Rosana y Hermelinda no saben leer. Las dos mujeres de extracción campesina viven en una finca, a más de medio día de camino del caserío más cercano. Las une un hombre: Pastor, el hijo de Rosana y el esposo de Hermelinda, que está a punto de dar a luz.
Después de varios meses sin saber de Pastor reciben una carta que cambiará el curso de sus días. Para poder saber lo que dice, emprenden un viaje que las enfrentará con la violencia de este país.
Ellas, al lado de Corina, una vaca mansa y caprichosa, protagonizan Dos mujeres y una vaca, la primera película de Efraín Bahamón, un versado libretista de series de TV que siempre quiso hacer cine. Él habló con EL TIEMPO de su cinta, que se estrena este jueves.
La película aborda el drama de una masacre, pero también se mete en la violencia de las familias.
Desde que comencé a escribir el guion, tuve claro que no iba a ser una película violenta. Siempre me he preguntado por el origen de la violencia y por qué, la mayoría de las veces, son los más humildes quienes la deben padecer.
La imagen de la masacre fue el punto de partida, pero con el tiempo me di cuenta de que no quería graficar o documentar la violencia física, sino, más bien, indagar sobre las razones que la producen. En Colombia las historias de odio y venganza están a la orden del día. Ya es hora de hacer un pare y reflexionar sobre el sinsentido de la barbarie.
Hermelinda (Ana María Estupiñán) y Rosana (Luisa Huertas) pasan por etapas de resignación, amor y hasta de odio y perdón...
Más allá de plantear un viaje físico, la película es un descenso al infierno, no solo al que produce la guerra, sino un intento por penetrar en las razones del odio y la frustración de los personajes (...). Ambas actrices son superdisciplinadas y lograron compenetrarse muy bien con sus personajes, se complementaron en el set y de alguna manera, sus momentos de riña, frustración y la diferencia de edades produjeron el ambiente propicio para generar dos personajes fuertes y, a la vez, sensibles.
¿Por qué hay diálogos tan cercanos al teatro?
Como guionista soy muy cuidadoso de lo que deben decir los personajes. Vengo de la vieja escuela y no soporto la verborrea con la que la TV resuelve todo. Durante el rodaje les expliqué a los actores que si querían variar algún texto, se debía consultar primero, ya que me preocupan el ritmo, la cadencia y la forma en que se debe entregar cada línea.
En eso fui obsesivo y los actores lo entendieron. Más que un tono teatral, la película se preocupa por volver a ese cine clásico donde lo que dicen los personajes importa y afecta su comportamiento.
¿Por qué escogió una vaca como tercera protagonista?
Al principio, la historia contaba el viaje de las dos mujeres, pero con el tiempo me di cuenta de que necesitaba un elemento catalizador, que mediara entre las pequeñas disputas y malentendidos de las protagonistas.
Estaba de vacaciones, vi una vaca en medio de un río y su tranquilidad me conmovió. Rosana y Hermelinda lo único que poseen es esa vaca y esta les sirve para solventar todas las labores del hogar, con el tiempo es un miembro más de la familia. Además, hay un elemento simbólico en la figura de la vaca. Sin proponérmelo, terminó siendo una metáfora de la supervivencia.
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