El consultorio veterinario de Samuel Burbano siempre se llena antes de que él llegue. Ladridos y maullidos lo reciben desde que cruza la reja del local, ubicado en el barrio Primavera de Puente Aranda.
El ‘Doc’, como le dicen sus clientes, empieza a atender a sus pacientes desde la puerta: una perrita con una hernia en la barriga, un gato con una enfermedad común autoinmune, otro al que le mordieron la cara en la calle. A todos los reconoce, a todos los saluda.
Sin embargo, de la puerta para adentro se encuentran animales igual de enfermos y menos afortunados. Perros y gatos que han tenido accidentes y están enfermos, pero que nadie cuida porque viven en la calle. Estos son los pacientes que el doctor Burbano se ha dedicado a atender en Dogsano. (Lea también: Cerca de un millón de perros viven en las calles de Bogotá)
“La gente que recoge perritos en la calle me conoce. Esa es gente que no tiene con qué. Simplemente tiene corazón, nada más. Hay unos que pierden los hogares porque ponen primero a los animales”, dice Burbano.
Tuvo que empezar a trabajar con otro veterinario para poder sostener su veterinaria y ayudar a los proteccionistas que le llevan los animales heridos.
Porque, aunque ya perdió la cuenta de los animales que atiende al día, sí tiene algo seguro: “Yo debería tener mucha plata si cobrara. Si la gente me pagara lo que es, yo no tendría necesidad de ir a trabajar a otro lado”. Hay días en que Dogsano deja solo 30.000 pesos de ganancia.
Y no solo le pagan mal, sino que a veces no le pagan nada. Samuel tiene nueve perros bajo su cuidado, siete de ellos en adopción, y a algunos ha tenido que invertirles, de su bolsillo, hasta 4 millones en tratamiento. A Margarita, por ejemplo, a la que le pasó una volqueta cargada por encima; a Princesa, que ha pasado por diez quimioterapias.
Muchas personas llegan a él con el perro o gato recogido de la calle, pero, no obstante las promesas, nunca vuelven por ellos. Sin embargo, asegura que no quiere dejar de atenderlos ni cobrarles barato: “Yo no lo hago porque quiera pobretear la profesión, sino porque ¿quién se encarga de un animal de la calle? El animal no tiene la culpa, está sufriendo y necesita que alguien le tienda la mano”, cuenta el veterinario.
Por ahora, para poder atender a sus animales el ‘Doc’ está buscando la forma de abrir otro local. Sin embargo, afirma: “Yo lo único que quiero es que la gente sea responsable con los animales, que se porte bien con ellos. Que no tengan un animal como a una porcelana fina: quieren que se vea bonito, pero que no haga nada”.
Soluciones del Distrito
Según la Secretaría de Salud, los perros callejeros podrían llegar este año a 90.000. Esto es el 10 por ciento de los 903.573 perros que, se estima, habrá en la ciudad. Pero no hay una entidad oficial que preste servicio de urgencias veterinarias para estos.
Clara Lucía Sandoval, gerente de Protección y Bienestar Animal, reconoce: “Hoy el Distrito no cuenta con mecanismos para la atención de estos casos”, por lo cual los ciudadanos tienen que buscar apoyo con particulares.
Frente a esto, el plan del Distrito es crear el Instituto de Protección y Bienestar Animal, que regulará la Casa de Acogida de los Animales, Zoonosis y, junto con la Secretaría de Ambiente, el Centro de Recepción y Rehabilitación de Fauna y Flora Silvestre.
Sandoval explica que el objetivo del instituto es implementar la Política Pública de Protección y Bienestar Animal, ya aprobada en el Concejo. Según el Plan de Desarrollo, se destinarían 80.000 millones de pesos para garantizar la protección los animales.
La gerente agregó: “Esperamos que a través del trabajo que venimos adelantando, el Distrito pueda ser parte de la solución a través de la Casa de Acogida y la implementación de las urgencias veterinarias”, para lo que planean hacer alianzas con universidades, organizaciones de protección y bienestar animal y establecimientos veterinarios.
BOGOTÁ