El secuestro de la periodista Salud Hernández-Mora confirmó que la zona del Catatumbo está tomada por el terrorismo, el narcotráfico y la delincuencia. No existe evidencia de grupos alzados en armas a quienes se les pueda atribuir un estatus de beligerancia. Se demostró que allá no existe respeto por los derechos humanos fundamentales. Por lo tanto, no es un capricho del Presidente el someter una eventual negociación a la suspensión del secuestro. Para ser sujeto de derecho, un grupo tiene que cumplir con esa condición imprescindible. Más que cualquier retórica reivindicacionista, el Eln debe demostrar que no es una vulgar ‘bacrim’ con disfraz de subversión y así entrar en negociaciones con la sociedad.
Carlos H. Quintero B.
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Señor Director:
Acerca de su editorial dominical, ‘Una cruda fotografía’, sobre el secuestro y, por fortuna, liberación de Salud Hernández-Mora y los demás periodistas, hago eco sobre que no pueden existir zonas vedadas para el periodismo. Lo que necesitan muchas regiones es precisamente que tengan visibilidad, que se conozcan sus problemas. De esa ausencia, especialmente la del Estado, se aprovechan los grupos armados para hacer de las suyas. El Catatumbo tiene que recibir respaldo del Gobierno, militar, social y de justicia, porque allí converge toda clase de grupos que quieren imponer su dominio. Es la prensa libre la que debe tener el valor de denunciar, como lo ha hecho la periodista y lo deben hacer muchos más. Es difícil que haya paz mientras existan territorios sometidos. Hay que rescatar el Catatumbo.
José Francisco Piñeres
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Señor Director:
A propósito del muy desafortunado incidente del secuestro de los periodistas en el Catatumbo, es importante apreciar que aún en esos lugares abandonados por el Estado, la Iglesia –a través de abnegados representantes (sacerdotes, religiosos)– está presente y presta sus servicios de protección y amparo a la población.
Eduardo Ortiz V.
Bogotá
La sed del Socorro
Señor Director:
Cuándo dimensionará el Gobierno Central la tragedia que vive hoy la ciudad de El Socorro (Santander), no solo por la deforestación y sequía total de la quebrada La Honda, que surte al acueducto desde el embalse del mismo nombre hoy totalmente seco, sino también y aún más grave, por las malas administraciones que, habiendo recibido más más de 60.000.000 millones de pesos, no han sido capaces de hacer las obras de acueducto de la Cinco Mil, mucho menos enjuiciadas. ¡El Socorro no tiene agua! Su supervivencia por la falta de este preciado líquido es atendida con 10 carrotanques diarios que le suministra al pueblo la ciudad de San Gil. Este pueblo, cuna de héroes de nuestra independencia, hoy padece esta tragedia habiendo aguas mil desaprovechadas en sus montañas limítrofes.
Rafael Antonio Córdoba Ardila
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