Puede resultar una paradoja, pero gracias a los jóvenes, y también a los lectores arriesgados y curiosos, las obras clásicas antiguas y contemporáneas están enamorando cada vez a más lectores. Así lo reiteran las cabezas de dos exitosas editoriales internacionales que están sacando novedades desde hace unos años, que son seguidas por verdaderos ejércitos silenciosos de culto: Acantilado, de España, y The New York Review of Books, de Estados Unidos.
La española Sandra Ollo, directora editorial de Acantilado, comenta que desde un inicio esa firma se enfocó en dos direcciones: “centramos la mirada en la literatura europea del Este, que por razones políticas había quedado total-mente escondida; estoy hablando de literatura de Serbia, Ucrania, Croacia, Polonia, que era desconocida”.
Por otro lado, ellos se preocuparon por recuperar obras clásicas con traducciones frescas al español, que hasta el momento habían sido traducidas a través de una lengua interpuesta como el francés. Como ocurrió con los autores rusos.
“Acantilado comenzó a traducir de lengua directa. Esto fue un enorme reto porque conseguir buenos traductores literarios en lenguas tan lejanas al español suponía una dificultad. Un buen académico no necesariamente es un buen traductor y un buen traductor no es necesariamente un buen traductor literario. Y estos son matices que hay que tener muy claros”, agrega Ollo.
Por su parte, Edwin Frank, editor de clásicos de The New York Review of Books, anota que con la crisis de las librerías independientes en Estados Unidos comenzaron a desaparecer libros clásicos que se dejaron de imprimir. “Entonces, el proyecto empezó como una manera de reimprimir. También me di cuenta de que había poco trabajo en traducciones, lo que fue otra oportunidad”, dice.
A diferencia de los grandes grupos editoriales, que se apalancan en estrategias comerciales y de mercadeo, los expertos de estas dos editoriales destacan dos elementos claves en su éxito: alianza con libreros independientes y edición.
“Acantilado no invierte dinero en mercadeo ni en publicidad. Invierte dinero en edición, creemos que es el pozo y el esqueleto más importante de nuestro catálogo”, dice Ollo. El resultado son textos limpios con un lenguaje “cuidadísimo y registro neutral, para que sea comprendido en América”.
De este modo, estos fondos recuperaron, con vestido renovado, plumas como Chejov, Pessoa, Lucrecio, Séneca, Cicerón, Eurípides, Dante o Grossman. “Es descubrir un texto que de repente te das cuenta que alumbra una realidad y que tiene una actualidad extraordinaria”, explica Ollo.
Ambos editores están de acuerdo en que los lectores están ávidos de libros que los sorprendan. Y estas editoriales se han encargado de ser diferentes. “El mensaje nuestro es: ‘¿Recuerdas este libro que amabas? Acá lo puedes volver a conseguir. Y si te gustó este, quizás te puede gustar este otro’. Buscamos atraer lectores aventureros y curiosos”, comenta Frank.
Jaume Vallcorba, creador de Acantilado, quiso crear un público. “Nosotros no pensamos en qué quiere el lector, sino que pensamos en lo que todavía no sabe que quiere leer”, dice Ollo.
“Nos llama la atención que muchos de nuestros lectores son jóvenes que están saliendo del colegio o de la universidad, que son estudiados, y que quieren encontrar y averiguar cosas ellos mismos. Y nuestros fondos se vuelven una especie de museos, en los que ellos saben que pueden descubrir novedades que les serán útiles”, concluye Frank.
CARLOS RESTREPO