Las puertas 7 y 8 de la entrada a Corabastos sirven como punto de encuentro para sumergirse en las bodegas de reciclaje del barrio María Paz, en el sector de Kennedy, en Bogotá.
Luis Alberto Romero, líder de la Entidad Medioambiental de Recicladores ESP (EMRS), sirve de guía hasta la casa de tonos verdes y dos pisos donde opera esta organización de recicladores de oficio; esos que recorren en las noches las calles y escarban entre la basura para escoger y rescatar material que puede ser aprovechado.
Sin embargo, no es solo la defensa por este oficio y la forma como recita de memoria leyes y normas relacionadas con el reciclaje lo que sobresale en el discurso de Romero, sino su obsesión por un modelo solidario y equitativo dentro del gremio: “En EMRS todos trabajan y ganan igual”, enfatiza Luis Alberto.
Consuelo Ocampo dice que al día llegan a EMRS unos 40 socios con material para reciclar, en total son 88 recicladores. La bodega abre a las 7 a. m., luego de que ella y su familia se trasladan desde el sector Paraíso, en Ciudad Bolívar, para darle apertura a este local. Consuelo es la madre de Luis Alberto, y quizás por eso ‘hablan en el mismo idioma’.
“Acá todo es igualitario, o todos en la cama o todos en el suelo”, dice.
Desde hace cuatro años esta entidad, que está habilitada por la Unidad Administrativa Especial de Servios Públicos (Uaesp), ha trabajado en aplicar normas que le permitan consolidarse en el futuro como una de las organizaciones de recicladores de oficio más importantes a nivel distrital y nacional.
Para ello, además de haberse organizado como prestadores de este servicio, llevan a diario un registro en computador con el nombre del reciclador, el tipo de material y cantidad que entrega, el nombre de la fuente donde se recicló el material o del barrio (si lo hizo en la vía), el peso y hasta en qué medio –(carro) Chana o camión– lo transportó a la sede de EMRS. Fuera de contar con un portafolio de servicios, diseñado en papel reciclado, y un plan de fortalecimiento empresarial, entre otros.
Aunque lo anterior es casi el paso a paso por cumplir que señaló el Decreto 596 del 11 de abril del 2016, del Ministerio de Vivienda, para Luis Alberto Ramos aún hay muchos obstáculos que superar: “Si nosotros, que estamos cumpliendo gran parte del proceso, tenemos dificultades importantes como los programas para sistematizar la información en los computadores, la capacitación en estos y la falta de apoyo en infraestructura, imagine los que ni siquiera se han organizado”.
Este decreto debe ser aplicado por las alcaldías, que tienen que facilitarles herramientas a los recicladores en máximo un año. Acá el reto será pasar del papel a la implementación.
Decreto 596, un paso a la formalización
El Decreto 596, del 11 de abril del 2016, entre otras disposiciones, permite atender a los recicladores de oficio y a las organizaciones que ellos conformen en el país. Sin embargo, son los gobernantes locales del país quienes se encargarán de que la norma opere en las ciudades a su cargo.
El proceso de formulación del Decreto 596 empezó un año atrás y, según el Ministerio de Vivienda, contó con la participación de trabajadores de este gremio en 13 ciudades como Bogotá, Medellín y Bucaramanga. A partir de las mesas de trabajo, con 70 propuestas, de 91 líderes del reciclaje del país, se constituyó la columna vertebral.
Aunque la norma entrará a regir en junio, cada ciudad tiene de máximo un año para hacer el tránsito a la nueva ley.
Existen ocho fases que los recicladores deben cumplir para la formalización, algunas de ellas son: registro de la organización, definir el área de prestación, registro de las toneladas transportadas, toneladas aprovechadas y registro de factura del material.
BOGOTÁ