Hidroituango está llena de energía. No la produce, no aún. Pero se la pone cada trabajador que labora turnos de hasta 12 horas para hacer que esta megaobra haya alcanzado el hito de superar el 50 por ciento en su construcción.
Imponente. Inmensa. La obra es hasta el momento solo montañas, túneles y polvo, pero las voladuras y máquinas moldearán la presa, la casa de máquinas, el vertedero, y todo lo que formará la hidroeléctrica más grande del país.
“La parte social fue difícil, no solo por la compra de predios sino por las protestas sociales que se oponían a las obras y bloqueaban las vías”, indicó Luis Javier Vélez, vicepresidente de proyectos de Generación de Energía de EPM.
Sin embargo, asegura el funcionario, de eso ya queda muy poco pues a medida que han visto el cambio en las vías y la oferta de empleo, las comunidades de los 12 municipios de influencia han ganado en confianza con la obra.
Camilo es uno de esos residentes impactados por las obras. Aunque solo lleva ocho meses trabajando como obrero, por 20 años ha vivido en Ituango y ha atestiguado el cambio de la región.
De estatura baja pero con sonrisa amplia, Camilo – que no quiso decir su apellido – se pasa el día cubierto de tierra y sudor. Metido en ese “calor de mierda” como dicen todos los que están allí, no solo está siendo testigo del cambio, sino coautor de este.
“Al principio hubo muchas resistencias. Pero mientras muchos reclamaban por los aspectos ambientales, otros en realidad lo hacían para que los servicios públicos fueran gratis, querían todo regalado”, confesó entre risas.
Pero aseguró que el proyecto ha generado empleo (8.600 directos y 25.000 indirectos según EPM), y ha mejorado su estilo de vida, pues el trayecto desde aquel municipio del norte antioqueño hasta Medellín, pasó de 10 a 5 horas.
Como todo joven que creció en medio del conflicto, reconoce que su futuro parecía incierto. Pero ahora en sus manos reposa una herramienta con la que solo destruye rocas.
![]() En el interior de los túneles hay extremas medidas de protección para los empleados. |
En el interior de cualquiera de los túneles que se entrecruzan en las entrañas de la montaña, el agua es un lujo. El sudor adorna el rostro de todos los que entran sin importar si se es obrero, supervisor, encargado de la seguridad, o el mismo alcalde de Medellín, quien visitó las profundidades de Hidroituango.
“Es una obra de 11 billones de pesos ¡¿cómo no va a generar impacto?!”, indicó el alcalde Federico Gutiérrez.
Sin embargo, no todo el impacto ha sido positivo.
A pesar de que en el interior de la obra, personas como Camilo vean cierto impacto positivo, a las afueras del megaproyecto hay otras percepciones.
Desde el Movimiento Ríos Vivos, que agrupa a cerca de 2.000 personas afectadas negativamente por la obra, se han quejado de que Hidroituango ha puesto en riesgo su forma de trabajar, en sus viviendas, como en el ambiente.
En días pasados se reunieron con el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, para buscar soluciones a sus problemas.
Isabel Cristina Zuleta, vocera regional del Movimiento, expresó que si bien la reunión fue positiva –pues el gobernador anterior no los atendió– no ha sido la solución a los problemas.
![]() En abril, un masivo grupo de afectados por la obra se quejaron en la U. de A. Fueron escuchados por la Gobernación de Antioquia. |
“Es un primer paso. Ya hay un decreto que contempla una compensación para las personas afectadas por la construcción de la represa, el seguimiento a la licencia ambiental con todos su componentes y que se que garantice una reubicación eficaz y efectiva para las personas, así como los procesos productivos para la subsistencia de dichas personas”, expresó la funcionaria.
En el aspecto social, contrario a los informes de EPM, Zuleta indica que en los municipios de influencia hay cerca de 20.000 afectados por la obra, y que no los han censado a todos.
“Cada vez se acercan más personas que no creen que han sido reparadas justamente o que se han visto afectadas de manera negativa. Si la obra hubiera reparado o atendido las necesidades de todas las personas, este movimiento no existiría”, aseguró la vocera.
Dice que los casos de cada solicitante que dice ser afectado, lo estudian por cerca de un año antes de ser considerado como posible afectado. Para ella, entre más crece la obra, también lo hace el movimiento porque son más los perjudicados.
Y aunque reconoció que las obras de infraestructura como colegios y canchas, y también las vías pavimentadas son obras vitales y necesarias, no reparan las verdaderas necesidades de las comunidades.
“¿De qué le sirve a la comunidad una cancha para jugar si no tiene sustento para comer?”, cuestionó Zuleta.
Es una lucha en la que han estado desde 2010 cuando comenzaron las obras y al igual que a la hidroeléctrica, ellos tienen energía de sobra para pelear por sus derechos.
![]() Algunos afectados de la zona aseguran que la pesca se ha visto afectada por el proyecto. |
DAVID ALEJANDRO MERCADO
Redactor de EL TIEMPO
davmer@eltiempo.com