La Copa América Centenario está a punto de comenzar y marcará la conmemoración del centenario de este añejo torneo. Sin embargo, para el recuerdo también quedará que es una Copa cuya organización previa generó muchas inquietudes y estuvo a punto de trasladarse a otra sede, en medio del escándalo del Fifagate que salpicó a la Conmebol y a la Concacaf. Incluso, pudo haberse cancelado.
Cuando las autoridades suizas y estadounidenses comenzaron su ofensiva contra la corrupción en la Fifa y fueron cayendo los principales dirigentes de la Conmebol y la Concacaf, acusados de sobornos y de coimas, y de contratos irregulares para la transmisión de TV de diferentes torneos, la Copa comenzó a tambalear.
La principal incógnita para su realización fue que los dirigentes de la Conmebol tendrían que ir a suelo estadounidense, donde se habían abierto contra ellos investigaciones judiciales, que al final los llevaron, a la mayoría, a confesar delitos de corrupción. De hecho los tres últimos presidentes de Conmebol, Eugenio Figueredo, Nicolás Leoz (arresto domiciliario) y Juan Ángel Napout, fueron requeridos por la justicia norteamericana. Así como tres hombres que dirigieron la Concacaf en los últimos años: Jack Warner, Jeffrey Webb, Alfredo Hawit.
Incluso, se alcanzó a decir que la Copa se jugaría en México, Colombia o Ecuador, o que se cancelaría. Un alto directivo de entonces, puso en duda la realización del torneo.
El 17 de septiembre pasado, tras una extensa reunión entre directivos de la Conmebol y la Concacaf, se decidió que sí habría Copa y que se mantendría en EE. UU.
Un mes después la Conmebol, al igual que la Concacaf, emitió un comunicado en el que informó que rescindía el contrato con la empresa Datisa (conformada por T y C, Full Play y Traffic), que tenía los derechos de TV de la Copa América Centenario y que quedó vinculada al Fifagate al ser señalada de entregar millonarios sobornos para acceder a derechos de TV de diferentes competiciones.
Pese a todo ese huracán, la Copa América Centenario se mantuvo en pie y será la primera competición bajo el mando de la Conmebol del presidente Alejandro Domínguez, quien está en la tarea de limpiar el nombre de la institución suramericana.
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