Esta semana 200 tortuguillas matamata (Chelus fimbriata) dieron sus primeros pasos en las aguas de río Bita a las afueras de Puerto Carreño (Vichada). La acción fue liderada por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, en coordinación con la Fundación Omacha, Corpoamazonia, Corporinoquia y la Universidad de los Andes.
Las tortuguillas hacen parte de un cargamento ilegal de 450 ejemplares que fue hallado, en marzo pasado, por autoridades ambientales en el aeropuerto Alfredo Vásquez Cobo de Leticia.
Al parecer la incautación fue hecha a una red de tráfico de fauna silvestre que extrae las tortugas de la Orinoquia y las trasporta hasta Leticia para sacarlos del país, posiblemente por Perú, para llevarlos a Estados Unidos, Europa y Asia.
Un trabajo entre las autoridades, la policía ambiental y los institutos de investigación del Sistema Nacional Ambiental (Sina) permitió que 38 de las 450 se sometieran a exámenes genéticos para determinar su lugar de procedencia y guiarlas al correcto lugar de liberación. Con esto se constató que las tortugas no provenían de la cuenca del Amazonas sino del Orinoco.
La necesidad de diferenciar su lugar de procedencia inició hace cuatro años cuando autoridades de los Estados Unidos incautaron un cargamento con 400 tortugas matamata en Miami (Florida) que al parecer provenían del Amazonas. Según Carlos Lasso, del Instituto Humboldt, en ese momento no era posible ‘repatriar’ los especímenes ya que la liberación debe hacerse en el lugar de origen de donde se extraen, o su zona aproximada, y no se contaba con la información.
El investigador Lasso y la especialista en tortugas, Mónica Morales, recogieron muestras genéticas de ese tipo de tortugas de cuenca del Orinoco y de la Amazonia, ambas áreas de distribución de la especie para determinar su procedencia. Esto gracias a métodos forenses y seguimiento del ADN.
Los científicos argumentaron que existían sospechas que las tortugas matamata habitaban las dos cuencas y que si bien parecían idénticas desde el punto de vista genético podían ser tan diferentes que sería necesario tratarlas como unidades distintas.
En 2015 funcionarios de Corpoamazonia alertaron al Humboldt de otro decomiso en el aeropuerto de Leticia (Amazonas) de cerca de 300 ejemplares hallados en una caja. La persona a la que se le incautaron argumentó que provenían de Villavicencio pero los encargados dedujeron que procedían del río Amazonas, lagos de Tarapoto, Puerto Leguizamón, Putumayo o lugares cercanos.
En esa oportunidad algunos tejidos de las tortugas se analizaron en el Laboratorio de Ecología Molecular de Invertebrados Acuáticos (Emia) de la Universidad de los Andes liderado por su directora, Susana Caballero. Los resultados arrojaron que los tipos de tortugas no correspondían a la zona amazónica sino a la Orinoquia. El Humboldt alertó a las autoridades en caso de futuros decomisos para una correcta liberación de las especies.
Caballero argumenta que si se realizan liberaciones sin un sustento científico las poblaciones silvestres de los lugares pueden ser perjudicadas por parasitos o enfermedades que lleven las tortugas. “Si dos ejemplares de origen diferente se cruzan, sus crías podrían perder las capacidades adaptativas al medio por ser el resultado de dos especies que estaban en procesos de diferenciación muy claros”, agregó.
Según el comunicado del Humboldt, expertos como la bióloga Laura Amaya explican que las características particulares de la matamata como sus protuberancias en la piel, sus bigotes que le ayudan a detectar movimientos, su cabeza aplanada y ancha y su nariz alargada que solo saca a la superficie para respirar antes de volver a sumergirse son algunos atributos que hacen de esta tortuga atractiva para los saqueadores.
La directora del Emia agrega que esta especie no está incluida en ninguno de los apéndices de la Convención Internacional para el Tráfico de Especies Amenazadas lo que la hace un blanco para los coleccionistas que compran las tortugas como mascotas exóticas. “La falta de información -agrega Caballero- con respecto a las características morfológicas, genéticas y de distribución crean vacíos que aprovechan los cazadores. Con la investigación probablemente podemos fijar pautas para un estatuto de preservación internacional”.
Las instituciones afirman que con estos avances se motiva a las autoridades ambientales a aplicar proceso de judicialización y a realizar procesos de reintroducción de especies de forma responsable mientras se consolidan iniciativas internacionales para proteger las especies del tráfico ilegal.
Lasso comenta que el comercio ilícito de fauna silvestre continua siendo un problema mayúsculo en el país. “Se repite la historia de años atrás. Si esto lo comparamos con el narcotráfico en el que a veces se incauta solo un 10 por ciento de lo que realmente sale del país, podemos darnos una idea de la magnitud de este hecho”.
*Con información del Instituto Humboldt.