En el país hay reportados casi 90.000 desaparecidos. Al menos una tercera parte de ellos corresponde a víctimas del conflicto armado, pero en ese dramático registro, que recoge casos desde hace más de 50 años, hay también miles de personas que simplemente decidieron irse de sus sitios de origen y de las que su familia no volvió a tener noticia.
Muchas de ellas murieron y están entre las más de 15.000 personas que a pesar de que están plenamente identificadas nunca fueron reclamadas por los suyos. Son los muertos que nadie reclama. Pero también hay una enorme lista, conformada hasta este jueves por 23.882 códigos, de los que no tienen nombre y sobre los que no hay datos para intentar contactar a sus familias.
Ellos, los llamados NN –del latín ‘No Nómine’, término que el Instituto de Medicina Legal quiere borrar del léxico común porque considera que es una manera despectiva de referirse a esas personas–, son el motor de los esfuerzos de centenares de funcionarios, entre médicos, antropólogos, fiscales y peritos, que dedican días y años a devolverles la identidad.
Esa tarea empieza en las fosas comunes donde los grupos armados intentaron ocultar a sus víctimas, pero también en cementerios de todo el país que desde hace un par de años empezaron a ser ‘barridos’ por las autoridades. La cifra de los desconocidos puede ser mucho mayor porque hasta ahora ha sido explorada la cuarta parte de los más de mil camposantos colombianos.
La primera pista la dan las prendas halladas en las fosas. Blusas, ropa interior, pantalones, anillos y pulseras constituyen indicios para que las familias reconozcan a sus seres queridos, porque el recuerdo de la última vez que los vieron sigue vivo, como el dolor de no saber su suerte, por años, a veces vidas enteras.
La Fiscalía, que tiene 19 equipos en 14 regionales asignadas a esa tarea, publica desde el 2009 la 'Revista Rastros', en la que aparecen las fotografías de las prendas encontradas en las exhumaciones. Por esa vía se empezó a establecer la identidad de 20 personas, dato que después fue verificado con pruebas de ADN.
De los más de 6.500 cuerpos recuperados por la Fiscalía gracias a las confesiones de los exparamilitares desmovilizados, 3.104 fueron plenamente identificados y ya fueron entregados a sus familias. Hay otros 1.460 cuerpos y restos en laboratorios con una posible identidad, y 1.989 más sin mayores datos.
Rostros digitales
La última esperanza de los investigadores para identificar un cuerpo que ha pasado por todas las técnicas de búsqueda sin arrojar resultado es la reconstrucción facial.
Al grupo de morfología de la Fiscalía General de la Nación le entregan pocos datos: el sexo y las medidas y dimensiones craneales. En ese momento, el perito comienza la tarea de ponerle un rostro a esos restos.
Es un trabajo que hasta ahora se venía haciendo con papel y lápiz y con plastilina y otros elementos para moldear, en una labor casi artística, pero que ahora cuenta con la ayuda de la tecnología.
Para agilizar la identificación de rostros, el equipo de la Fiscalía puso a prueba desde enero de este año un escáner láser de última generación que permite reconstruir el cráneo en 3D, que reduce a dos días una labor que antes podía tardar meses.
La imagen escaneada se envía a un programa de modelado en el que se pueden cambiar el color de la piel, cabello y ojos, así como las dimensiones de los ojos, los labios y la nariz.
Moisés Polidoro Ostos, un experto morfólogo del CTI con más de 28 años en esa misión, explica que todos los cráneos son distintos y que pequeñas características, como la mordida, dan pistas de las expresiones de la cara: “Cuando estoy ante un cráneo digo: ‘Diosito, ayúdame para que se parezca’. Entiendo que esto que hacemos nosotros es para dar nombre a un cuerpo no identificado y que es la última esperanza para que esa persona no quede abandonada”.
Polidoro empezó a hacer reconstrucciones desde 1991. Entonces hacía retratos hablados. Ahora está preparándose para sumarle a su arte la ayuda de los escáneres. Los rostros se envían al Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres (Sirdec) de Medicina Legal, y las fotografías se publican en medios de la zona del hallazgo del cuerpo o los restos, siempre con las prendas halladas en la fosa. Hasta el momento, la Fiscalía General tiene dos máquinas como estas, en Bogotá y Medellín. Hay cuatro más en camino.
El equipo de Morfología del CTI, liderado por la doctora Marcela Briceño, trabaja también en la reconstrucción de rostros de víctimas de Luis Alfredo Garavito y de varios de los fallecidos del Palacio de Justicia.
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