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'Hombres deben estar al frente de la lucha contra la violencia sexual'

'Hombres deben estar al frente de la lucha contra la violencia sexual'

Micheline Muzaneza, invitada al II Festival por la Vida de las Mujeres, dialogó con EL TIEMPO.

24 de mayo 2016 , 07:08 p. m.

Que haya paz en África y que la violencia sexual deje de ser usada como una táctica de guerra. Ese es el sueño de Micheline Minani Muzaneza, una activista congoleña de ascendencia burundesa que hace parte de la Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel (Nobel Women’s Initiative), y que está en Colombia como invitada al II Festival por la Vida de las Mujeres que organiza la campaña No es Hora de Callar.

Muzaneza habló con EL TIEMPO sobre su trabajo para frenar la violencia sexual en África y destacó la importancia de las mujeres en los procesos de paz.

¿La violencia sexual es aún uno de los temas que llaman la atención en África?

Sí. Por ejemplo, en Sudáfrica no hay conflicto, pero la violencia sexual es muy alta sin importar la edad. Allá cada 27 segundos una mujer es violada y una de cada tres mujeres mueren en las manos de su pareja.

Usted ha trabajado con refugiados que han huido de la violencia en el Congo. ¿Cuál es la parte más difícil cuando se trata de apoyar a mujeres que han sido víctimas de violencia sexual?

La parte más difícil, cuando se trata de mujeres sobrevivientes de violencia sexual en conflicto, es lograr que tengan confianza para que se sientan de la misma manera como se sentían antes de que su vida fuera destruida.

Lo otro es la consejería y el perdón, porque algunas de ellas se culpan a sí mismas. Otra cuestión es lograr una apertura para que hablen de lo que les pasó, pues muchas de las mujeres todavía se esconden. (Lea también: En el 2015, 21.626 personas denunciaron violencia sexual en Colombia)

¿Por qué es importante que las mujeres hablen de estas experiencias y denuncien?

En cualquier situación de trauma, como es el caso de la violencia sexual, es bueno hablar; hace parte de la sanación.

¿Cómo se pueden tener respuestas efectivas en la sociedad frente a la violencia sexual?

Lo primero que se debe hacer es parar el estigma, porque el estigma mata a la gente por dentro.
Si la sociedad puede entender que en un caso de violencia sexual la culpa no es de la sobreviviente no la van a rechazar, culpar o estigmatizar. Muchas mujeres, por ejemplo, huyeron a Sudáfrica porque fueron rechazadas por sus familias, cuando no era su culpa. En otras comunidades señalan a las mujeres y casarse se convierte en un problema para ellas porque si son violadas no son bien vistas.

Entonces, la sociedad no solo necesita dejar de estigmatizar, sino también necesita ser educada para que entienda.

¿Es posible hacer que haya más empatía para que no exista indiferencia frente a esta problemática?

En muchos casos la mayoría de las víctimas de violencia sexual son mujeres. Entonces, necesitamos educar a los hombres para que entiendan el impacto que genera la violencia sexual. (Además: ¿Qué es No Es Hora De Callar?)

Ellos deberían reflexionar en qué pasaría si la víctima fuera su madre, esposa o hija. Se necesita empezar con ese tipo de educación en varios niveles.

Los gobiernos también deben asumir este asunto como algo serio. En muchos países africanos los gobiernos no lo ven así y las sobrevivientes lo perciben.

En 2011 y 2012, por ejemplo, varias mujeres fueron violadas en República Democrática del Congo (RDC), cerca de un contingente de la ONU.

Además, hay organizaciones que están ayudando a las sobrevivientes, pero esas organizaciones no tienen fondos para cuidarlas. Se pueden encontrar casos en los que hay muchas mujeres que necesitan asesoramiento, pero solo hay una psicóloga que las atienda. Los gobiernos necesitan financiar a esas organizaciones comunitarias. Hay muchas en las que las mujeres se ayudan unas a otras porque no tienen fondos y trabajan de manera voluntaria. Dicen: “Quizá esto me puede pasar a mí”, y por eso ayudan.

¿Por qué es útil educar?

En Sudáfrica trabajamos educando a hombres y jóvenes para que no cometan violencia sexual o cualquier tipo de violencia basada en género. Lo hacemos en las escuelas y con talleres y muchos dicen: “No sabía que las cosas fueran así”.

Una vez iba a dar un taller, le di la invitación a alguien y para mi sorpresa ese alguien fue con un amigo. Esa persona era un violador en mi país y lo reconocí cuando lo vi.

Yo paré el taller y empecé a llorar. Ellos no sabían por qué estaba llorando y tuve que mentir porque eso es lo que muchas mujeres están haciendo: sufren en su interior, pero no quieren mostrar qué está pasando con ellas.

Después de unos minutos volví a empezar, volví fuerte, como somos las mujeres, y cuando estaba hablando sobre violencia sexual, conflicto y cómo se sienten las mujeres, este hombre se acercó y me dijo que quería ser un voluntario en la organización porque él quería enseñarle a más gente.

Yo no podía entender eso. Le dije que lo conocía, le hablé del lugar, de la fecha y él empezó a llorar. Me explicó que había sido forzado a entrar en el movimiento de los rebeldes y que su entrenamiento consistía en aprender a robar para ver si era fuerte, después a abusar de las mujeres para ver si era fuerte y si pasaba esas pruebas, el siguiente paso era matar.

Las mujeres han sido usadas como una táctica de guerra, como si fueran parte del entrenamiento. Él dijo que huyó porque no podía dormir después de haber hecho eso, pues tenía en su cabeza los recuerdos de gente rogándole: ¡Por favor no me hagas esto! De su parte siempre hay trauma.

Yo uso esta historia cuando voy a educar a la gente. Sí, él era un violador, pero tampoco tenía paz. Entonces, hay que parar y nunca pensar en hacerlo porque nunca van a estar en paz.

¿Qué es lo más difícil en ese proceso de educación para prevenir la violencia sexual?

La cultura. En muchos lugares una violación no es algo de lo que se hable. Si eres víctima te tienes que quedar en silencio. En otros, se culpa a la mujer: ¿qué estabas haciendo en determinado lugar a esa hora?, ¿qué estaban haciendo en la calle recogiendo agua si solo eran ustedes tres? Muchas veces se escucha a la gente diciendo: bueno, pero quizá lo disfrutaron.

Entonces, lo que se hace es culpar a las víctimas. A veces las mujeres se culpan entre ellas mismas. Hay que educar a todo el mundo. Otra parte complicada es ser una mujer educando a hombres. En contextos como el de África, la masculinidad se impone y si tienen a una mujer al frente no le creen o no le ponen atención y la ignoran. A veces es difícil propiciar debates fuertes. (Lea: Víctimas de violencia sexual tienen disco-libro)

¿Qué hay del perdón?

Perdonar toma tiempo. Algunas personas lo hacen a través de la religión. Van a la iglesia y empiezan a perdonar, pero toma tiempo.

Colombia está en pleno proceso de paz. ¿Por qué las mujeres deben ser tenidas en cuenta?

Las mujeres tienen un rol importante para lograr paz, negociaciones y diálogos. Las mujeres son madres, ellas saben cómo hablar y educar a sus hijos. Cuando se trata de negociaciones, hay que tener en cuenta que las mujeres son las más afectadas en la guerra, entonces, ellas pueden traer ideas de cómo prevenir el conflicto, cómo evitar que suceda.

¿Cuál es su mensaje para las mujeres colombianas?

Mi mensaje es que trabajen de la mano como mujeres. No importa si usted está en Colombia, en África, en Europa, nosotras enfrentamos los mismos desafíos.

Cuando hay conflicto, nosotras somos quienes somos usadas. Hablen, hagan ruido para que pare la violencia sexual.

Tenemos que convencer a los gobiernos de que paren los conflictos porque nosotras somos las que sufrimos, mientras otros se benefician.

Trabajen juntas para solucionar los problemas que enfrentan. Ese mensaje fue el que mandaron mis compañeras antes de que yo saliera de África porque no hay nada para nosotras sin nosotras. Ahora, necesitamos que haya hombres educando a hombres en estos temas. No solo las mujeres, sino los hombres, deben estar al frente de la lucha contra la violencia sexual.

Usted ha sido alguien que no se ha dado por vencida. ¿Qué ha sido lo más gratificante y lo más complicado en su trabajo?

Voy a empezar por lo mejor: cuando educamos a hombres y dicen “nunca lo haré o no voy a volver a hacer esto”.
También cuando los rebeldes se arrepienten de lo que hicieron y quieren pedir perdón o cuando logramos unir a las mujeres y que vayan a las consejerías.

Pero el desafío es que la gente que es clave no escucha, solo habla. Necesitamos ver acciones y los gobiernos necesitan asumir esto como un asunto serio.

SANDRA RAMÍREZ CARREÑO
Redacción INTERNACIONAL

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