El mercado de la cocaína representa alrededor de 80 billones de dólares al año. Quienes se enriquecen con este negocio son los intermediarios, que llevan la cocaína desde los lugares de producción hacia los de venta. Estos son los peces gordos, los elefantes de la selva del narcotráfico. Son ellos, los traquetos, las guerrillas y las bacrim, los que concentran la mayor capacidad de fuego y de corrupción en la cadena del narcotráfico. Y es justo en esos eslabones donde se debería golpear el crimen organizado para tener un mayor impacto.
Dice un proverbio africano que cuando el cazador va tras el elefante, no se detiene a tirarle piedras a los pájaros. Sin embargo, la semana pasada el Consejo Nacional de Estupefacientes aprobó una propuesta del Ministerio de Defensa, que consiste en justamente en eso, en tirarle piedras a los pájaros en lugar de ir tras la meta grande.
Otra vez se usará el glifosato en Colombia para fumigar los cultivos de coca, esta vez de forma terrestre. Noventa personas de seguridad y trece de apoyo técnico se movilizarán por las selvas de Colombia para ir fumigando lotes de media hectárea de coca (es el tamaño promedio en Colombia), a un costo estimado, según la policía, de 3.3 millones por hectárea.
Con esto se espera afectar las finanzas de los grupos armados al margen de la ley, y para justificar la decisión se calculará la cantidad de dinero que estos grupos dejan de recibir por cada hectárea erradicada. El problema es que ellos no dejan de recibir ese dinero, esas hectáreas erradicadas ya hacen parte de los costos fijos de un narcotraficante, al igual que el dinero para corromper a toda la cadena hasta sacar la mercancía del país. Colombia lleva atacando los cultivos de coca más de 30 años, y estas organizaciones se adaptaron hace mucho para seguir siendo rentables. Es como quitarle un pelo a un gato
Lo cierto es que las finanzas que más se afectan son las del Estado: si se erradican 6.000 hectáreas con esta estrategia, habremos gastado casi 20 mil millones de pesos. A los narcotraficantes les costará, aproximadamente, 6 mil millones volver a sembrar esa área de coca, a mayor velocidad de lo que la policía va a erradicar. Además ellos le trasladan esos costos a los campesinos, que son en últimas los que pierden. ¿Es con ese saldo en rojo que vamos a acabar con las bacrim y las guerrillas?
La erradicación manual de coca que se hace en Colombia es, además, la estrategia antinarcóticos más peligrosa del mundo: casi 300 personas fallecidas y más de 1.000 mutilados. Una actividad bastante peligrosa que no se justifica a la luz de los resultados: Colombia tiene hoy en día más o menos la misma área de coca que en el 2003. Esto después de haber fumigado y erradicado más de 1.8 millones de hectáreas de coca.
Esto es lo que el presidente Santos ha llamado la bicicleta estática, en la que se hacen muchos esfuerzos, pero no se avanza. Es decir, la decisión de fumigar por tierra es políticamente incoherente y técnicamente contraevidente. A principio de este año el presidente suscribió un informe del London School of Economics que, entre otras cosas, pone de presente este fracaso de la estrategia actual y llama a un cambio de estrategia para proteger la salud pública y combatir al crimen organizado.
Ese mismo mensaje lo trasmitió el presidente en la Asamblea de Naciones Unidas que discutió específicamente sobre las drogas, en donde dijo que “no hemos ganado la guerra contra las drogas y debemos cambiar de estrategia”.
El ministro de Defensa, entonces, o no está de acuerdo con la posición que tiene el presidente sobre este tema, o tiene argumentos que el público desconoce y con base en esto promueve que la fumigación con glifosato regrese a pesar de que los argumentos están en su contra y de que, además, es riesgosa para la salud y el medio ambiente.
Por cuenta de estos dos últimos factores, de hecho, existen demandas contra el Estado colombiano por más de 1.3 billones de pesos. ¿Quién va a pagar por toda esta estrategia y por la eventual pérdida de estas demandas? ¿Cuáles son las metas de la estrategia de la fumigación terrestre? ¿En cuánto tiempo acabará esta estrategia con el narcotráfico? Son muchas las preguntas que siguen sin responderse.
Lo paradójico del asunto es que mientras el gobierno va como el cangrejo en este tema, el Centro Democrático radicó un proyecto de ley donde propone, entre otras cosas, tratar el consumo de drogas como un asunto de salud pública. La Viceprocuradora, conocida por su talante conservador, fue la única que se manifestó en contra de la propuesta del Ministerio de Defensa y la Policía, justamente porque no se le respondieron las preguntas mínimas de una política pública, y porque, sospechosamente y sin ninguna explicación convincente, este permiso se solicitó para un tipo específico de glifosato y no para la sustancia en forma genérica.
Así las cosas, la primera resolución del Consejo Nacional de Estupefacientes que firme el primer ministro de Justicia ambientalista y del partido verde, será para autorizar el uso del glifosato en suelo colombiano. Y mientras que en Colombia insistimos en tirarle piedras a los pajaritos, los elefantes del narcotráfico siguen cogiendo ventaja.
JULIÁN WILCHES GUZMÁN
Exsubdirector de Articulación Interinstitucional de la Fiscalía
Exdirector de Política contra las Drogas del Ministerio de Justicia.