Invitado por el comerciante guajiro Enrique Blusson a una parranda en Barranquilla cuando estaba de moda la grabación musical 'Fuiste mala', alguien en la fiesta pidió: “¡Adolfo, 'Fuiste mala'!”. A lo que respondí barranquilleramente: “Fuiste mala tú”. Al señor el pereque le transformó el rostro, y se subió lentamente su camisa, lo que nos permitió ver el hocico de un arma de nueve milímetros. Afortunadamente, Ramón Vargas tocó inmediatamente la canción y el señor terminó cantándola conmigo.
Cuando acabamos la tanda, Ramón se acercó y me dijo al oído: “Compa, no se le ocurra más insinuarle a un guajiro que es marica”.
Después de varios años, en una callecita de Cartagena, una persona se me atravesó y me hizo parar mi camioneta Toyota. Reconocí a Diomedes Díaz, que se me acercó y me dio un beso en la mejilla mientras estrujaba suavemente mis manos. Mi chofer rasgó su garganta y al instante le susurré: “Julio, los guajiros saludan de beso, no insinúes nada”. Sin notarlo, Diomedes me comentó: “Maestro: yo compraba sus LP para escuchar sus canciones, que para mí son un vallenato diferente: quiero grabarle una canción, lo invito con su familia a Turbaco, donde cantaré el domingo”.
Fui y le llevé 'El pintor'. Me atendió a manteles con whiskis, champán para mi mujer y gaseosa para mis hijos, servidos por un mesero exclusivo para nosotros. Luego me hizo subir a la tarima y, al terminar mi canto, expresó con mucho entusiasmo: “Esto va para el LP principal y no para 'Fiesta vallenata'”. Así fue como Diomedes grabó e hizo famoso 'El pintor'.
Ver recientemente el encuentro de Poncho Zuleta y Silvestre Dangond en la tarima Francisco el Hombre, de Valledupar, donde Poncho pidió a Silvestre un piquito y este procedió a dárselo, me produjo, conociendo al peticionario, una gran hilaridad que luego aumentó al observar cómo las redes sociales se inundaron de mensajes que despotricaban de Poncho por un beso en los labios, hasta el punto de dudar de su hombría.
Analizando lo sucedido, siento escozor al percibir cómo piensa y actúa una sociedad pacata que se estremece por un beso público y no lo hace cuando la ley saca de la intimidad el matrimonio gay. Poncho Zuleta, que, aun con tragos, es consciente de lo que hace, ha sido siempre un revolucionario de nuestras costumbres y se burla muchas veces de ellas. Su actitud se considera en nuestra tierra “mamadera de gallo”, y es de resaltar que de estos episodios irreverentes García Márquez sacó sus crónicas y sus novelas.
Es el caso de 'Cien años de soledad', en la que García Márquez relata la prostitución de Pilar Ternera, que dejó ríos de fluidos eróticos..., y al miembro viril lo bautizó “animal en reposo”. A Bolívar lo puso a expeler ventosidades, y se burló de ciertas costumbres centenarias que aún perduran bajo el manto de una moral ambigua. En Estados Unidos, el himen de la mujer es un estorbo para la luna de miel, y en Colombia matan por no encontrar a la mujer virgen.
No creo que Poncho cambie; no fue casual que en Estocolmo confundiera al botones con el rey. Es que él heredó de su padre, Emiliano, ciertos caracteres guajiros picarescos, inofensivos e inimputables, cuya picardía original solo le quitarán las cuatro tablas o las llamas.
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Adolfo Pachecho Anillo –nacido en San Jacinto, Bolívar– es considerado el más importante compositor vivo de la música vallenata. Entre sus más famosos cantos figuran ‘La hamaca grande’, ‘El mochuelo’, ‘El tropezón’, ‘Mercedes’ y ‘Te besé’. Es abogado, folclorista, gallero y guitarrista.