Ya era hora. O, mejor, se había hecho tarde para intervenir el tenebroso ‘Bronx’, en el centro de Bogotá, muy cerca de los poderes estatales, que durante largos años ha sido uno de los más vergonzosos centros de distribución de vicio y escenario de los delitos más escalofriantes.
El antro es una olla donde se han consumido lenta e inexorablemente muchas vidas de quienes caen allí y no logran salir. Y a medida que las autoridades se han ido adentrando se sorprende más el país de los horrores hallados.
El ‘Bronx’ es el infierno de donde el ‘Monstruo de Monserrate’ –hay que repetir la increíble historia– se llevó a 16 engañadas víctimas a las que mató en su cambuche, en las estribaciones de aquella montaña de penitentes. Se convirtió también en lugar de rumba de adolescentes que van a buscar drogas, pero muchos encuentran la tragedia de la violación sexual, de la trata de personas y hasta la muerte.
Esta es, así mismo, la guarida de verdaderas y criminales bandas del microtráfico, los famosos ‘ganchos’, que parece que ya llegan hasta a cometer piques humanos y secuestro. Lo que vimos espanta.
Cuando esta Alcaldía resolvió entrar de nuevo a las entrañas de la bestia este fin de semana –en una operación de 2.300 miembros de la Policía, de la Fiscalía y el Ejército–, halló largos túneles de escape, casas de tortura y, según testimonios, de descuartizamiento de personas. En el operativo encontraron, atado, semidesnudo, en las condiciones más denigrantes, a un hombre de 23 años, quien fue a buscar droga y las mafias creyeron que era un policía infiltrado.
Ese terrorífico lugar debe desaparecer definitivamente. Y en este empeño hay que respaldar la decisión de la administración capitalina, en buena hora acompañada por el Estado. Esta es una labor inaplazable de todos.
No faltan voces críticas que creen que estos son paños de agua tibia, pero las cosas tienen un principio, y esta vez se lee un plan serio y ya con resultados concretos. Por lo pronto, se ha dado un golpe a las estructuras de los ‘ganchos’, tres de cuyos cabecillas fueron capturados. Y el que se haya rescatado a 136 menores, el 11 por ciento que no cumplían 12 años, quienes quedaron bajo la protección del ICBF, es una magnífica noticia.
Como lo es el que se anuncia una línea de acciones clara, tal vez con la lección del viejo ‘Cartucho’ aprendida. Porque se necesita, como está pensado, una renovación urbana, y demoler y expropiar esas casas de la muerte. Pero, además, más allá de la recuperación del ‘Bronx’ como sitio, está la recuperación humana. Y se requieren asistencia social y de salud, al costo que fuere.
Todo ello, de la mano de seguridad y de persecución, sin cuartel, a las mafias. Como esta es la caldera madre de centenares de ollas, hay que apostarle a desmantelarlas todas. Y es fundamental contar con una justicia comprometida. Ahí tiene un reto el nuevo fiscal general.
Es preciso, por último, que haya continuidad, que no sea solo un esfuerzo de una alcaldía, sino de la siguiente y la siguiente, porque están de por medio la vida de millares de personas y la tranquilidad de miles de hogares. El ‘Bronx’ debe ser historia.