Detrás de la decisión del presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, de cortar el paso de los migrantes ilegales que llegan a su territorio desde Colombia, rumbo a Estados Unidos, hay más razones que la obvia de intentar frenar un tráfico humano que cobra vidas entre los que se arriesgan a cruzar el mar o la espesa selva entre los dos países.
A diario, decenas de personas, la mayoría de ellas cubanos (pero también africanos y asiáticos) llegan ilegalmente a Panamá. Hasta ahora la decisión extraoficial que venían tomando muchas autoridades era dejarlos pasar, como acaba de suceder con los casi 3.800 cubanos que, gracias a un acuerdo humanitario entre el Gobierno del istmo y el de México, fueron transportados a este último país, fronterizo con Estados Unidos.
Pero en los últimos meses las autoridades colombianas y panameñas detectaron una nueva modalidad criminal asociada al tráfico de personas: muchos de los migrantes ilegales están ‘coronando’ el paso a Panamá a través de las selvas del Darién cargando a las espaldas entre cinco y 20 kilos de cocaína.
Es droga del ‘clan Úsuga’, y lo que se ha podido establecer es que en los campamentos ilegales que controlan el paso de extranjeros les están ofreciendo la posibilidad de no pagar los 2.000 dólares que cuesta el ‘salto’ (de Colombia a Panamá) a cambio de llevar la droga. Incluso les dan dinero para el resto de la travesía, que puede costar hasta 5.000 dólares, la mayor parte de ellos para pagar a los temidos ‘coyotes’ mexicanos que manejan el paso por la frontera con EE. UU.
La Policía colombiana, que completa más de un año de operaciones sostenidas contra ‘los Úsuga’ (Operación Agamenón) recibió información directa de varios de esos inmigrantes.
Uno de ellos, de 24 años y que hasta hace dos meses estaba en Cuba, contó que salió de Turbo en lancha junto con otros 30 ilegales, rumbo a las costas del Chocó que dan contra el territorio panameño. “El ‘coyote’ poco hablaba con nosotros. Iba con otro señor –dice la declaración, conocida por este diario– (...). Del grupo, una gran cantidad ya no tenía dinero, algunos no hablaban español y todos teníamos sed y hambre. El tipo nos dijo que había una forma de pasar la frontera y ganar plata. Cargar unos kilos de cocaína por la selva, y así le pagábamos a él y garantizábamos el viaje”.
Es una ruta que, según los testimonios, tiene retenes armados casi hasta La Miel, el primer caserío del lado panameño. Son casi cinco días de marcha continua a través de la manigua, con 35 grados de temperatura promedio y una humedad que penetra los huesos.
De hecho, en la ruta, que hasta hace cinco años manejaba el frente 57 de las Farc, el del abatido ‘Becerro’, se ven aún los huesos de quienes no aguantaron el viaje y los de aquellos que fueron asesinados por los que supuestamente debían llevarlos a salvo al otro lado.
‘Becerro’ cayó en una operación adelantada por la Fuerza Pública en marzo del año pasado en la vereda Garval, sobre el río Opogadó, en Bojayá (Chocó). Ese mismo día, las autoridades lograron incautar 1.316 kilos del alcaloide listos para despachar a Centroamérica. La debilidad de las Farc en la zona ha sido capitalizada por ‘los Úsuga’, que tienen allí a ‘Gavilán’, su segundo al mando. Él es uno de los capos, según las autoridades, que más provecho sacan del tráfico de personas, un negocio que en el año puede estar moviendo a entre 15.000 y 25.000 personas, de las cuales son detectadas en el país menos de la cuarta parte. Pero es otro de la cúpula, ‘Nicolás’ (500 millones de recompensa), quien estaría manejando directamente las negociaciones con los ‘coyotes’.
Los ‘cargadores’
Desde hace un par de años, las historias de ‘cargadores’ de cocaína se empezaron a oír a lo largo de los 266 kilómetros de frontera terrestre entre los dos países. Lo que se había comprobado era que la mafia utilizaba a indígenas para esa labor, aprovechando la miseria casi endémica en todo el territorio. Ahora, los extranjeros que persiguen el ‘sueño americano’ han entrado a engrosar ese potencial ejército de ‘mulas’ del narcotráfico.
“El municipio de Turbo se ha convertido en el centro de acopio tanto de migrantes ilegales como de cocaína. Todas las rutas confluyen a Turbo. De allí, se embarcan hasta Acandí (Chocó), frontera con Panamá. Esa es la ruta marítima por el golfo de Urabá y a partir de ahí empiezan su tránsito hacia Centroamérica”, dijo el comandante de la Armada Nacional, almirante Leonardo Santamaría Gaitán.
Un informe de Inteligencia de la Policía conocido por este diario advierte que el ‘clan Úsuga’ está moviendo la droga que sale de los laboratorios ubicados en el bajo Cauca antioqueño hacia Urabá por vía terrestre.
Esa es una de las fuentes que nutren las caletas de la droga que llevan a cuestas muchos migrantes. La otra es la producción local de municipios como Acandí, en plena frontera, donde la banda controla cultivos y laboratorios custodiados por grandes grupos armados de fusiles.
En dos semanas, el Bloque de Búsqueda de la Policía Nacional ha incautado 2.000 millones de pesos en efectivo, en el Urabá antioqueño, dinero del ‘clan Úsuga’ para pagar la nómina de los centenares de hombres que tienen desplegados hacia la frontera.
El general Humberto Guatibonza, director de la región 6 de la Policía, señaló que por lo menos el 70 % de la cocaína incautada en 2016 (94,1 toneladas) es del ‘clan Úsuga’. También se refirió al peligro que hay por los campos minados que años atrás fueron sembrados por las Farc.
El 28 de abril de este año, con información de la Armada colombiana, efectivos del Servicio Aeronaval de Panamá detectaron en inmediaciones del caserío de La Miel a un grupo de migrantes que, por primera vez, se les enfrentaron.
En el lugar se encontró el cuerpo sin vida de un hombre, se logró la captura de cuatro más y se hallaron, dispersos, 220 kilos de cocaína. Al hablar con los capturados, todos migrantes ilegales, las autoridades panameñas concluyeron que los que dispararon eran integrantes del ‘clan Úsuga’.
Este año ya van 5.376 ilegales detectados
Migración Colombia, la Armada y la Policía vienen trabajando coordinadamente para frenar el paso de migrantes ilegales y el tráfico de cocaína.
“En las leyes internacionales se habla de país de origen y de país destino, pero no se tiene en cuenta a los países de tránsito como Colombia y Panamá; en este caso, somos víctimas de esta actividad ilegal”, dijo Cristian Kruger, director de Migración Colombia.
Kruger advierte que los migrantes son víctimas y que por eso parte de los esfuerzos se enfocan en golpear las redes de ‘coyotes’, que tienen franquicias en cada país de la ruta. Hasta ahora se han capturado 49.
Desde el 2012 hasta el pasado mes de abril, se han detectado en Colombia 17.647 casos de migrantes ilegales. Tan solo en el 2015 fueron identificados 8.855 casos. Y comparando abril del año pasado (1.663 casos) con abril de este año (5.376) ha habido un incremento del 223 %.
Estos migrantes provienen, en su gran mayoría, de Cuba, Haití, Senegal, Ghana, Congo, Somalia, Siria, India, Nepal, Bangladés, China y Pakistán. Pueden viajar entre uno y cuatro meses. Y su paso por Colombia puede costar 5.000 dólares por persona.
JUSTICIA
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