Corría el 2012 y ya había varios casos que tenían como víctima de las redes sociales a una adolescente. La estudiante canadiense Amanda Todd, por ejemplo, fue chantajeada después de que una foto suya en la que aparece semidesnuda se hizo viral, y terminó suicidándose. Y otra colegiala quedó inconsciente tras una borrachera y fue agredida sexualmente por sus compañeros, que documentaron su acción en las redes sociales.
Fue entonces cuando a la periodista Nancy Jo Sales, experta en celebridades y cultura juvenil, sus editores de la revista ‘Vanity Fair’ le preguntaron qué estaba pasando en el mundo de las niñas. “Querían saber lo que pasaba en la vida de una ‘chica promedio’ para ver si había una tendencia”, recuerda Sales, desde Nueva York, sobre el inicio de la investigación que le permitió hacer un mapa del comportamiento de las adolescentes en la web. De eso se trata su libro ‘American Girls: Social Media and the Secret Lives of Teenagers’ (‘Chicas estadounidenses: las redes sociales y la vida secreta de las adolescentes’), recién lanzado.
Para la investigación que dio origen al texto, habló con más de 200 adolescentes, entre los 13 y 19 años, de diez regiones de EE. UU., de distintas procedencias, razas e identidades sexuales. En sus relatos hay un patrón: a todas les preocupa cómo las redes sociales influyen en las imágenes que comparten de sí mismas y en sus relaciones. Están conscientes de sus efectos adversos, pero no saben qué hacer.
“En las redes está muy presente el cuestionamiento de si se está siendo sexy –advierte la reportera, nacida hace 51 años en la Florida–. Esto me hizo preguntar por qué se enfatiza en la apariencia y la sexualización de las niñas”.
‘La niñez se ha ido’
“Para muchas, las redes implican un ejercicio, a veces poco saludable, de autovalidación para conseguir un ‘me gusta’ a partir de mensajes e imágenes. Y esto parece crearles una gran presión”, comenta.
En las charlas que tuvo con profesores y administradores de colegios, estos le repetían: “Ya no hay más infancia, la niñez se fue”. Eso le permitió ver que estamos frente a “un nuevo tipo de infancia”, que otorga un tiempo muy limitado para la inocencia y da paso a un “nuevo tipo de adolescencia. Los primeros enamoramientos se producen en un entorno electrónico acelerado, donde las niñas se hacen adultas en línea, en una cultura hipersexualizada que normaliza comportamientos extremos”.
Si bien Sales reconoce que “la sexualización de las mujeres” ya se había estudiado, “la sexualización de las niñas” es algo más reciente, anota, y se ha exacerbado en las redes sociales, principalmente porque ahí existe una mayor presencia de imágenes sexuales de mujeres y de niñas como ellas.
“El efecto que tiene sobre las niñas ver imágenes sexuales todo el tiempo es enorme: hace que consideren que su atractivo sexual es más importante que la personalidad. Muchas niñas con las que hablé sentían los efectos de este mensaje dañino y, sin embargo, seguían ‘autosexualizándose’ –dice Sales–. (Las niñas) están dando a otros el poder de decir si ellas valen la pena y, a menudo, (este poder) se basa en cómo se ven en una foto. Esa es una falsa valoración de la autoestima. Es muy normal que la chica promedio publique una selfi y consiga comentarios que rozan el acoso, que si se recibieran en la calle serían un insulto. Sin embargo, no es parte de la cultura de las redes decir: ‘Oye, no hables de mi cuerpo’. En ellas, las imágenes sexualizadas son las que consiguen más ‘me gusta’. Por otro lado, las observaciones sexualizadas son algo que (las adolescentes) cultivan. Los adultos también nos dejamos atrapar por las redes, pero sabemos que no es la vida real. Las niñas sienten que lo virtual es lo real y esto puede ser muy aplastante”.
Las relaciones y las citas entre adolescentes como las conocíamos son poco comunes hoy, señala Sales. En ese sentido, las nuevas tecnologías, el intercambio de desnudos y el fácil acceso a la pornografía en línea han sustituido formas de intimidad. Según ella, mucho antes de que se hayan tomado de la mano o dado un beso, las adolescentes ya han experimentado el ‘sexteo’.
Sales recuerda haber ido a una fiesta un 4 de julio, en Indiana, donde un joven de 19 años cantaba un rap que narraba una violación. “Y todo el mundo aplaudía y reía. Las chicas no decían nada”, cuenta sobre esa chocante experiencia.
En su libro, ella también habla de las ‘Slut pages’ (páginas de perras), que, asegura, existen en cada escuela que visitó. En ellas, alguien sube desnudos que luego comparte en una red como Instagram. Esto ha llegado a ser tan ‘normal’ que muchas adolescentes relatan este tráfico de imágenes como algo cotidiano contra lo cual no había nada que hacer; ni siquiera cuando sus padres las descubrían y lo informaban al colegio, pues la institución tenía que explicarles que, de acuerdo con la ley, no se puede hacer nada. “Este es solo un ejemplo de cómo la cultura de las redes está creando un clima de acoso sexual”, advierte.
“He conversado sobre esto con amigas de mi edad y, aunque parezca mentira, ellas piensan que el sexismo que hoy sufren las niñas es peor del que vivimos nosotras. Y aunque ha habido más de un siglo de feminismo y tuvimos también el ‘poder femenino’ hace 25 años, la ‘cosificación’ de la mujer se normalizó”, subraya Sales.
Si bien su investigación está enfocada en testimonios recogidos en EE. UU., la autora afirma que este escenario no es exclusivo de ese país. Ella incluyó en su publicación estudios de comportamiento de lugares como Europa y Australia, donde también se observa relación entre el uso de las redes y cuadros de ansiedad y depresión.
Tampoco cree que haya que culpar a los ‘smartphones’ o a las redes: “Son herramientas, no hay nada malo en ellos. Todo está en la forma en que se usan. Y en este momento están reflejando tendencias culturales muy perjudiciales para las niñas. Pero también hay maneras en que las redes pueden ocuparse de buena forma. En ellas hay un activismo feminista que empodera a las niñas. Las redes sociales pueden ser también una voz positiva”.
Pasan hasta 11 horas diarias en línea
Según los estudios en los que Nancy Jo Sales se basó para escribir su libro sobre las adolescentes estadounidenses, la mayoría de las niñas envía entre 30 y 100 mensajes diarios, y dedica entre 9 y 11 horas a las redes sociales y el consumo de medios en ‘smartphones’, ‘notebooks’, tabletas y televisores. El atractivo principal que tienen las redes para ellas es que son el lugar donde interactúan con amigos y compañeros. Estar fuera de ellas es no pertenecer.
La autora sostiene que quienes están en mayor riesgo en las redes sociales son las niñas. Y los ataques de ciberacoso que ellas sufren se centran en su sexualidad. Y si bien su investigación está enfocada en testimonios recogidos en Estados Unidos, Sales afirma que este escenario no es exclusivo de ese país.
MURIEL ALARCÓN LUCO
El Mercurio (Chile) - GDA