Francamente es vergonzoso el machismo en algunos medios de comunicación, por no decir que en todos. La radio y la televisión nacionales están plagadas de este mal, igual que de la llamada ‘pornografía social’. Escándalos y programas especiales para mostrar violaciones y golpes contra las mujeres, pero cero soluciones, cero apoyo a ellas cuando quieren levantar la voz en cargos de representación popular; y lo que es peor: ponzoña en las entrevistas. Claro, como esta es mujer y es “débil”, podemos sacarle los trapitos al sol y hacerle preguntas irreverentes para lucirnos.
Pero, señores y señoras, la solución es muy fácil: apaguemos y vámonos. Nadie se tiene que ‘casar’ con un periodista o una periodista que trata de manipularnos. Personalmente, a más de un noticiero de radio o televisión no me tomo siquiera el trabajo de monitorearlos. Y que no lo diga yo: muchas personas, sin títulos ni pergaminos, simples escuchas desprevenidos, me han dicho: “No volví a gastarle tiempo a tal noticiero porque me aterra la forma farandulera e irrespetuosa como trata a la mujer”.
El Día de la Madre, en una reunión familiar, un joven empresario, muy inteligente e informado él, me preguntó (siempre me preguntan a mí cosas como estas porque soy periodista): ¿por qué el pueblo odia a Ingrid? Yo le respondí: desde mi punto de vista, no es que el pueblo odie a Ingrid Betancourt, es que algunos periodistas, machistas por excelencia, creen hacerse los berracos haciendo preguntas tontas, como las muchas que se le han formulado en los últimos días a raíz de su adhesión al proceso de paz: ¿Usted cree ha sido arrogante? ¿Usted reconoce todo lo que se ha equivocado? ¿Usted ya le dio el beso de la paz a Clarita? ¿Usted por qué se está acercando a Santos? ¿Qué espera que le ofrezca?... Y cosas por el estilo.
Yo les pregunto a esos periodistas, muchos de ellos veteranos (al que le caiga el guante que se lo chante), cuándo le han preguntado al presidente Santos, o a su Ministro de Hacienda, o al exgobernador Fajardo, si ellos han sido o son prepotentes, arrogantes, déspotas y megalómanos, ¿por qué se esmeran tanto en precandidatizar a la presidencia a algunos una y otra vez? ¿Será que les han dado mucha ‘mermelada’ untada sobre cuñas de televisión y radio? ¿Por qué no se les escucha precandidatizar a mujeres valiosas como Ingrid, como Marta Lucía Ramírez, como Cecilia López Montaño? ¿Por qué tantas preguntas personales, capciosas e irrespetuosas, las mismas que nunca hacen a sus entrevistados hombres? Que no nos crean pendejos a los radioescuchas ni a los televidentes. Con razón ahora la gente está prefiriendo informarse por las redes sociales.
Yo quiero para Estados Unidos a Hillary Clinton en la presidencia y para Colombia, a cualquiera de las mujeres que he mencionado; y que vengan más propuestas. Estamos en mora de cambiar esta mirada masculina violenta y ególatra. Marta Lucía Ramírez y Clara López fueron las grandes ganadoras en la anterior contienda a la presidencia. La primera se equivocó en el camino que siguió para la segunda vuelta. Espero que ahora sea más justa consigo misma y crea más en ella que en los partidos machistas que tiene este país. Personajes hombres recién aparecidos se sienten ya presidentes; algunos vendepatrias (como el Ministro que entregó a Isagén) se sienten con derechos, cuando lo que merecen es el rechazo unánime. Políticos cometen error tras error y siguen ahí, aspirando. A ellos nadie les ha preguntado por qué se portan como déspotas malcriados.
Yo a las mujeres con méritos para la presidencia les pido que sigan adelante y cuenten con que el país ya está en la línea del voto de opinión. A Ingrid le digo que no se deje asustar por tanto cafre, que valoro su postura y que está dando ejemplo de perdón, tolerancia y madurez en sus planteamientos, así algunos quieran venderla de otra forma. Cuero duro, señoras, y no olviden que el liderazgo femenino no hay que pedirlo, hay que asumirlo. Las mujeres no somos sombra de nadie, pese a que, esculcando los ministerios, se verá cómo muchas mujeres trabajan calladas mientras sus jefes se dan el toquecito en los medios.
Quisiera poder desde aquí hacer mucho por que Hillary sea nuestra próxima presidenta vecina, pese a que algunos han tratado de desprestigiarla apelando a decir que es mentirosa porque se pone o quita años, estatura o kilos, o esconde cuál es su color preferido y si sabe hacer huevos fritos o no. Mujeres, hombres, apoyemos a estas damas inteligentes, como lo hizo Europa con esa mujer, nada bonita y nada '90-60-90' que se llama Ángela Merkel y que sabe que una mujer se mide por su pensamiento, no por su talla y sus arrugas.
Sonia Gómez Gómez