Volverá a la oposición después del fracaso de Dilma, la última presidenta elegida y reelegida como consecuencia de la decadencia de Lula, quien tiene el riesgo de ser detenido por corrupción en cualquier instante. Y de volverse uno de los partidos menos admirados por los brasileños.
Dilma fue abandonada por Lula en el discurso del primero de mayo en São Paulo. Lula se queja de que Dilma la abandonó cuando el Lava Jato comenzó a aproximarse a los dos. Más que nunca era necesario que hablaran al oído para intentar escapar del juez Sergio Moro.
Pero Dilma no era cercana a Moro y sí al Supremo Tribunal Federal (STF), donde tiene amigos. Hizo poco para salvar a Lula y lo que acabó ocurriendo fue un desastre monumental.
Con la difusión de una serie de conversaciones grabadas de Lula, Moro lo dejó desnudo frente al público. En una se escucha a la Presidenta avisándole al expresidente que un mensajero le entregaría una copia del acto de su nominación como ministro jefe de gabinete.
Así, Moro mandó a detener a Lula antes de que se posesionara como ministro. Lula alegaría que su nominación había sido firmada por Dilma y, por lo tanto, solo podría ser detenido por orden del STF.
¡Una maniobra escandalosa para obstruir la justicia!, que le costó a Lula la suspensión de su posesión y a Dilma, un pedido del Procurador general para que sean investigados por eso.
Mañana, el senado aceptará la instalación del proceso para juzgar a Dilma. Asumirá el vicepresidente Michel Temer, y Lula seguirá viviendo la pesadilla diaria de estar rodeado por agentes de la Policía Federal. ¿Qué triste, no? Pero merecido. El país merece líderes y gobiernos mejores. El desafío de Temer es ese. Él no tendrá mucho tiempo para lograrlo.
Temer prometió atraer nombres “notables” para su gobierno. Pero, según todo indica, desistió de ello. Por el momento cambia ministerios por votos en el Senado para impedir el improbable regreso de Dilma.
¿Qué triste, no? Merecíamos algo mejor.
RICARDO NOBLAT
‘O Globo’