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Exposición 'Hacia una nueva orilla', en NC-Arte

13 artistas abordan desde el origen del mundo y sus mitos hasta la memoria y el universo.

“Hacia una nueva orilla, en algún lugar lejano, a muchos años luz en el espacio, te esperaré...”, es una frase que sonaría absurda si se somete a una mirada racional. El fragmento es de un poema de Sun Ra –músico estadounidense de jazz experimental– y fue el detonante de Hacia una nueva orilla, en NC-Arte. Claudia Segura, directora y curadora de este espacio, reunió a 13 artistas coetáneos y de distintas generaciones para presentar obras que invitan a pensar e imaginar otros mundos y temporalidades.
Algunas piezas se hicieron in situ, como es el caso de la de Alberto Lezaca o la de Marlon de Azambuja, que estuvieron influenciadas por la poesía o la ciencia ficción. Otras son obras representativas, como Stuck Red – Stuck Blue (1970), de James Turrell (EE. UU.) quien desde la luz genera ilusiones ópticas. O son piezas que el espectador puede llevarse consigo, como lo es una particular cartografía de Bogotá construida a partir de lugares que tienen nombres como Panadería Galaxia, Estrella Roja, Orión, etcétera.
Una frase que se le atribuye al estadounidense Mason Cooley (1927-2002), conocido por sus aforismos dice lo siguiente: “Reading gives us some place to go when we have to stay where we are” (Leer nos da un lugar a dónde ir cuando tenemos que quedarnos en donde estamos). Posibilidad que también ofrecen la música y, por supuesto, las artes plásticas y visuales.
Por ejemplo, en el caso de la obra in situ de Marlon de Azambuja, ‘Nuevo universo’, se trata de la posibilidad de imaginar un universo contenido en un pequeño espacio, que en este caso es la pared. Durante varios días, con varios asistentes, tomaron diferentes sellos que hizo el artista con estrellas de cinco, seis, y hasta 10 puntas. En total, se supone que son un millón de estrellas las que fueron plasmadas en la pared, en un acto repetitivo pero coordinado, pues el artista brasileño, que está radicado en España, supervisó con un contador el número de veces que le correspondían a cada tipo de estrellas.
“Me gustó este diálogo y el contraste entre ese esfuerzo aritmético y reglas para la construcción de la pieza, cuyo resultado aparentemente no tiene nada de matemático”, señala el artista.
Otra obra que se configuró a partir del espacio arquitectónico de NC-Arte es la instalación que presenta el bogotano Alberto Lezaca. Esta partió de una pieza literaria llamada La trama celeste, escrita por Adolfo Bioy Casares. Esta plantea la existencia de universos paralelos que son muy parecidos entre sí. Uniendo su trabajo con este planteamiento, ideó dos piezas que son una prolongación de la pared de NC-Arte y de una de sus columnas. Las diferencias en su inclinación son sutiles, apenas de unos cuantos grados de inclinación, pero dan cuenta de esa posibilidad de coexistencia de otras realidades.
Las complementa con pinturas en las que se proponen objetos extraños, en apariencia sin mayor utilidad. Están acompañadas por una fotografía de una instalación que hizo en su estudio, pero que modifica a través de la fotografía, introduciendo elementos que a simple vista no se pueden diferenciar de la imagen inicial. “Hay un origen de las obras, pero al momento de crearlas no estoy interesado en que haya una lectura clara sobre estas”, dice Lezaca, quien también señala que es trabajo del espectador acercarse a la obra. “Si lo doy todo se vuelve aburridísimo”, continúa.
Otro artista que expone es Pedro Torres, nacido en Brasil pero radicado en Barcelona. Su propuesta consta de una instalación en video en la que cuatro proyecciones se presentan de forma tal que componen un cuadrado. Al entrar en este, imágenes en blanco y negro se presentan a alta velocidad, haciendo difícil identificar exactamente a qué corresponden. En simultánea, un sonido desconecta al espectador del lugar, y lo sumerge en un pequeño cubo de información saturada. “Dividí el mundo en cuatro canales: el macro, el micro, el artificial, y el natural”, dice el artista. Su hilo conductor son las formas circulares, presentes en la naturaleza. “Los enfrenté de esa forma de forma tal que se empiecen a cuestionar sobre aspectos como: ¿De dónde vengo? O ¿Qué hago?”. Y para ello, se hace necesario preguntarse sobre la veracidad de las imágenes, no solo al presenciar esta pieza sino en general, cuando la forma de observar el mundo y de interactuar con este se hace principalmente a partir de las imágenes.
Otras piezas fueron realizadas en técnicas bidimensionales como el dibujo. Tal es el caso de Ie Sua, del español Juan Zamora. Esta es una serie que realizó durante una estadía en Boyacá, en un espacio llamado La residencia artística de los Andes. Zamora, que tiene interés en lo antiguo, exploró la manera como para nuestros ancestros, el agua era un símbolo de la divinidad. Poco a poco, el trabajo se derivó hacia un animal, la rana, y su relación con la cosmogonía indígena. “Al final resultó una suerte de patafísica con el agua, la rana, y el espacio”, dice Zamora. Al interesarse en lo antiguo, estos dibujos fueron realizados en hojas de libros y cuadernos que compró en librerías de Tunja. El papel evidencia el desgaste, el paso del tiempo, y hace de sus dibujos una especie de mito o libro científico, que hay que observar con cuidado.
También hay escultura, como Ninguna parte, de Adriana Ciudad (Lima), Esta se expone en el segundo piso de NC-Arte y muestra a una niña cubierta con una máscara, y rodeada de lo que podrían ser agujeros negros. Al igual que las piezas mencionadas anteriormente, esta indaga sobre el universo, sus misterios, y los mitos fundacionales. La obra está acompañada por un sonido conformado por cantos de alabados, de Andagoya (Chocó), que se realizan cuando muere un adulto y mezclada con sonidos del Universo que la NASA captó hace dos décadas y que se pueden escuchar en la web.
“Me gusta trabajar con sonido, hacer que entrar al espacio sea toda una experiencia”, dice Ciudad, radicada en Bogotá desde hace dos años.
Al igual que la pieza de Azambuja, que partió de un poema, la de Lezaca, de una novela, y la de Zamora, de los mitos, Ciudad tomó como punto de inicio una frase que señala que la gravedad es una ilusión. “Me pareció muy interesante esa idea, porque hay muchas cosas que son un misterio, y nuestra percepción humana es tan corta que no logra descifrar todas las facetas del Universo”. Añade que le gusta analizar "hechos sociales o del conocimiento desde un punto emocional, que no necesariamente es del entendimiento sino de aquí (mientras dice esto señala con sus dedos el lugar donde se encuentra su corazón), porque hay cosas que no se pueden describir con palabras”, finaliza.
Desde técnicas manuales o la acción repetida un millón de veces de Azambuja y varios asistentes para crear su pieza efímera sobre una pared, en la cual de forma intuitiva resultaron concentrándose estrellas conformando planetas o galaxias (depende de la percepción),
‘Hacia una nueva orilla’ permite imaginarse y otros mundos, sin pretender ser una verdad absoluta, sin presentar un contenido científico denso y sin dejar a un lado el arte.
Los artistas y las obras
Julieta Aranda: ‘There has been a miscalculation (flattened ammunition)’.
Tania Candiani: ‘Geometría de estaciones espaciales’.
Adriana Ciudad: ‘Ninguna Parte’.
Marlon de Azambuja: Nuevo universo’.
Regina de Miguel: ‘Voices of Vanishing Worlds’.
Víctor Garcés. ‘He aquí ese algo’.
César González: ‘Astros’.
Alberto Lezaca: ‘304 no es 309’.
Basim Magdy: ‘Turtles all the way down’.
Mayana Redin: ‘Establecimiento Cosmos’ Pedro Torres: ‘O’ y ‘Again’.
James Turrell: ‘Stuck Red - Stuck Blue’.
Juan Zamora: ‘Ie-Sua’.
¿Dónde y cuándo?
‘Hacia una nueva orilla’ estará abierta al público hasta el 9 de julio, en la carrera 5 n.° 26B-76 (Bogotá). Tel: 282-1474.
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