El tiempo es una premisa maravillosa de la existencia. Enemigo o aliado, cómplice o traidor. En el avance vertiginoso de la tecnología, parece ser cada vez más corto. En la música no es excepción.
Algo nos suena viejo porque guarda características de una época, en su estilo, en su textura. Un crooner tiene aire de años 40 o 50, una propuesta soul puede refrendar a Motown, al sonido de Filadelfia, al New Jack Swing. Rememorar hace parte de esa connotación inequívoca que nos pone el plano de que envejecemos.
“¿De qué año cree que es esa canción?” y el interrogado suele estar desacertado en varios, muchos años. Es la dinámica del tic tac eterno. La muerte de Prince y volver a su discografía nos dijo que estaba adelantado a su tiempo.
Muchas de sus canciones de hace 40 años son tan frescas hoy como cualquiera de sus últimos años.
Bien hermosa es la relación que Julio Cortázar plasmó en su historia de El perseguidor, en torno a la atormentada existencia del saxofonista Charlie Parker. Montado en un tren, Parker relacionaba su tiempo interno con el del tren en movimiento y el de quienes estaban parados en una estación. Maravillosa ecuación que se me viene a la cabeza al escuchar el nuevo disco de Santana. Si bien es el vigésimo tercero en su carrera, se titula IV. Y es así porque es el cuarto que hace con los músicos que conformaron su banda hace más de 40 años, con quienes hizo sus primeros tres álbumes: Santana (1969), Abraxas (1970) y Santana III (1971).
¿Tanta introducción para en un párrafo hablar de un disco? No lo duden. Y es porque es el mejor disco de Santana en mucho tiempo. Carlos Santana, Gregg Rolie, Neal Schon, Mike Carabello y Michael Shrieve juntos, como si estos 45 años no hubieran pasado. Una colección de pasajes musicales maravillosos que nos devuelven en el tiempo. Nos han montado en ese tren de Cortazar y Parker, con temas sensacionales como Yambu, Freedom In Your Mind, Caminando o Fillmore East entre 16 títulos que exploran esa fusión fascinante de rock, blues y matices latinos. Es el sonido de un ahora tan increíble como el de antes. Somos otros, son otros, siendo los mismos, y esto es tan nuevo y genial como entonces, teniendo el tiempo como cómplice.
DANIEL CASAS
Periodista musical