A buena hora nuestro Gobierno acaba de aprobar como una política de Estado la ley ‘De cero a siempre’, a la que se refiere su editorial de este lunes, cuyo fundamento esencial es la atención integral a la primera infancia, en busca de una sociedad más justa. Que la extensión y el control de esta ley, pueda ser, no deleguen su responsabilidad de aplicación a politiqueros de turno, de gobernaciones y alcaldías, sino que sea gerenciada por un instituto central que garantice su aplicación y llegue a la infancia no solo de las ciudades en sus estratos bajos, sino también –ya es hora– a los olvidados pueblos, veredas y comunidades.
Rafael Antonio Córdoba Ardila
‘Ausencia de Estado’
Señor Director:
“El ‘Bronx’ es una muestra de la ausencia del Estado”, dijo Peñalosa en una reciente entrevista. Señor Alcalde, es una muestra que se suma a las que a diario veo desde el momento en que salgo de la comodidad de mi apartamento. En un solo recorrido de 30 minutos me atormenta la idea de tener que encontrarme con madres indígenas y sus bebés desnutridos alistando la mano para la limosna; más adelante, hombres sin piernas haciendo sonar una lata, rogando por una moneda; y en el primer semáforo, un adolescente que desde las cinco y media de la mañana alista sus arepas y jugos, condenados todos a una vida miserable, donde el Estado exhibe una muestra más de su ineptitud y la Alcaldía hace gala de la ausencia de políticas sociales que les den a todos ellos una mejor alternativa.
Martha Liliana Oviedo L.
La depresión de Nule
Señor Director:
De la penitenciaria La Picota a finca por cárcel a otro del clan Nule, quien se robó la calle 26 de Bogotá en compañía del exalcalde Samuel Moreno Rojas, aún preso en la Escuela de Carabineros, en el famoso ‘carrusel’ de la contratación. ¿Cuál es el preso en Colombia raquítico u obeso que no sufre de depresión? Todos. Igual, en La Picota gozaba de privilegios con los demás facinerosos implicados, pero estaba en una cárcel regular. Con esta premisa, deberían liberar unos cuántos condenados para bajar el hacinamiento, pues la depresión, la melancolía, la bipolaridad, etc., son el pan diario en las cárceles colombianas. Pobre niño rico.
Helena Manrique Romero
Casi como en Venezuela
Señor Director:
No creo que disten mucho las imágenes que vemos a diario en televisión sobre los hospitales de Venezuela –que carecen por completo de medicamentos y atención medica por falta de presupuesto– y los nuestros, donde los medicamentos no existen, las citas médicas para especialistas son remotas, pero con la diferencia de que aquí se roban el presupuesto las EPS y demás actores de la salud y porque el Gobierno es incapaz de organizarla. Les quedó grande esta necesidad a nuestros gobernantes, mientras el pueblo, con múltiples necesidades médicas, padece este suplicio. Eso es muy triste.
Armando Rey Blanco
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