“Si me encuentro en la calle con ‘Joaquín Gómez’ (comandante de las Farc) (…) ¿qué va a pasar si él me abre los brazos?, pues yo lo abrazo, obvio, y eso es Colombia, somos una familia”, dijo el jueves la exsecuestrada Ingrid Betancourt, quien llegó al país luego de casi seis años de estar por fuera.
Ella hizo parte del grupo de las personas, tal vez con más autoridad en el país para referirse al perdón y la reconciliación, que participaron del foro ‘La Reconciliación, más que realismo mágico’, organizado por Martín Santos (el hijo mayor del presidente Juan M. Santos) y su Fundación Buen Gobierno.
Este fue un encuentro en el que salieron a flote las lágrimas por los recuerdos del cautiverio, de la soledad, del maltrato, pero en el que también hubo mucho espacio para hablar del posconflicto y de la necesidad de la reconciliación entre los colombianos.
Durante una emocionada intervención de una media hora, Betancourt habló de la necesidad de que el país entienda que “el amor es lo que va salvar a Colombia” y que son necesarios unos cambios en la idiosincrasia para acabar con los esquemas deshumanizantes heredados de un siglo de violencia.
Y ante un auditorio abarrotado por cerca de 500 personas, en el que sobresalían unos 10 exsecuestrados de las Farc y familiares de las víctimas que dejó ese cautiverio, dijo: “No hay nada más fuerte que el perdón para detener la deshumanización”.
Luego, ante ese escenario que parecía embelesado, habló de la importancia que tiene que dársele en el país a la reconciliación: “No se conjuga con olvido, no es borrón y cuenta nueva, sino que es todo lo contrario, es la obligación de hacer memoria”.
Para ella, la reconciliación no es solo un asunto de víctimas y victimarios, sino que es una búsqueda de equilibrio donde todos encuentren el legítimo interés. Explicó que la reconciliación es necesaria para una paz estable y duradera.
“Nosotros como sociedad aspiramos a que no haya impunidad, los de las Farc requieren seguridad jurídica, ambas ambiciones son justas y no son incompatibles. La posibilidad de una justicia transicional es una propuesta creativa y madura para resolver esta ecuación”, señaló la excandidata presidencial.
En su opinión, este esquema de justicia transicional puede ser “una verdadera solución para dar seguridad jurídica sin ceder a la impunidad”.
Betancourt, quien estuvo en poder de las Farc por más de seis años, agregó que aquellos que más han sufrido la guerra son los que más buscan la reconciliación y a su vez los que menos han estado expuestos a los rigores de la violencia se muestran a menudo más intransigentes.
A renglón seguido dijo que las críticas que pintan un cuadro apocalíptico de la aplicación de este tipo de justicia juegan con el miedo de cada uno de nosotros.
“Este esquema de justicia transicional puede ser una verdadera solución para dar seguridad jurídica sin ceder a la impunidad”, señaló Betancourt.
“Le formulo a Colombia una sola súplica: que tenga la audacia de confiar en sí misma y abrazar con todas las fuerzas de su alma el grandioso prospecto de la paz”, concluyó Betancourt, mientras el auditorio se puso en pie para aplaudirla por más de un minuto.
Pero mientras ella se mostró totalmente dispuesta al perdón, el general (r) Luis Mendieta dijo que es muy difícil perdonar a quienes lo tuvieron atado a un árbol con una cadena durante varios años.
“Aquí nadie le ha pedido perdón a nadie. Una cosa es finalizar el conflicto y otra la reconciliación”, dijo Sigifredo López, otra de las víctimas del secuestro de las Farc. (Además: Ingrid Betancourt habló del proces de paz y las Farc)
Durante el encuentro hubo espacio para reafirmar la reconciliación. Clara Rojas e Ingrid Betancourt ratificaron con una abrazo público que ya dejaron atrás todas las desavenencias que les produjo el cautiverio.
La cita de Ingrid y Clara
Un ejemplo de reconciliación. En eso se convirtió el reencuentro en privado que sostuvieron en la tarde del miércoles en el hotel del Club El Nogal la representante a la Cámara Clara Rojas y la excandidata presidencial Ingrid Betancourt.
Antes de ser secuestradas en el 2002 eran confidentes y aliadas políticas, pero en medio del cautiverio (fueron secuestradas juntas) surgieron diferencias que las tenían separadas.
“Fue un encuentro emocionante por volverla a ver, pero a la vez muy tranquilo y normal, como si estuviéramos compartiendo un café las dos”, expresó Rojas.
La representante agregó que el diálogo que sostuvo con Ingrid tiene un significado personal “muy importante”, pero también es una contribución para la reconciliación que necesita hoy el país.
“Sigue vivir más tranquilos, uno en la vida lo que quiere es estar reconciliado y vivir en paz. Esto es parte de lograr la paz emocional también”, concluyó Rojas.
EL TIEMPO