Diego Barragán, ganador del premio Compartir al maestro en 200, doctor en Educación y Sociedad de la Universidad de Barcelona y docente de la Universidad de La Salle, cree que para ser buen profesor no es necesaria, como único elemento de pedagogía, la teoría.
En su más reciente libro ‘El saber práctico: phrónesis. Hermenéutica del quehacer del profesor’, explica cómo el saber práctico ayuda a que los maestros ‘enganchen’ a los estudiantes, no solo para aprender mejor, sino para saber tomar decisiones por medio del conocimiento adquirido.
¿Cómo explica usted que el saber práctico ayuda a mejorar la pedagogía?
El saber práctico es saber tomar decisiones en el momento oportuno: La dimensión práctica es entender por qué hago lo que hago. En este caso, el maestro debe acudir a tomar decisiones con técnicas pedagógicas y con material didáctico.
Allí, teoría y práctica no se pueden separar.
¿Cómo están afectando al estudiante las dinámicas de enseñanza que no tienen en cuenta el saber práctico?
Eso va desde el preescolar hasta la educación superior. Creo que la sociedad lo que nos está pidiendo es un tipo de ser humano obediente, que poco critique, que simplemente obedezca como un reproductor de conocimientos.
El maestro se enfrenta a eso y en eso radica la desesperanza de ellos en ese ciudadano, en lo que estamos produciendo. Sin embargo, hay unos cuantos que sí hacen resistencia, que hacen pensar a los estudiantes, enseñarles a ser críticos y a hacer sus propios proyectos de vida.
A raíz de esas falencias, ¿cómo ve a los nuevos profesionales?
Estoy convencido que estamos formando profesionales para técnicos. Somos una sociedad de técnicos aunque el título diga profesional.
Nos han dicho que si uno pasa por la universidad hay sentido crítico de la sociedad. Hay que ver qué pasa con gerentes de bancos y multinacionales cuando deben tomar decisiones éticas y morales, quienes terminan ejecutando de manera técnica y no práctica.
¿Cómo cambia la figura del maestro con el Internet?
La figura del maestro cambia porque no es solamente es el que está en un aula de clase, sino también es el que está en el video, en el tutorial. Hoy, el profesor tiene que enfrentarse a unos retos de producción del tipo ciudadano: uno que trabaje, un profesional que salga a trabajar.
Sus prácticas están en función de un ciudadano que tiene que ser graduado que tiene que trabajar y eso es complejo porque las dinámicas tienen que ser más profundas.
En el libro habla de la conciencia histórica, ¿cómo afecta esto a los maestros?
La conciencia histórica es saber preguntar acerca de quién soy yo en el presente, pasado y en el futuro.
A veces nos quedamos en el pasado y no buscamos el futuro que nos hala. Ese peguntar implica curiosear el mundo, que hace que la gente se salga de lo normal.
Para que yo como maestro pueda tener conciencia histórica, debo conocer el mundo, revisar mis prácticas y ver cómo las he desarrollado históricamente y luego transformarlas. Debo transformarme yo primero para luego transformar a mis alumnos.
¿Cuáles son los desafíos de los maestros frente al saber práctico?
En general, el principal reto es pensarnos una educación para la convivencia y para la paz. Debemos pensar prácticas pacíficas. No solo llenarlos de teoría, porque teorizamos mucho pero nuestras prácticas no enganchan a los estudiantes.
El maestro debe trabajar con la teoría pero tener sus propias prácticas.