El grafiti sigue siendo una expresión ar¬tística y cultural en la capital del país, como lo demuestran los murales a lo largo de la calle 26, los de la carrera 30 o los de La Candelaria, que se han convertido en uno de los atractivos tu-rísticos para extranjeros. Este es el caso del Bogotá Graffiti Tour.
Ahora, un proyecto cultural liderado por el Centro Colombo Americano en la ciudad busca acercar a los estudiantes y al público general al grafiti, no solo desde las técnicas que se utilizan en este, sino a partir del contexto social, político y económico en el que se crea.
‘Del otro lado, Grafiti en el Colombo’ es una se¬lección de artistas cuyos grafitis y murales segu¬ramente usted ha visto en la calle: Guache, Toxi¬cómano callejero y el colectivo Monstruación. Con la curaduría de Juan David Quintero, historiador y curador del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, el grafiti se presenta en otro escenario para permitir espacios de reflexión y contempla¬ción sobre los temas que tratan estas piezas, loca¬lizadas en lo que se considera arte efímero.
“Entrar a un espacio institucional como el Co¬lombo, que nos abrió sus puertas, permite mos¬trar las técnicas que (se) utilizan y que la comuni¬dad, que a veces no está de acuerdo con el grafiti, lo vea en otro contexto y se aproxime a este de otra forma”, dice Quintero. Porque, muchas ve¬ces, si bien por su tamaño y por estar en la calle es imposible no notar la presencia de los murales, de varios metros de alto y largo, el hecho de mos¬trarlo en un espacio interior genera una experien¬cia distinta.
No es lo mismo ver un mural desde un Transmilenio, un automóvil o de afán. El objetivo es que la gente se tome el tiempo de observarlo y de de¬tallar las temáticas que abordan, el manejo que hacen del humor y la resistencia que plasman gráficamente; que conozca un poco más sobre la historia de esta práctica. “La invitación es a que las personas tumben paradigmas y se den cuenta de por qué se está haciendo grafiti y por qué este se vuelve tan interesante”, continúa Quintero.
Así, buscando romper la idea de que todo grafi¬ti es vandálico, se busca otra: la posibilidad de ver el grafiti como pieza de arte. Por eso, una de las exposiciones presenta una colección privada que busca “mostrar que hay procesos y estudios (boce¬tos) que se pueden coleccionar. Los coleccionistas no lo tienen muy claro y esta es una invitación a que se animen a apoyar el grafiti y a que se arries¬guen un poco”, finaliza Quintero.
MARÍA ALEJANDRA TORO VESGA