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Hillary Clinton, la mujer que hace historia en la política de EE. UU.

Es la primera mujer en alcanzar la candidatura presidencial por un partido mayoritario en ese país.

Para cada niña que sueña en grande: sí, tú puedes ser quien quieras ser –incluso presidenta-. Esta noche es para ti”.
Este fue uno de los primeros mensajes que publicó Hillary Clinton en su cuenta de Twitter tras convertirse, en un
hecho histórico para Estados Unidos, en la primera mujer en ser nominada como candidata presidencial por uno de los mayores partidos políticos de ese país.
Clinton ha labrado desde abajo el camino para que hoy se encuentre nuevamente a las puertas de la Casa Blanca. Esta vez, ya no como una acompañante, ni como la Primera Dama de Bill Clinton, sino como la que podría convertirse en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos.
Sobreviviente a cuatro decenios en la política, Clinton ha enfrentado escándalos de todo tipo. Desde los más personales, como la humillación que significó la infidelidad de su esposo, hasta acusaciones sobre fraude y una más de negligencia por su papel dentro de la crisis que hubo entre Libia y Estados Unidos tras el atentado al consulado americano en Bengasi.
“Puede ser que ella no sea el orador que es el presidente Obama, o el político que busca a los votantes de forma local como su esposo, pero la fortaleza de acero de Hillary Clinton en esta campaña ha inspirado claramente a las mujeres, a los votantes negros y a muchos otros que ven en su perseverancia una especie de espejo de sus propias luchas”, escribió este miércoles sobre Clinton el diario estadounidense The New York Times.
Foto: AFP
Su historia rompe con el ‘techo de cristal’ –como se denomina a la barrera intangible, pero real, que frena a mujeres o a grupos con ciertas categorías raciales para que obtengan cargos de altas posiciones- dentro de la política de ese país, pero también la pone de frente con un contendor nuevo e impredecible: Donald Trump.
El empresario, que en principio fue un candidato sin muchas posibilidades, hoy se perfila como aspirante que, aunque incomoda a su partido y a la escena política mundial, ha logrado llegar a votantes insatisfechos que celebran cada una de sus palabras y propuestas fueras de tono. El verdadero desafío de Clinton es el magnate, quien no ha parado de atacarla en toda la campaña. (Además: ¿Y si los candidatos no fueran ni Donald Trump ni Hillary Clinton?)
Hillary Diane Rodham nació el 26 de octubre de 1947 en Chicago y creció en el apacible vecindario de Park Ridge, en una familia de clase media. Su madre, Dorothy, ha sido el foco de su inspiración y constantemente la recuerda en sus publicaciones en redes sociales y en sus discursos de campaña.
De su padre, Hugh Rodham, un pequeño empresario, dice haber heredado la tenacidad, la ética de trabajo y el miedo permanente a perder. Criada en una familia de credo metodista, también fue de su padre de quien heredó sus convicciones republicanas, que ella mantuvo hasta sus años de universidad.
Hoy toma las banderas demócratas obteniendo los 2.383 delegados necesarios para la nominación en la larga carrera por la presidencia de Estados Unidos, que arrancó en febrero y se concretará el próximo 8 de noviembre.
Hillary ganó en Nevada, California, Arizona, Dakota del Norte, Texas, Arkansas, Louisiana, Mississippi, Kentucky, Alabama, Georgia, Florida, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Virginia, Pensilvania, Maryland, Ohio, Indiana, Nueva York, Massachusett, Georgia, Tennessee, Iowa y Nueva Jersey. (Lea también: Retrato de la mujer que quiere conducir la Casa Blanca)
La piel gruesa como un rinoceronte
Clinton suele citar con cierta regularidad a su ídolo Eleonor Roosevelt, esposa del expresidente demócrata Franklin Roosevelt: para hacer política cuando se es mujer "debes tener la piel tan gruesa como un rinoceronte".
En las iglesias, los cafés, en los mitines, Hillary recurre a contar anécdotas sobre las pruebas que ha pasado en su vida. Sabe que es una fórmula que la conecta al pueblo y que humaniza a la extodopoderosa exsecretaria de Estado. "Tengo cicatrices para probarlo", afirma.
Eso, más su carisma e inteligencia, le valieron haber sido nombrada durante 20 años, 14 de ellos de forma consecutiva, como la mujer que más admiran los estadounidenses, según la encuesta anual de Gallup.
Hillary estudió Derecho en la prestigiosa universidad de Yale, que ella percibía como menos misógina que Harvard, y donde conoció a Bill Clinton, su "Vikingo venido de Arkansas", como ella lo llama. Se casaron en 1975 y Chelsea, su única hija, nació en 1980. Hoy es abuela de Charlotte, quien tiene un año y medio.
Foto: AFP
En 1998, los Clinton se ven en el ojo del huracán con el escándalo sexual más relevante en la historia de Estados Unidos: el caso Lewinsky. A los medios llegó la noticia del romance que sostenía Bill, entonces presidente, con Mónica Lewinsky, una pasante en la Casa Blanca.
El affaire sobrepasó el plano personal y la investigación derivó en un juicio político del que Hillary salvó a Bill. Con uñas y dientes impidió que fuera destituido por perjurio y obstrucción a la justicia, mientras que se sometían a terapia de pareja. Los estadounidenses se pusieron de su lado y nunca su popularidad llegó a niveles tan altos como el 67% de favorabilidad que una encuesta de Gallup le calculó en diciembre de 1998.
“Un toque femenino”
Su campaña tampoco ha estado exenta de controversias. Los republicanos la acusan de incompetencia tras los atentados de Bengasi en Libia, donde murieron cuatro estadounidenses, entre ellos el embajador Christopher Stevens.
Además, su decisión de usar su correo electrónico privado, en lugar de las cuentas oficiales, creó un nuevo caso para Hillary Clinton que sus enemigos aprovechan para mostrarla haciendo gala de querer estar por encima de la ley. 
CINDY A. MORALES
Subeditora ELTIEMPO.COM
Twitter: @CinMorAleja
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