En una liga en la que muchos clubes gastan dinero a manotadas, apelan a multimillonarios afincados en otros países para buscar la gloria, un puñado de jugadores que hace un año no estaban en la lista de nadie para reforzar a los grandes logró hacer historia. Y Jamie Vardy, un atacante que llegó tarde a la élite, fue, en muy buena medida, el encargado de mantener la ilusión del Leicester City, el equipo sorpresa de la Premier League, que logró su primer título en 132 años de historia.
Buena parte de esa corona del Leicester City se debe a Vardy, así no haya podido jugar los dos últimos partidos de su equipo. Autor de 22 goles en 34 partidos, es el tercer goleador de la Liga, solo superado por Harry Kane, del Tottenham, que lleva 25, y por el argentino Sergio Agüero, del Manchester City. Por debajo están Olivier Giroud, Alexis Sánchez, Diego Costa, por quienes pagaron mucho, pero muchísimo más dinero...
Vardy no es ningún niño. Nació el 29 de enero de 1987 en Sheffield. Y le tocó remar desde abajo, muy abajo, para llegar a la Premier League. Concretamente, desde la octava división de ese país. Claro que primero tocó puertas varios escalones más arriba: se presentó a prueba al Sheffield Wednesday, que hoy juega en la segunda división. Lo dejaron libre cuando tenía 16 años porque, decían, era muy bajito. Vardy mide hoy 1,78 metros, pero en ese momento no había terminado de crecer, ni en estatura ni mucho menos en lo futbolístico, como lo demostró después...
Para llegar a lo más alto, Vardy empezó desde el último peldaño. En el 2007, cuando tenía 20 años, ingresó a las filas del primer equipo del Stocksbridge Park Steels, que por entonces estaba en la octava división. Había estado cuatro años en las divisiones menores, tras ser sacado del Sheffield Wednesday. Su sueldo era de 30 libras a la semana (unos 40 euros, o 141.200 pesos al cambio de hoy). Con eso no alcanzaba para vivir, así que Jamie tuvo que salir a conseguir un empleo adicional: lo recibieron en una fábrica de prótesis de fibra de carbono.
Pero no fue el único problema que tuvo Vardy para poder destacarse en un equipo con más espíritu de aficionado que de profesional. Se metió en una pelea en un pub, para intentar defender a un amigo suyo, que era sordo. Fue castigado con arresto domiciliario. Debía estar todos los días en su casa a las 6:30 de la tarde. Y además, por orden de un juez, debía usar una pulsera electrónica. Por esta razón, prácticamente quedó condenado a jugar solo los partidos del Stocksbridge Park Steels como local, porque no podía viajar con sus compañeros.
Con los goles cada vez más frecuentes de Vardy, el equipo logró ascender. Y él cambió de equipo: se fue al Halifax Town, escuadra de la séptima división. El monto de la transferencia fue de ¡30 mil euros! (105 millones de pesos de hoy). Tenía 23 años.
El romance de Vardy con las redes (las de los arcos contrarios, obvio) comenzó a ser cada vez más frecuente. Con el Halifax convirtió cerca de 30 goles y eso le permitió subir un par de escalones más. Llegó a la quinta división, al Fleetwood Town, y también ayudó a ascenderlo, anotando 31 tantos en 36 encuentros. Ahí apareció la camiseta que le cambió su vida, la del Leicester City.
La de Vardy al Leicester fue la transferencia de un jugador aficionado más costosa de la historia del fútbol inglés. El monto, a la vista de lo que sucede hoy con él, puede sonar ridículo: 1,5 millones de euros. Pero hay que hacer la salvedad de que la transferencia era de un equipo recién ascendido a la cuarta división a otro que deambulaba por la segunda. Algo le vieron.
Los números de la primera temporada de Vardy con el Leicester City no fueron alentadores. Apenas marcó cuatro goles en 26 partidos en la temporada 2012/2013. Pero al año siguiente fue pieza clave de un nuevo ascenso, esta vez a la Premier League: aportó 16 tantos en 37 encuentros.
Leicester no jugaba en primera división desde la temporada 2003/2004. Y no se veía tan fácil que pudiera salvarse del descenso. Hasta la fecha 32 (qué curioso, la misma en la que es líder esta temporada), el equipo era colero. Pero en las últimas seis jornadas obtuvieron 13 puntos (cuatro victorias, un empate y una derrota con el campeón Chelsea) y lograron la salvación. Vardy solo hizo cinco goles esa temporada, pero cuatro de ellos fueron en la recta final.
![]() El cariño por Jamie Vardy es enorme por parte de sus hinchas. Así lo veían la noche de celebración del título del Leicester City. AFP |
Sin embargo faltaba aún más. Vardy impuso una nueva marca: es el primer jugador en anotar gol en 11 partidos consecutivos, uno más que el holandés Ruud van Nistelrooy.
Es tal la sorpresa que ha provocado lo de Vardy que su técnico en el Leicester, Claudio Ranieri, que es poco común que se deshaga en elogios hacia alguien (que lo digan Falcao García y James Rodríguez, a quienes dirigió en el Mónaco), escribió una carta abierta, que publicó el portal The Players Tribune, en el que destaca a varios jugadores.
“Jamie Vardy, por ejemplo. No es un futbolista. Es un caballo fantástico. Necesita sentirse libre cuando está sobre el césped. Le digo: ‘Eres libre de moverte como quieras, pero debes ayudarnos cuando perdemos el balón. Es todo lo que te pido. Si empiezas a presionar al rival, todos tus compañeros te seguirán’”, escribió Ranieri.
¿Se acuerdan del temperamento fuerte de Vardy? Pues lo terminó sacando de los partidos en los que el club comenzó a asegurar el título. En el juego contra West Ham United, le cometieron un penalti que el juez Jonathan Moss no solo no pitó, sino que además consideró que quiso engañarlo, así que le mostró la amarilla. Como ya estaba amonestado, lo expulsó. Hasta ahí, todo parecía normal, pero Vardy se fue de lengua. Le metieron una fecha más de castigo.
Desde entonces, Vardy se comportó como un hincha más. Tuvo un duelo por redes con Harry Kane, que en su cuenta de Instagram puso una foto de un león amenazante. Cuando quedaron campeones, Vardy puso en Twitter otra foto de un león, pero cayendo a un abismo. Ambos fueron compañeros en el Leicester City, en la temporada 2012/13...
Y fue en su casa donde todo el plantel se reunió a ver el partido entre Chelsea y Tottenham. Allí cantaron el gol de Eden Hazard que empató el partido y les aseguró matemáticamente el título. Luego contaron uno a uno los últimos segundos del encuentro y se abrazaron como los miles de fanáticos del Leicester City que hacían lo mismo, simultáneamente, en casas y, sobre todo, en los pubs de la ciudad.
En el festejo del título, es tanto el cariño por Vardy que, mientras el plantel iba en el bus, vieron en la calle a un hincha del Leicester muy parecido a él. Pues hicieron detener el vehículo, lo invitaron a subir y, cómo no, ¡le tomaron una foto con Jamie! No se sabía cuál de los dos estaba más feliz...
A Vardy, alguna vez, también le tocó sufrir desde afuera. Como en mayo de 2013, cuando el equipo jugaba contra Watford el playoff para ascender a la Premier League. Estaba en el banco cuando, con el marcador 2-1 a favor del Watford, el juez pitó un penalti a favor. El empate los clasificaba. Anthony Knockaert cobró y el portero Manuel Almunia atajó el cobro. En el contragolpe, Watford anotó el tercero y sentenció la eliminación.
Ahora le tocó gozar. Lo más cerca que había estado Leicester City de ser campeón fue en la temporada 1928/1929, cuando fue segundo detrás del Sheffield Wednesday. Sí, el mismo equipo que rechazó a Vardy por bajito. El mismo Vardy que ya debutó con la selección de Inglaterra (jugó seis partidos y marcó dos goles, a Alemania y Holanda, nada menos), que aspira a ser figura de la Eurocopa, que ya tiene ofertas de los grandes de la misma Liga que acaba de ganar. Y que, a los 29 años, sigue demostrándole al mundo del fútbol que el talento no tiene edad.
JOSÉ ORLANDO ASCENCIO
Subeditor de Deportes