Esta semana se conocieron mensajes muy desagradables por las redes sociales deseando que Gina Parody, por su tendencia sexual, hubiera estado en la masacre de Orlando. ¿Eso duele?
Gina Parody: Me tocó releer y releer, releer y releer, para ver si era cierto. Inmediatamente se lo mandé a Cecilia. Y Cecilia reaccionó.
Cecilia Álvarez: Inclusive mi familia llorando llamó, me dijeron que cuidara a Gina. Y los papás de Gina también. Entonces por eso yo puse ese tuit diciendo que mientras él deseaba la muerte de estas dos personas, yo rezaba por su vida.
GP: A la pregunta de si duele, pues duele mucho, pero a mí me duele más que sufra la gente que me quiere, porque al final la homofobia está en Colombia, está en todas partes. Y eso lo hace a uno fuerte. (Además: El trino que indignó y puso a pensar al país qué tan tolerantes somos)
Pero estas agresiones contra ustedes surgen porque la matanza de Orlando ocurrió en una discoteca gay y el asesino probablemente también lo era…
GP: Hay un dicho que dice que no hay nadie más homosexual que el homofóbico. Y en algunos casos puede tener razón en que ‘salir del clóset’ es muy difícil.
Hay procesos de odios a sí mismo, de vergüenza, de rechazo de la persona hacia ella misma. Y eso lo puede volver homofóbico. Entonces son procesos muy difíciles en los que se necesita no solo valentía, sino apoyo y mucho acompañamiento, porque, entre comillas ‘lo normal’, pues en realidad no es lo normal; hay una gran diversidad en todo el mundo que son distintas normalidades.
¿Hay mucha homofobia en Colombia?
GP: Yo creo que mucha. Pero, dependiendo del contexto en el que uno se mueva, se hace fuerte o no. El hecho de que mi mamá y mi papá sean muy solidarios desde que supimos que yo era gay, pues eso le devuelve a uno la tranquilidad y la honra. Tener a mi papá y a mi mamá ahí apoyándome ha sido lo máximo en mi vida. Soy una persona honesta, tranquila, disciplinada, es decir, ser gay no me hace ni más ni menos. Pero claro, mis papás sí sufren mucho más. Es decir, la fortaleza que ellos me han dado, yo siento que ellos no la tienen. (Lea: Privilegian la tesis del 'lobo solitario' en ataque de Orlando)
Y en su caso, Cecilia…
En mi caso ha sido una transformación. Yo debo decir que cuando descubrí que era gay tuve mucho miedo, por el rechazo, pero Gina me enseñó a afrontarlo. Fue darle las gracias a ella, a su familia y a la mía, y reconocer lo que soy, no negarlo. Y a partir de ahí nadie puede decir nada, nadie puede chantajear. Porque el chantaje es parte de esa estrategia para que a uno le dé miedo. Aceptándome como soy, mi vida se transformó.
En una entrevista me preguntaron ya como ministra que si yo era gay, y dije que sí. ¿Por qué? Creo que tenía la obligación de decir la verdad como funcionaria pública. Y ahí tengo que reconocer que algunos medios son muy respetuosos, pero en las redes la ofensa es diaria, diaria. Y lo que siempre nos señalan es el apelativo de que porque somos lesbianas nos vamos a morir. Inclusive hace unos días tuve un comentario de un cura que me dijo en Instagram que me iba a condenar porque Dios nunca me lo iba a perdonar.
GP: Pero también hay curas superamigos de la diversidad, digamos… Yo me acuerdo de que cuando yo le conté a mi mamá yo estaba triste. ‘¿Qué te pasa?’, me preguntó. ‘No, es que estoy triste por un amor’, le respondí. Entonces ella me recogió, y le conté que era por una mujer. Mi mamá, que es superreligiosa, enseguida me llevó donde un cura; ella entró primero, yo entré después, y entonces el padre me dijo: ‘¿Por qué le duele el corazón?’, ‘Por una mujer’, respondí. Y entonces me dijo: ‘no, la que tiene que venir acá es su mamá (risas), que es la que tiene el problema. A usted eso se le pasa, tranquila’. Y todavía soy superamiga de ese padre porque siento que con él fue que yo realmente asumí mi condición como una cosa supernormal. Y así muchos padres, muchos religiosos y religiosas, en el transcurso de la vida han estado ahí, pendientes.
Cuando una sociedad o la familia rechaza a un niño, o a una niña que es homosexual, entra en unos procesos consigo mismo de odio, de miedo, de inseguridad, de rechazo, que pueden terminar en el suicidio. La tasa de suicidio homosexual es altísima. La drogadicción puede ser tres veces más alta que la de una persona heterosexual. Y sí creo que a Colombia todavía le falta mucha tolerancia. Pero me parece que parte del activismo de Cecilia y mío no necesariamente es salir a una marcha.
Bueno, pero eso lo admiro mucho porque ustedes nunca han utilizado esa condición para hacer política ni han dicho que tienen que tener ventajas para hacer política, ni para ser ministras ni para que les respeten los derechos. Y, sin embargo, ambas fueron ministras con mucho éxito ¡y al tiempo! ¿Cómo ha sido esa convivencia entre ustedes y con sus colegas?
GP: Bueno, yo creo que el Presidente tomó la decisión consciente para mandar un mensaje de tolerancia.
CA: Al Presidente, un agradecimiento infinito por el mensaje que le está mandando a la sociedad. Es un hombre liberal. Incluso cuando nombró a Gina y me ofreció a mí el ministerio, le dije, pero yo no puedo estar, porque soy la compañera de Gina. Y me dijo: ‘¿y eso tiene algún impedimento legal?’ (También: Comunidades LGBTI del país marchan para rechazar masacre de Orlando)
GP: Pero además, nosotras hemos hablado de este tema con él. De frente. Y él es bien solidario. Una vez como que iba a haber un ataque contra nosotras por el tema, yo enseguida fui y lo alerté y él me respondió: ‘aquí estamos listos’. Esa es otra forma de ser activista. Que él supiera nuestra condición y poder hablar con él tranquilamente, yo creo que ha sido bien importante para nosotras, para la familia y para el país.
CA: Es que uno no puede decir mentiras. Ni vivir entre una mentira. Yo trabajé muchos años en Bavaria y fui muy agredida. El presidente de la compañía, que era Augusto López, me defendió. Todos los días me llegaban anónimos.
GP: Yo creo que la generación de Ceci fue una generación perseguida. Ahora, las cosas son más abiertas. Bueno, le digo lo de la generación sin ofensa (risas).
CA: No importa, eso es otra cosa.
GP: Pero yo creo que sí fue una generación perseguida. Yo creo que en la mía hay todavía mucha gente que lleva una doble vida por miedo. Y creo que la que sigue la generación de mi sobrina, por ejemplo, es un poco más abierta, pero todavía nos falta mucho, todavía hay mucho miedo, y de verdad que es un proceso bien difícil, la aceptación, y si la sociedad se lo hace a uno más difícil puede llevar a la violencia.
CA: María Isabel, ¿usted, por ejemplo, encuentra alguna diferencia entre nosotras y una pareja heterosexual?
No, ninguna.
CA: Tenemos los valores, que es lo que realmente debe merecer la pena. Las virtudes de una persona, su comportamiento, su responsabilidad. La complicidad nuestra. La honestidad, porque cuántos matrimonios heterosexuales no viven una mentira: el hombre engañando a la mujer y viceversa, y no pasa nada.
¿Cuánto lleva esta relación de pareja?
CA: Nueve años.
GP: Mucho tiempo…
CA: Obviamente, que parecen veinte con Gina (risas), pero hay disciplina, hay comprensión, porque Gina tiene unas jornadas muy largas, se levanta a las cuatro y media, lo despierta a uno para hacer ejercicio. Nuestros compañeros de gabinete también merecen nuestra gratitud. Fueron superrespetuosos y siempre nos invitaron juntas.
GP: O sea, para el círculo donde nosotras nos movemos somos una pareja. Las tarjetas de matrimonio llegan a nombre de Cecilia y Gina. O sea, no hay como ningún rechazo ni ningún misterio. Creo que nosotras hemos sido muy activas, y el día que tenga que salir a un desfile lo haré, pero digo, creo que nosotras tenemos un activismo con nuestra vida, mostrándole a la gente joven que todavía puede ‘estar en el clóset’ que puede llegar hasta donde quiera. Y que no le dé miedo aceptarse como es.
Eso para mí es superimportante. A mí, incluso hay gente que me pide consejos: ‘que mi sobrinita parece que es gay’, y yo le digo, mire, tranquilo, trátela así, es muy importante el apoyo de la familia. Nos hemos convertido en un referente para que la gente acepte ayudar.
CA: Además, esto siempre ha existido. Estaba leyendo que antes del cristianismo era una relación hasta sagrada a veces, la homosexual. Luego llega el cristianismo y hay unos sujetos que empiezan a señalar y estigmatizar, y eso se convierte como en una tendencia. Pero antes del cristianismo era como lo más natural.
¿Se han sentido estigmatizadas por alguien en especial?
GP: Totalmente.
¿En qué?
GP: En que es una persona que tiene una posición casi de odio frente al tema. Le tengo mucho miedo a una persecución política por parte de él o de su gente.
CA: Hay personajes públicos, muy importantes en el país, que creen que la homosexualidad es una avería. Y a mí me duele eso.
Esa frase suena como del expresidente Uribe...
CA: Sí. Y si lo ves, también de sus seguidores. Uno de ellos fue el que precisamente dijo cuando Gina estaba en la campaña a la alcaldía (de Bogotá) que ella tenía una avería. Y queriendo como quise yo a Uribe, me dolía mucho.
¿Uribe les hizo alguna persecución?
GP: No, para nada.
CA: Nunca. Pero el homosexualismo para él no es aceptable.
GP: Pero nunca como el Procurador en eso. Nunca nos persiguió ni nada por el estilo.
¿Hay igual derecho de no aceptar el homosexualismo como de aceptarlo?
CA: Sí, pero sin ofender.
GP: Pues, yo pienso que en una sociedad democrática hay que aceptarlo. Y que hacia allá vamos a llegar.
Pero la sociedad democrática implica también que si a la persona no le gusta la opción, pues no le gusta...
GP: No le gusta, pero no odia. Ni incita al odio. Yo creo que la pluralidad y la diversidad, que son valores democráticos, implican que aceptamos las diferencias.Creo que en una sociedad democrática se tienen que reconocer los derechos distintos. No es una cuestión de tolerancia sino de pluralidad. Es un valor democrático.
¿Se puede llegar a sufrir mucho siendo gay?
GP: Mi mamá sí me dijo eso una vez. Recién le conté, me dijo, vas a sufrir más que todos. Pero vamos para adelante. Por eso es que mi mamá defiende mucho ese espacio mío. Porque desde el principio dijo, aquí va a sufrir. Yo no he sufrido. Me he hecho muy fuerte por ese apoyo.
CA: Tu papá y tu mamá son increíblemente solidarios con nosotras. Yo no tengo papá ni mamá, hace mucho murieron, les hubiera fascinado Gina, pero tengo cinco hermanos vivos, y 45 sobrinos, y todos le dicen tía Gina, todos la aceptan y la admiran.
GP: Toda esta discusión de la paz tiene que ver con esta conversación. En eso consiste la construcción de paz. Colombia tiene que volverse una sociedad que no sea violenta. Aquí nos agredimos porque el otro piensa distinto, porque el otro come distinto, porque el otro mira distinto. Es a gritos o a bala. Y ninguno de los dos es respetuoso del ser humano. Entonces, me parece que en la construcción de la paz en Colombia este tema va a ser vital: reconocerle a un niño, de 20 o de 18 años, usted es distinto, haga su vida como quiera pero dele para adelante.
¿Cómo se construye ese respeto a la diversidad en los colegios? Porque podría confundirse con un aliento a la homosexualidad…
GP: El respeto es el respeto. El respeto no es un aliento. Que yo sea diferente al otro no me hace a mí más que el otro. Ese es un problema de la homofobia, ¿sí? La homofobia en el fondo lo que está diciendo es ‘yo soy más que usted’ por tener una inclinación sexual distinta.
CA: Pero es exactamente lo que pasó con los negros en Estados Unidos y en todas partes. Que era una discriminación total (Gina: y con las mujeres). Fue evolucionando y hoy en día tenemos un presidente negro. Pero fue tremendo. Y fue un proceso de aceptación cultural, además de paz.
GP: Para mí esta es una revolución silenciosa. Yo he oído a la gente refiriéndose a nosotras despectivamente. Una vez oí a un niño de Ser Pilo Paga. ¿Tú de acuerdas de él, el que llevamos a un consejo de ministros? Un pelado espectacular de Bucaramanga. Tiene una enfermedad que lo hace temblar muchísimo, y quiere ser comunicador social. Entonces, él dijo que cuando era chiquito decía ‘se ríen de mí porque soy diferente’ y que cuando creció dijo: ‘No, yo me río de ellos porque ellos son los diferentes’. Estoy blindada de la gente que se refiera despectivamente a nosotras.
CA: No, yo de verdad me siento muy segura. Los amigos siempre nos han respetado, y eso es bien importante.
GP: Siempre vamos a estar listos desde distintos ángulos, a dar un avance frente al tema de derechos, a la pluralidad y diversidad. Cecilia y yo lo hacemos así, de frente al país, sin mentirle, tranquilas, ayudando a la gente.
¿Ustedes están casadas?
CA: Legalmente, no.
GP: Pero deberíamos. Cecilia no ha querido.
CA: Gina me ha propuesto matrimonio, pero yo lo estoy pensando (risas). No, mentiras, es para molestarla.
GP: Yo le propongo, pero ella no me toma en serio.
CA: Vivimos juntas y ya.
GP: Legalmente, en Colombia eso se llama unión marital de hecho. Y tenemos todos los derechos. O sea, yo voy a heredar todo lo de Cecilia (risas).
CA: Y bien administrado, además.
¿Qué falta en Colombia para que una relación como la de ustedes pueda ser absolutamente normal?
GP: Yo creo que ya hay mucho. Ya está la unión, ya está el matrimonio, ya está la adopción. Yo creo que Colombia ha avanzado muchísimo, gracias a la Corte Constitucional. Las cortes constitucionales en el mundo existen precisamente para proteger los derechos de las minorías. Porque en cualquier país la comunidad homosexual es una minoría, pero debe ser respetada. Y eso también le da a uno mucha tranquilidad. Digamos que finalmente vivimos en un Estado de derecho.
¿Han considerado la posibilidad de adoptar un niño?
GP: Estamos en esa discusión.
CA: Pues ahora que tengo más tiempo, porque un niño merece tener a sus padres que se dediquen a él. Las dos de ministras no podíamos, así que hoy día el presidente Santos me dio la oportunidad de pensarlo mucho más al salirme del gabinete. Así que lo estamos pensando. (Aquí: El reto de adoptar un hijo siendo gay)
Pido ser la madrina…
GP: Ah, concedido, concedido.
CA: Nombrada, nombrada.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO