.¿Ahora que le dieron a Cambio Radical el Ministerio de Ambiente, Germán Vargas Lleras va camino a convertirse en el Al Gore colombiano? ¿Lo veremos en poco tiempo promoviendo políticas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero e ingeniando nuevas estrategias para la protección de las áreas de reserva forestal como zonas claves para garantizar la calidad de vida del país y del planeta?
Ojalá pase, porque en los pocos días que han transcurrido desde el inicio de empalme del nuevo ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, junto con funcionarios de las distintas dependencias vinculadas con la protección del ambiente en Colombia, el sabor que queda es bien distinto. Ya varios trabajadores del sector ambiental expresan su preocupación porque ven a un gran ejecutivo con una misión clara: garantizar el desarrollo de proyectos y planes de infraestructura a pesar de las zonas de reserva ambiental.
De hecho, el panorama que se ha venido develando en dichas reuniones va en consonancia con algunos casos bien particulares que desde hace semanas inquietan a los defensores del medioambiente. Por ejemplo, ¿sabía usted que los contratos de concesión de los parques nacionales naturales están siendo estructurados de la mano de la Agencia Nacional de Infraestructura? ¿Y sabía que en esos procesos de estructuración la ANI termina proponiendo todo tipo de obras civiles e intervenciones que nada tienen que ver con el concepto mismo de las áreas protegidas?
Un ejemplo maravilloso (¿o tenebroso?) del futuro que espera a nuestros parques nacionales es el que se vislumbra para el Parque Natural Old Providence, ubicado en la isla de Providencia. Allí, en un acto de poderosa soberanía de la infraestructura, se está planeando la ampliación de la pista de aterrizaje del aeropuerto, y para tal fin debe sustraerse del área de reserva una importante porción necesaria para garantizar la obra. ¿Es necesario? Seguro los grandes promotores del desarrollo responderán que es urgente tener una pista más grande para que lleguen más turismo y dinero a la isla. He ahí el dilema: ¿es mejor dinero o reserva natural?
Pero mejor sigamos soñando con que Vargas Lleras va a ser el nuevo Al Gore. Tal vez por eso anda muy interesado en conocer y recorrer los 59 parques nacionales naturales del país. Un plan que, por demás, me parece absolutamente envidiable. Es probable que de esas visitas salga una nueva versión de ‘Colombia, magia salvaje’, con una reinterpretación desde la perspectiva del concreto y el asfalto en la que se señale a través de qué parque puede ir una carretera o cuál puede ser atravesado por un gasoducto o un oleoducto. El eslogan podría ser: ‘¿Para qué conservar si podemos construir?’.
Ojalá esté equivocado. Esperemos que los mensajes que ha lanzado el nuevo ministro en sus reuniones de empalme hayan sido malinterpretados. Tal vez el nombramiento de un nuevo director competente y responsable en la Anla ayude a apaciguar estas preocupaciones. Ojalá también se garantice la permanencia de los directores de parques como La Macarena, Picachos y Tinigua, que en los últimos días han estado en la cuerda floja por hacer denuncias sobre intervenciones delicadas a las zonas de reserva o sectores aledaños a estas.
Tal vez Vargas Lleras nos dé la sorpresa y, así como ha sido tremendo gerente para construir casas y hacer carreteras, termine poniéndose las botas del medioambiente y se convierta en el mejor de sus defensores. O, tal vez, no.
#PreguntaSuelta: ¿será verdad que los notarios andan buscando elevar su edad de pensión a los 70 años?
JUAN PABLO CALVÁS