Lo impensado se dio. Cuando se creía que Warriors de Golden State, con la serie a favor 3-1, levantaría su segundo título consecutivo en la NBA, un aguerrido Cavaliers de Cleveland se agrandó, descontó y ayer igualó la serie final después de ganar en su casa 115-101: ¡No habrá séptimo partido, habrá séptimo partidazo!
Con un LeBron James concentrado en jugar y llevar a sus oponentes al límite del contacto, sumado a la magia de Kyrie Irving, Cavaliers dio su segundo recital de forma consecutiva, después de imponerse 112-97 en el quinto juego de la serie. Por su parte, Klay Thompson y Stephen Curry no tuvieron la mano caliente, y la efectividad a la hora de encestar fue muy baja, una de las razones que explican la derrota.
“Fui agresivo. Nos enfrentamos a un gran equipo como es Warriors y no se podían cometer errores. Todavía tenemos cosas que mejorar de aquí al séptimo partido, pero nos da mucho placer ganar en Cleveland y alargar a séptimo partido”, fueron las palabras de James, muy confiado en remontar la historia.
James finalizó el partido con un registro de 41 puntos y junto a Irving terminaron siendo los máximos anotadores de su equipo, que se vio inmensamente apoyado por todo el público que asistió al Quicken Loans Arena, de Cleveland.
El punto bajo para Warriors fue la expulsión de Curry, quien cometió seis faltas. El equipo de Golden State, al igual que su máxima estrella, se vio opaco en el campo. No encontró soluciones y su habitual dinámica a la hora de llevar el balón de un lado al otro se vio condicionada por el gran juego defensivo de Cavaliers.
“No nos equivoquemos, Warriors es el mejor equipo de la temporada. Terminaron con una marca increíble la primera parte del campeonato y estuvieron bien en estos play-offs. Nosotros también lo somos. Tenemos mucho orgullo”, añadió LeBron James.
Sería la primera vez que un equipo levante un 3-1 en contra en una final de la NBA, y eso lo tiene muy claro LeBron. “Las rachas están para ser quebradas. Así que juguemos a ver qué pasa”.
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