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Ya solo Hillary Clinton puede detener a Donald Trump

El magnate sería el candidato republicano que enfrentará a la demócrata y exsecretaria de Estado.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Aunque ni Donald Trump ni Hillary Clinton han alcanzado todavía la cantidad de delegados que necesitan para triunfar, esta semana quedó claro que serán ellos quienes representarán a los partidos Republicano y Demócrata en las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo en noviembre próximo en Estados Unidos.
Trump, cuya candidatura parecía una broma hace algunos meses, redondeó su impresionante faena con una victoria de las primarias de Indiana que forzó el retiro de sus dos últimos rivales: el senador de Texas Ted Cruz y el gobernador de Ohio, John Kasich.
En el caso de la exsecretaria de Estado, si bien fue derrotada en este mismo estado por el senador Bernie Sanders, su candidatura ya estaba amarrada desde la semana pasada, cuando ganó cuatro estados en serie en la costa este. A estas alturas ya cuenta con 2.205 delegados y le hacen falta solo 178 para llegar a la cifra mágica frente a Sanders, que solo cuenta con 1.400 cuando faltan nueve primarias para que se cierre el ciclo electoral.
Desde cualquier ángulo que se mire, se trata de un resultado tanto inesperado como histórico.
Por primera vez, una mujer se convertirá en la nominada de uno de los grandes partidos políticos de EE. UU. y, también por primera vez, una mujer podría estar ocupando la Casa Blanca en enero del año entrante.
En la orilla opuesta, la de los republicanos, es la primera ocasión en 75 años que el partido nomina a alguien del sector empresarial y quien además carece de experiencia política. Y, de conquistar la Oficina Oval, sería el primero con este perfil que termine guiando a la única superpotencia del mundo.
La meta: unificar los partidos
Dicho eso, lo que se viene en estos seis meses que faltan para las elecciones generales promete ser una batalla campal. Aun peor que la vivida ya en las elecciones primarias –especialmente las del Partido Republicano–, en las que los candidatos se bajaron del ring y sin guantes protagonizaron toda una pelea callejera.
La primera tarea para ambos será intentar unificar su partido. En ese frente, la cuesta es más alta para Trump, pues su sorprendente ascenso causó un enfrentamiento frontal contra las élites del partido que lo definieron como un “peligro” e “inelegible” en los comicios nacionales.
Al punto de que muchos han recomendado a los candidatos al Congreso –que también se elige en noviembre– distanciarse de Trump para al menos evitar que el legislativo caiga también en manos de los demócratas.
Una idea absurda, pero que está cimentada, por ahora, en las primeras encuestas sobre un probable enfrentamiento con Hillary. En una muestra que publicó esta semana CNN, la ex primera dama le saca casi 15 puntos y lo aventaja en 9 de las 10 prioridades que han identificado los estadounidenses.
Un ejercicio realizado por la Universidad de Virginia sobre el resultado electoral de noviembre también debe estar causando escalofrío entre las directivas del partido. En este, Hillary le da una paliza a Trump al obtener 347 votos del Colegio Electoral (que elige al presidente), frente a 191 del magnate neoyorquino.
Por supuesto, fueron tantos los que se equivocaron descartando la candidatura de Trump que ya nadie quiere poner las manos en el fuego pronosticando su fracaso. “Han sido tan locas estas elecciones primarias que cualquier cosa podría pasar. Todos los modelos y las encuestas se han equivocado con Trump, y en seis meses es mucho lo que puede pasar”, dice Larry Sabato, profesor en esta universidad y autor de un modelo que anticipa la victoria de Clinton.
‘Demonizar a la oposición’
La ex primera dama, por su parte, también debe conquistar a los millones que han preferido a Sanders, entre los que se destacan los menores de 25 años que siguen dándole la espalda.
Y si bien ambos tratarán de moverse al centro del espectro político suavizando algunas de sus posiciones –sobre todo Trump, que edificó su campaña sobre posturas antiinmigrantes y una buena dosis de nacionalismo–, el ingrediente unificador probablemente terminará siendo denigrar a su rival.
Trump posee el índice de popularidad negativa más alto en la historia de las elecciones presidenciales (más del 60 por ciento) y Clinton, el segundo lugar en esta misma categoría (el 49 por ciento).
De allí que, según Sabato, ambos tratarán de convencer al electorado de que elegir a su rival equivale al fin del mundo.
“En lugar de concentrarse y debatir sobre los temas que le importan al país, la estrategia será demonizar a la oposición para entusiasmar a las bases”, sostiene el profesor.
Algo que ya comenzó con Trump al referirse a la ex primera dama como “Clinton, la torcida” (le ha puesto apodos a todos sus rivales) y ella al llamarlo “una bala perdida”. Toda una guerra sucia que promete descender a donde nunca han llegado las elecciones en este país.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
En Twitter @sergom68
Washington.
SERGIO GÓMEZ MASERI
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