Nació como una compañía privada a finales del siglo XIX. Se transformó en una pública, a comienzos del XX y durante los últimos 15 años ha vivido entre vientos de privatización.
Un salto al futuro. Ese ha sido uno de los sellos de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB) desde el 30 de noviembre de 1884, cuando generó la primera llamada telefónica.
Lo hizo ocho años después de que Alejandro Graham Bell patentara el invento del teléfono y resultó una osadía, hace 132 años, estar a la altura de la tecnología de la época con una ciudad de 90.000 habitantes y 3.500 casas.
Con cuatro meses de fundada, la Compañía Colombiana de Teléfonos generó la primera llamada oficial utilizando una línea tendida entre el centro, en la calle 13 con carrera 7.ª, y el barrio Chapinero, en el norte. La entidad comenzó su vida con tres operadoras, 20 aparatos y 200 líneas. (Lea: 'Nos llama la atención la ETB y vamos a mirarla': gerente de EPM)
También ha sido la empresa de las dificultades, otro sello que ha caracterizado a la ETB.
Comenzando el siglo XX, en 1900, un incendio dejó en ruinas la Compañía Colombiana de Teléfonos que reapareció seis años después como The Bogotá Telephone Company en la plaza de Las Nieves, donde ha estado durante 110 años.
Nació en manos privadas y ahora podría volver a ellas, un siglo después de haberse convertido en una empresa pública de la ciudad. En 1932, cuando faltaban 17 años para que se venciera la concesión de 50 años que había sido otorgada para operar el servicio de teléfonos, la ciudad compró la compañía y la llamó Empresa de Teléfonos de Bogotá. (Además: ETB lidera listado de mejor proveedor de internet para Netflix)
Desde entonces, los ciudadanos la conocieron como la ETB. Hasta 1938, el servicio lo manejaban operadoras que conectaban a los usuarios por cables y un tablero. Desaparecieron cuando llegó la modernización y se consolidó la automatización de la empresa. Durante los primeros 90 años del siglo XX ostentó el monopolio de la telefonía fija y el manejo de los teléfonos públicos que funcionaban con monedas.
Aunque hoy no parezca, la empresa participó en la llegada de la era del celular. En 1990 cambió su objeto social y se convirtió en la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, la misma ETB, pero adaptada para integrarse a las modernas tecnologías de la información.
En 1992 alcanzó a ser propietaria del 26 por ciento de la empresa de telefonía celular Comcel, que después se convirtió en Claro, una de las compañías que hoy lidera el mercado del teléfono móvil en Colombia y en América Latina. (Además: La venta de ETB o el costo de no haber hecho las obras)
En un análisis sobre las decisiones estratégicas de la ETB, el exalcalde Jaime Castro dijo que “la empresa regaló por 52 millones de dólares su paquete de acciones de Comcel y fundó OLA, en la que invirtió 270 millones de dólares”.
Mercado de las acciones
En medio de las limitaciones que le impuso su carácter público y el manejo político típico de las entidades en las que interfieren los partidos, la empresa dio saltos como el de convertirse en una sociedad por acciones.
También acudió a la venta de acciones para capitalizarse y dejó en manos de particulares, trabajadores y pensionados, 61.313 acciones en un proceso que llamó democratización de la empresa y que le sirvió para conseguir recursos.
En pleno auge de la telefonía móvil y la consolidación de internet, la empresa logró reemplazar sus viejos cableados por fibra óptica, entrar en el negocio de banda ancha, en el servicio de telefonía por internet y poner en operación una red de portales interactivos en Bogotá y Cundinamarca. Hoy tiene más de 2’100.000 suscriptores, especialmente en los estratos 1, 2 y 3.
Vientos de venta
El siglo XXI comenzó con vientos de privatización. En el 2000, en el último año de su primer gobierno, el alcalde Enrique Peñalosa intentó vender la empresa, pero fracasó porque los inversionistas inicialmente interesados se retiraron.
En septiembre del 2009, el entonces alcalde de Bogotá Samuel Moreno empezó a hablar de la necesidad de conseguir “un socio estratégico” para generar ingresos que permitieran financiar sus programas de inversión social. “No es privatización ni venta de acciones”, afirmó entonces.
El proceso de búsqueda de socio no tuvo éxito y cuando Moreno salió de la alcaldía suspendido por la Procuraduría, su sucesora, Clara López, asumió la defensa férrea de la empresa pública y anunció que no permitiría la venta del 86,6 por ciento de las acciones en cabeza del Distrito. (Lea: Venta de ETB, primera polémica en el debate del Plan de Desarrollo)
En ese tono recibió el tema el alcalde Gustavo Petro, que descartó cualquier posibilidad de enajenarla o conseguir socio estratégico, y puso en marcha un plan de fortalecimiento que incluyó apostarle al negocio de los móviles 4G, cuya licencia de operación ganó mediante una subasta.
El 2015 lo terminó con la fibra óptica extendida a 1’200.000 hogares, pero de los cuales solo 125.000 utilizaban esta tecnología.
Así llegó el 2016, y en enero, el alcalde Enrique Peñalosa soltó una pregunta que anticipó lo que venía. En un encuentro con periodistas dijo que invitaba a los bogotanos a pensar en qué harían si tuvieran un billón de pesos, refiriéndose al valor que podría tener la ETB. “¿Cómo hay que invertir esos recursos (los de la empresa), que son de los bogotanos? ¿En una empresa de telefonía o en hospitales, colegios o vías? Es solo una pregunta, no hay decisiones tomadas”, señaló Peñalosa.
Ahora, la pregunta que hizo en enero, cobró fuerza de decisión en el Plan de Desarrollo, en el que incluyó una solicitud al Concejo para que le autorice vender la participación del Distrito en las acciones de la ETB.
Al llegar al cargo, el nuevo presidente de la compañía, Jorge Castellanos, aseguró que la empresa enfrentó pérdidas por 74.000 millones de pesos entre 2014 y 2015. (Además: 'Hay que ver dónde renta más la plata': presidente de la ETB)
“La situación actual de la ETB es producto de los efectos de un plan de inversión agresivo que descuidó los ingresos. Mientras los gastos operacionales en el año pasado crecieron 30 por ciento, se aumentó la planta directiva y se remodelaron las oficinas, los ingresos crecieron tres por ciento”, explicó Castellanos en entrevista con EL TIEMPO al llegar al cargo.
Esta afirmación fue refutada por el presidente saliente, Saúl Kattan, encargado de defender la empresa pública durante la administración de Petro, y quien aseguró que el nuevo gobierno desprestigia la empresa para poder regalarla.
“Hoy, esta compañía de capital mixto (público y privado) ofrece servicios de internet fijo y móvil, telefonía fija y móvil y servicio de televisión. En el caso de la telefonía móvil, la ETB lleva un año en el mercado y tiene 400.000 clientes”, dijo Kattan en una carta.
El futuro ahora está en manos del Concejo de Bogotá, que ya comenzó el estudio del Plan de Desarrollo y debe decidir si autoriza o no la venta.
YOLANDA GÓMEZ T.
Editora de EL TIEMPO