Usted es la segunda mujer presidenta de la Corte Suprema de Justicia. Son muy pocas mujeres para tanta historia de la Corte…
Hay muy pocas, es cierto. Muy pocas, y no es tan fácil. El comportamiento normal de la Corte ha sido liderado por hombres; su manera de trabajar y su manera de pensar han sido de hombres. Sin embargo, yo creo que el camino se abrió.
¿Allá son muy machistas o sí la han consentido?
Me siento muy consentida; son respetuosos y trabajan hoy a la par con las mujeres en un campo de cordialidad y de igualdad.
Le retiran la silla, la dejan pasar primero…
Sí. No dejan de ser caballeros. Es cierto.
¿La piropean?
Sí, sí, sí, sí, sí. Son muy agradables en las salas plenas.
Pues tiene una misión muy grande por delante, que es recuperar la reputación de la Corte...
Ahora que presido la corporación, puedo expresar que nos dejamos de pronto amilanar por toda esa nueva revolución mediática y hemos cometido el error de quedarnos callados y no aclarar en su momento ni hablar de todas las cosas buenas que pasan aquí.
Obviamente, los jueces hablan con sus fallos, pero no siempre. A veces hay que salir a explicar, por ejemplo, por qué algo que se ha dictado en derecho suena injusto...
Es cierto. Muchos de los funcionarios están tan metidos en esa labor judicial que se aislaron completamente de la realidad actual. Estamos en un mundo de informática. En una sociedad de conocimiento en donde la globalización y las comunicaciones son casi que la manera de interactuar unos con otros y darse a conocer. Nosotros llegamos a un punto en el que como no hablamos, hablaron por nosotros. Y hablaron mal. Vimos la necesidad de despertarnos porque tocamos mucho fondo.
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Pero vienen de una época muy traumática en la cual la Corte Suprema de Justicia le declaró la guerra al anterior presidente de la República. Eso salió mal...
No quiero hablar de épocas en donde no estuve, pero no hay nada mejor para una institucionalidad y para un buen camino hacia un país que está pendiente de tranquilidad y de paz, que un manejo cordial entre los diferentes poderes. Molestarnos porque no nos pusieron de primeros en una mesa en un evento público, o porque nos criticaron es absurdo. Una institución no puede medirse por una molestia emocional de alguno de sus funcionarios. Y yo creo que estamos mostrando, en este mes y medio que llevo, la intención de estar con todos en paz.
Bueno, eso le iba a decir. Usted en un mes y medio que lleva, primero logró que nombraran presidente a una mujer por segunda vez en la historia de la Corte. Logró llenar vacantes de hasta dos años. ¿Cómo hizo?
Simplemente concluir entre todos que teníamos que conciliar, que ceder. No fue fácil al principio. Nombrar magistrados de la Corte es más complicado de lo que la ciudadanía se imagina.
¿Por qué?
Por una sencilla razón: confianza. Cada sala necesita compañeros en quien confiar en virtud de la labor que realizamos.
¿Por confianza o por política?
No. Créame que lo que menos se mueve al interior de la Corte es la política. Se mueve, más bien, el tema de la confianza y el conocimiento jurídico.
¿Cómo así de la confianza?
Cuando voy a una sala, los siete firmamos y tenemos que creer en lo que el compañero dice, que hay certeza de su fidelidad al caso que se estudia.
Se arman grupos que no quieren que les desbaraten su derecho de influir en las elecciones y en los fallos…
Bueno, en algunas ocasiones pudo ser así, pero creo que estamos llegando a un punto en que el manejo por grupos no es el manejo adecuado. Pero, aclaro, el grupo se forma por querer tener en el momento de elecciones, que es donde más se forman los problemas, personas que piensen como ellos y a quienes ellos les tienen confianza. Y me explico: cuando estamos por ejemplo en la Sala Civil y faltan candidatos, yo necesito tener la certeza de que el compañero que voy a nombrar es una persona honesta, correcta, en quien yo puedo creer. ¿Por qué? Hay un pacto de caballeros en donde la narración de los antecedentes en las providencias, en los proyectos, debe ser fidedigna, no debe decir nada que no esté contenido en el expediente porque vendría un problema delictual.
Usted fue víctima entre otras cosas de esa guerra de la Corte con el uribismo. A la terna en la que usted figuraba la rechazaron…
Sí, sí, sí. Cuando estuve de candidata hubo un problema con la terna y se envió otra por parte del presidente; pero ahora es distinto. Hoy es la Corte la que debe pensar en elegir un funcionario público que va a ejercer un cargo en otro organismo de la rama... Ahí sí uno se pregunta: ¿y quién será el fiscal que va a trabajar con nosotros? ¿Nos interesa que sea este o que sea este otro? Porque el fiscal trabaja muy de cerca con la Corte.
Hay muchos cuentos sobre esta elección de fiscal; ¿es cierto que han pensado en devolver la terna por algún motivo?
No. No, hasta ahora no. Y digo hasta ahora porque no sé cómo va a ser la evolución del proceso de elección y de votación.
¿Habría algún motivo para hacerlo?
Yo no creo. Son tres hojas de vida buenas, muy buenas. Las tres, que ofrecen mucha credibilidad.
¿Por qué alargar el proceso si ustedes lo pueden hacer expedito para que no siga haciendo tanto daño político? ¿Se ha dado cuenta del terremoto que causó la terna?
Correcto. Sí. No queremos ni correr ni hacerlo largo. Queremos cumplir el reglamento para evitar temas de no transparencia y suspicacias.
El primer punto era estudiar impedimentos. ¿Aceptaron alguno?
En la sala del 12 de mayo nos reunimos para reestudiar el tema de los impedimentos, y llegamos, dentro de la mayor cordialidad, a la conclusión de que los planteados por existencia de parientes desde tiempo atrás en la Fiscalía no debían aceptarse, pues para nada inciden en la elección. Todos están respaldados por seguridad laboral al estar en provisionalidad y ninguno tiene causal de excusa frente a los tres candidatos.
El segundo punto es algo novedoso: incluyeron una entrevista con el vicefiscal encargado que nadie ha entendido muy bien para qué es y que despierta suspicacias…
Claro, pero al mismo tiempo es un tema de trasparencia. Veinticinco años llevamos de elección de fiscalías, siete fiscales se han nombrado. Nos mandan procesos a los juzgados y a la Corte, recibimos los informes de sus gestiones…
(También: Corte define procedimiento para la elección del Fiscal)
Unas gestiones mejorcitas que otras, me tiene que aceptar…
Sí. Sí, sí claro, con toda seguridad unas mejorcitas que otras. Y ese es un proceso que ya necesita de análisis. Para nosotros, ese fue uno de los temas centrales: con veinticinco años de fiscalía necesitamos mirar qué está pasando allá. Preguntarle unas cosas al Fiscal encargado. Hay que hacer un corte de cuentas, y el momento de hacerlo llegó.
¿Pero qué es lo que necesitan preguntarle al Fiscal encargado?
Muchísimo. Por ejemplo, cómo está el tema de acceso a la justicia, con las denuncias presentadas por el ciudadano del común.
¿Le van a preguntar por manejos presupuestales, por contratación?
Le vamos a preguntar de todo. Por el presupuesto, por los contratos, por los empleados. ¿Necesitamos un fiscal totalmente académico? ¿O un fiscal gerente? ¿Qué clase de fiscal es el que necesitamos? Que nos explique cómo ha avanzado la Fiscalía en los diferentes temas que le conciernen, del proceso de paz: qué han adelantado con todo este tema del sistema integral de justicia, verdad, reparación y no repetición.
¿Por qué se dice que estamos buscando un fiscal para el posconflicto cuando lo que necesitamos es un fiscal que nos resuelva a la mayoría de los colombianos nuestros problemas con la justicia?
Estoy de acuerdo. Para la Corte, el fiscal tiene que ser una persona que se dedique a resolver los problemas y las preocupaciones de los ciudadanos. Nosotros queremos que el fiscal, y así lo hemos manifestado, se dedique a ejercer su función de fiscal. Y punto.
Que no haga política con el proceso de paz…
Bueno, eso no lo digo yo.
Lo digo yo. Que guarde su equilibrio, su imparcialidad.
Así es. Y no olvidemos que la Fiscalía tiene mucha incidencia en todo este sistema integral que se está creando.
Tendrá que mandarle los procesos antiguos y nuevos que ya estén armados al tribunal que va a juzgar a las Farc…
Ese sistema integral que se está creando, que todavía podemos manifestar que es un proyecto, requiere todavía muchas definiciones en las que tiene que participar la Fiscalía y también la Corte Suprema.
¿Qué tipo de temas no los dejan tranquilos?
Determinar por ejemplo el concepto de qué se entiende por temas relacionados directamente con el conflicto y los temas conexos. Conceptualizar eso, por decir algo. Establecer cómo va a actuar ese tribunal, cómo se va a regular toda esa justicia, temas en lo que la Corte debe, por el bien del país, opinar.
¿Pero eso no lo conceptualiza el Congreso?
Eso tenemos que trabajarlo entre todos, incluso con la Corte. Cuáles delitos van en la lista, cómo va a funcionar, quién resolverá los conflictos de competencia que se susciten, y mucho más.
¿Ese es un tema que a la Corte le preocupa?
Sí. Nos preocupa. La Corte no ha estado muy cerca al proceso. La verdad es que con nosotros no han contado para nada. Apenas esta semana ha habido unas reuniones sobre procesos de selectividad o algo así, pero a donde no invitaron a la Corte ni a su Sala Penal, que tiene que participar de alguna manera.
¿Tiene dudas sobre el proyecto de justicia alternativa?
Sí, pero que estoy segura se solucionarán. La Corte está de acuerdo con el proceso de paz. Nos encanta que por fin terminemos con la guerra y con todos estos problemas que han debilitado el progreso del país. Nosotros somos afectados, y nos sentimos aislados. La Rama Judicial en sí ha sido muy abandonada, no digo que este gobierno en especial, pero sí necesita mucha más participación porque tenemos necesidades presupuestales y de otros órdenes. Aunque somos ramas del poder público a la par que el Ejecutivo y el Legislativo, estamos más débiles en ese sentido, en temas de presupuesto y de reglamentación, y requerimos mayor atención a la Rama Judicial. Me preocupa que con el proceso de paz, y de pronto sin darse cuenta, estemos deslegitimando uno de los poderes de la democracia, que es el poder Judicial.
Y ahora les están creando una justicia alternativa transicional...
Paralela y con más funciones, a tal punto que en el proyecto de acuerdo –yo insisto porque todavía lo veo como proyecto– se está autorizando a una sección de ese tribunal de paz para que revise las sentencias ejecutoriadas y hasta se pueda considerar que en decisiones en firme se cometieron errores de hecho y que por lo tanto las pueden revocar. Hablan de revisar sentencias. Pienso que pueden revisar penas, pero no sentencias.
No solo pueden sino, más aún, se deja una sala que se puede abrir y cerrar cada vez que a alguien le parezca que una sentencia es revisable dentro de este marco…
Revive para toda la vida futura a una sala del tribunal de paz…
O sea, no solamente es para hoy, sino para el futuro...
Claro. Entonces, si es una justicia transicional, la pregunta es ¿ese tribunal va a durar para toda la vida? Pero, además está compuesto por 24 magistrados. Mire, nosotros que somos toda la justicia ordinaria, apenas somos 23.
24 en principio porque puede aumentarse el número si hay necesidad…
En principio. Se trata de toda una estructura, incluso con Fiscalía aparte. El Presidente nos ha dicho que sí vamos a participar, que ni más faltaba, que él quiere que todo el mundo participe; nosotros se lo hemos planteado y ha sido muy receptivo, pero tenemos preocupaciones que creo que se pueden solucionar. Porque entonces nos dicen: ‘no, es que la Corte está peleando porque va a perder poder. Que sus magistrados se sienten afectados en su ego’.
¿Y si no es eso, qué?
No. A los que estamos ahora no nos interesa que nos pongan doce años el período, o que nos suban a 70 años el tiempo de servicio. No. Estamos discutiendo por la institucionalidad del país. A mí y a mis compañeros nos duele el país que pasa por la Corte. Cada vez nos bajan más el presupuesto, no tenemos casi ni para comprar papel. Y van a entregarle al país toda a una nueva justicia que vale una billonada. No estoy hablando de millones, estoy hablando de billones. Entonces no nos oponemos a la justicia transicional, pero solo pido que no olvidemos a la justicia ordinaria, pues sobre ella pesarán las decisiones diferentes al tema de paz que serán muchas a raíz del posacuerdo y del posconflicto.
¿Me reconoce, para terminar doctora Margarita, que la elección del próximo fiscal es histórica por todo esto que hemos hablado?
Sí. Es histórica y ojalá que el que sea elegido cumpla ese papel histórico. Jurídico. Solo y únicamente jurídico, pensando como institución de la rama Judicial.
Señora presidenta de la Corte, ¿en cuánto tiempo se elegirá a ese fiscal?
Generalmente se podría tomar un mes, pero pienso, serán máximo dos meses. Según nuestras cuentas, si todo sale bien, en quince días oiremos al fiscal encargado, preguntaremos y nos empaparemos de la situación actual de la Fiscalía. Y a los quince días, en salas ordinarias cumpliendo reglamento, oiremos a los tres candidatos, les haremos preguntas y procederemos a votar. Calculamos que eso debe ser el 9 de junio, y ahí deberemos empezar a votar.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO