra de frente con la inmensidad azul del mar Caribe y con la playa Las Marías, donde puede descansar bajo los árboles o a los pies de las palmeras, mientras se refresca con una cerveza o una piña colada. También, gozar de las aguas cálidas caribeñas. Sin embargo, hay épocas del año en las que el oleaje es muy fuerte y los bañistas no pueden ingresar al mar. Hay que estar atentos.
Si el deseo es de agua dulce, está el río Palomino, que en sus aguas cristalinas permite hacer recorridos a bordo de flotadores cuando se aproxima a su desembocadura en el mar. Es un plan relajado en el que se puede contemplar todo el patrimonio natural que caracteriza a esta región colombiana.
“En Palomino tenemos muy cerca del mar la Sierra Nevada de Santa Marta, que da una biodiversidad muy valiosa y un microclima muy agradable”, dijo la secretaria de Turismo de La Guajira, Victoria Ariza Hinojosa.
Turismo y paz
El surgimiento de este paraíso natural fue posible cuando los grupos armados ilegales, que durante décadas dominaron la región –especialmente los paramilitares–, empezaron a desmovilizarse gracias a un acuerdo con el Gobierno, proceso que concluyó en el 2006.
“En Palomino se está viviendo hoy un verdadero posconflicto. Esta fue una tierra bastante complicada, un periodo que ojalá no regrese. Hoy gozamos de mucha seguridad y tranquilidad”, dijo el alcalde de Dibulla, Bienvenido García.
“Esto es hermoso, la verdad es que es un paraíso”, cuenta el argentino Víctor Galarrada, quien, con su amigo Diego Cota, vino de vacaciones a una de las posadas de Palomino.
“El agua en Argentina es muy fría, muy marrón; aquí es otra cosa, es cálida, azul”, anota Cota.
Las maravillas naturales de Palomino son, según Ariza Hinojosa, solo una de las muchas que tiene esta región en el extremo norte de Colombia.
Tenemos desierto, tenemos cinco etnias vivas –las cuatro de la Sierra Nevada (kogui, arhuaca, kankuamo y wiwa) y la wayú–, tenemos montañas, ríos, mar, la serranía del Perijá y un maravilloso bosque nublado enano en la mitad del desierto, que es la serranía de la Macuira, un parque natural”, añadió.
Otros destinos cercanos
Quienes visiten Palomino pueden conocer otros atractivos de esta región, tanto de La Guajira como de Magdalena. A 33 kilómetros, en la vía hacia Santa Marta, se llega al Parque Nacional Natural Tayrona, dueño de varias de las mejores playas del país. Y también vale la pena visitar Santa Marta, una ciudad cuyo centro histórico se ha remodelado en los últimos años. La Marina Internacional, las playas de El Rodadero y el Acuario son otros atractivos de la capital del Magdalena. En La Guajira hay que ir al Cabo de la Vela, a las dunas de Taroa y a Punta Gallinas.
EFE
EFE
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