En más de una ocasión, Marcial del Valle tuvo que despojar de la pelota de baloncesto a Tayron Luis Guerrero Otero cuando asistían por las tardes a un gimnasio ubicado en un colegio salesiano de Cartagena. Hoy no se arrepiente: su pupilo es el colombiano número 18 en la historia del béisbol de las Grandes Ligas al ser ascendido el pasado domingo por los Padres de San Diego.
“Eran los meses de octubre y noviembre de 2009, cuando inicié un trabajo especial con él, que no estaba seguro de seguir en el béisbol a falta de oportunidades y deseaba probar suerte en el baloncesto. Pero yo le decía que esperara los resultados conmigo”, recuerda Del Valle, cazatalentos cartagenero de Padres.
Del Valle conoció a Guerrero, entonces con 18 años, a instancia y perseverancia de un pupilo suyo (el jardinero Antonio Seca). Y cuando lo vio quedó sorprendido por su estatura de 2,03 metros.
Esa misma tarde, en el campo de sóftbol de Chambacú, lo probó y midió la velocidad del lanzador diestro: 86 millas por hora. Entonces le dijo que haría el trabajo especial de fortalecimiento físico, pero que llamaría a sus jefes de Estados Unidos para que tomaran la decisión de su firma.
Fue en ese lapso que Guerrero, nacido en Bocachica, corregimiento cartagenero de pescadores –donde antes jugaba como arquero de fútbol y comenzó a los 15 años en el béisbol como primera base–, quiso irse al baloncesto porque pensó que era otra falsa promesa, como ya había acontecido en el pasado con la organización de Tampa (a Carlos Alfonso, que dirigió en Colombia, no lo convenció).
Y los jefes de San Diego, el panameño Robert Rawlings y el dominicano Félix Feliz, llegaron y lo pusieron a prueba. Les impresionó su potencial por la estatura y el 9 de diciembre de 2009 lo contrataron por un bono de 15.000 dólares, según registro de Tito Quintero, que lleva ese control en Colombia. La velocidad de sus lanzamientos alcanzaba las 88 millas por hora.
“Te vamos a mandar a República Dominicana y allá el trabajo será más fuerte y subirás de velocidad”, dijeron los extranjeros. A los dos meses lanzaba a 91 millas.
El mayor y único varón de tres hijos de Ramón Guerrero y Oniris Otero fue llevado en el 2011 a Estados Unidos. E inició su recorrido por las divisiones menores de Padres, participando en el Juego de Estrellas del Futuro, en el 2014, al lado del receptor sucreño Jorge Alfaro, el más alto bono en la historia de Colombia, con 1,3 millones de dólares.
“Mi próximo grandes ligas será Tayron Guerrero”, afirmaba una y otra vez Del Valle, la tarde del miércoles 24 de julio de 2013, en el playón de Chambacú, cuando este periodista de EL TIEMPO le preguntaba por los inicios de su primer pelotero fichado por el mejor béisbol del mundo, el también lanzador Ernesto Frieri.
“Tenía mucha fe en él, sabía que si lograba el control, que ya lo tiene, sería un pelotero de las mayores. Pensé que estaría desde el comienzo en el equipo grande, porque su trabajo serio así lo indicaba”, dice ahora Del Valle, que recibió la noticia del ascenso del diestro, hoy con 25 años, en los primeros minutos de la madrugada del pasado domingo por una llamada a su celular del padre de Tayron.
Padres lo subió de El Paso, equipo Triple A, y envió a esa sucursal al venezolano Leonel Campos. Guerrero, que pesa 210 libras, salió el domingo temprano de El Paso a Milwaukee, donde su equipo perdió 3-2 ante Cerveceros, partido en que él no tuvo acción en su condición de lanzador relevo.
Pero su impresionante velocidad, que puede llegar hasta 100 millas por hora, según Del Valle, está lista para paralizar a los bateadores rivales, tal como lo hacía cuando era pescador.
ESTEWIL QUESADA FERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO
Barranquilla