“Es un hecho: alrededor de los 40 años, cuando nos reunimos entre amigas, un tema de conversación recurrente es que estamos agotadas”, dice la española Pilar Benítez en las primeras líneas de su último libro. Se refiere a mujeres exhaustas, con cansancio y mal humor crónico, un síndrome que, según la autora, ya “se considera una epidemia”.
Por eso, frente a este panorama que comparte una nueva generación de mujeres, “que deben hacer compatible la vida familiar con horarios laborales extensos, que deben ser buenas parejas, excelentes madres, profesionales competentes y, además, mujeres a las que se les exige buen aspecto y una sonrisa de dientes perfectamente blancos y alineados”, en 'Mujeres agotadas, cómo dejar de serlo', Benítez propone una guía concreta para cambiar los hábitos y, así, duplicar la energía.
Doce capítulos con doce desafíos, y un plazo máximo de treinta días para cada nuevo reto: “Los cambios no se pueden tomar a la ligera. Hacen falta energía, intención y motivación, y eso es muy difícil si intentas cambiar varias cosas al mismo tiempo”.
El síndrome se convirtió en epidemia. ¿Cómo detectar los primeros síntomas?
Esa expresión –“¡Buf, estoy agotada!”– está siendo demasiado común entre la mayoría de mujeres que deben conciliar familia y trabajo; o las que, sin tener responsabilidades familiares, vuelcan toda su atención en el trabajo y no caen en la cuenta de que es imprescindible dedicar parte del tiempo a su propio cuidado.
Son las que se esfuerzan tanto para afrontar sus tareas y responsabilidades diarias que se desgastan más de lo admisible para su organismo, padecen un cansancio crónico y se acostumbran y resignan a sentirse siempre así. A ellas intento mostrarles que pueden sentirse más vivas, enérgicas y tranquilas atendiendo un poco mejor sus necesidades básicas.
¿Cuál es la edad en que las mujeres comienzan a repetir la frase tan temida?
No sé si es un tema de edad, creo que el cansancio aparece cuando la demanda que hacemos a nuestro organismo supera su capacidad de respuesta. Un desgaste importante sostenido en el tiempo que, sin tomar medidas para ‘reponer’ lo gastado, da lugar a un cansancio importante y abona el terreno para los problemas de salud.
El libro propone doce cambios de hábitos durante doce meses. ¿Treinta días son suficientes para reemplazar una rutina?
Me parece importante incorporar las mejoras poco a poco. La mujer que está sobrepasada por su día a día no puede hacer cambios bruscos ni abandonar hábitos muy integrados de forma repentina.
Ha de ser un recorrido progresivo, que la introduzca en una dinámica positiva que le va abriendo camino, sin prisa pero sin pausa, hacia una forma de vivir más sostenible.
Creo que 30 días es lo mínimo que necesitamos para poder integrar un hábito de forma real.
Recién en el capítulo doce se habla de sexo. ¿Por qué está al final de la lista?
La energía sexual desaparece cuando el nivel energético general es muy bajo. ¿Es lógico, verdad?
El cuerpo economiza y si tiene poca energía la va a dedicar a otras funciones que son más importantes para sobrevivir.
Por eso, otra vez vamos al mismo punto, si sabemos comer bien, escogemos los alimentos con la intención de nutrirnos y regenerarnos, hacemos ejercicio de forma regular, mantenemos contacto con la naturaleza, sentiremos cómo la energía sexual vuelve a despertar en nuestro cuerpo con naturalidad.
¿Qué significa exactamente ‘comprar con sentido’, como propone el capítulo 5?
Muchas veces llenamos el carrito de la compra con alimentos que nos gustan por su sabor, que son fáciles de preparar o que conocemos de siempre y nos resultan familiares, sin pensar si realmente nos aportan los nutrientes y la energía necesaria para regenerarnos cada día.
A eso me refiero con comprar con sentido, a poner intención en aprender a conocer los efectos y propiedades de los alimentos para poder escogerlos con propósito. Ese es el contenido de mi programa ‘on line’ en www.sienteteradiante.com.
¿Cuál es el porcentaje mínimo de los doce nuevos hábitos que es necesario cambiar para dejar de ser una ‘mujer agotada’?
Cada día respiramos, comemos, dormimos, pensamos, bebemos, sentimos, ¿verdad? Imagínate la cantidad de pequeñas decisiones casi imperceptibles que cada día tomamos sobre estas rutinas.
Ahora piensa que si pones atención en hacerlo de forma que cada uno de estos actos sea beneficioso para tu cuerpo, tu mente, tus emociones, tu estado podrían optimizarse enormemente.
Poniendo atención en la calidad de lo que comes y bebes, en la forma de respirar, en los movimientos que haces a diario, en tu forma de pensar y reaccionar puedes alcanzar tu mejor versión. ¿No es eso muy estimulante?
Ser mamás y no renunciar a nada
¿Qué agota más: los hijos, el trabajo o el marido?
Creo que la solución siempre está en nosotras. Lo primero es tomar conciencia de que la mayoría de las veces somos demasiado autoexigentes, nos esforzamos mucho por atender multitud de responsabilidades, y eso, día tras día, acaba por agotarnos. El punto está en encontrar una forma práctica y posible de llevarlo a cabo. Y cuando estamos mejor, más vitales, centradas, parece que todo mejora: el jefe deja de ser tan exigente porque sabemos marcar límites, las reacciones de los hijos frente a madres cansadas y nerviosas es distinta si estas recuperan la vitalidad y el buen humor, y la relación de pareja suele ser sensible al estado energético y al equilibrio emocional de la mujer.
No queremos renunciar a nada, ¿deberíamos hacerlo?
No estamos hablando de dar un paso atrás en terrenos que nos ha costado conquistar (...). Me preguntas si no deberíamos renunciar a algo, y la respuesta es obvia: si no somos capaces de regenerar el desgaste que nos produce la demanda de nuestro día a día, será el propio cuerpo el que nos haga renunciar mostrando síntomas alarmantes.
SOLEDAD VALLEJOS
La Nación (Argentina) - GDA