En 1988, Fanny Mikey fundó el Festival Iberoamericano de Teatro con Ramiro Osorio, actual director del Teatro Mayor. Para él, tanto el festival como el Teatro Nacional deben ser ejemplares e informar del manejo de sus recursos y del cumplimiento de sus metas, aunque sean fundaciones y estén amparadas por un régimen especial. (Lea: 'El Iberoamericano de Teatro no se va a acabar': Anamarta de Pizarro).
¿Qué piensa de la crisis que viven el Teatro Nacional y el Iberoamericano?
La situación actual para mí es muy dolorosa. Tanto el Teatro como el festival son dos espacios que han sido muy importantes en mi vida. Cuando con Fanny creamos el festival siempre tuvimos la certeza de que tenía sentido si lo producía el Teatro Nacional con su equipo humano, su experiencia, su prestigio y su capacidad de plantearse nuevos retos. La clave estructural del modelo del festival fue esa. El camino que se tomó de crear una institución paralela para producir el festival resultó onerosa y desconectada de su casa natural. Tras la muerte de Fanny hubo una dicotomía entre el Teatro y el festival y, para mí, ahí se originan los problemas actuales.
¿Cómo tomó la salida de Daniel Álvarez?
Daniel debió ser siempre un miembro principal de las dos juntas directivas: Teatro y festival. No solo por ser hijo de Fanny, sino porque es un profesional que nació, creció y se formó en el Teatro y en el festival. Me consta que tiene todas las capacidades. Considero injustas las opiniones de que Daniel es un delfín. Ninguno de los miembros de la junta directiva actual, a quienes conozco y respeto, tienen experiencia en creación y gestión de artes escénicas. Todos están de buena voluntad y contribuyen generosamente a desarrollar las dos instituciones. Me llama mucho la atención que en las dos juntas no haya expertos en la materia. Despedir a Daniel de su cargo en el Teatro Nacional es un error.
¿Cómo ha sido la relación del Teatro Mayor con el Iberoamericano?
En las tres ediciones que hemos compartido, hemos tenido una relación profesional y seria. El festival ha cumplido con sus obligaciones de forma adecuada. Este año tuvimos algunos problemas complejos de producción. Las escenografías llegaron incompletas, los requerimientos técnicos no estaban debidamente resueltos, y todo ello generó malestar en directores y compañías. El equipo del Teatro Mayor contribuyó para que las producciones se llevaran a cabo en las mejores condiciones.
¿Cómo se debería manejar y superar esta crisis?
En el caso del festival, como fundador y como alguien que contribuyó decisivamente a su concepción, diseño y realización, considero que después de cuatro festivales sin Fanny es necesario que sus autoridades revelen seria y técnicamente el estado actual de las finanzas y de los procesos de administración y producción. Ello permitirá que se aclaren todas las dudas, que se dimensione adecuadamente el problema y que se piense en los correctivos y ajustes que permitan al Festival Iberoamericano de Teatro ser como lo soñamos con Fanny en 1986, en Guanajuato (México), tanto por la excelencia de su programación como por su modelo de gestión, uno de los mejores festivales de teatro del mundo.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
JULIO CÉSAR GUZMÁN
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO