Un reciente estudio financiado por la agencia de noticias Europa Press destacó al colegio Rochester como una de las 50 instituciones más innovadoras del mundo.
Esto ocurrió tras el trabajo de dos años del psicólogo e investigador Alfredo Hernando Calvo, quien recorrió varios países para identificar modelos educativos novedosos.
El resultado de esta labor fue el libro Viaje a la escuela del siglo XXI, en donde aparecen otros tres colegios de Colombia y se explica la metodología que desarrollan estas instituciones y su impacto en la comunidad.
En su portal web, Europa Press destaca del colegio Rochester que es una “escuela ecológica” ubicada cerca de los cerros orientales y que se integra a este entorno. Además reseña que “todas sus clases, estructuras y pasillos curriculares son circulares, potenciando las decisiones en comunidad y el aprendizaje cooperativo”.
Pero este no es el único reconocimiento que le han hecho a este colegio, ubicado en el kilómetro 15, en la vía a La Caro. A mediados de abril, la ministra de Educación, Gina Parody, le otorgó la condecoración Simón Bolívar, en la categoría Cruz de Oro, por sus 57 años de trayectoria y su labor educativa.
A la vez, recibió el galardón de tres estrellas por parte de la Fundación Europea para la Gestión de la Calidad (EFQM, por sus siglas en inglés), debido al mejoramiento de procesos administrativos para perfilarse hacia la excelencia, por el diseño de un currículo útil para la sociedad, la calidad del equipo de trabajo con el que cuentan, entre otros aspectos.
¿Qué lo hace innovador?
Ana Valentina Castañeda es estudiante de undécimo grado y se ganó una beca para estudiar sostenibilidad en el Florida Institute of Technology (Estados Unidos). Asegura que lo que más le ha quedado de los 14 años que lleva estudiando en el colegio Rochester es el amor por la naturaleza.
“Todo el tiempo estoy pensando en que debemos ahorrar. En mi casa estoy pendiente de apagar las luces, de tener las cortinas abiertas para que entre luz, de que separemos el material reciclable y demás. Mis papás dicen que soy muy intensa, pero están alegres de que tenga tanta consciencia ambiental”, señaló Valentina.
Ella es uno de los 1.022 estudiantes del colegio que reciben a diario educación con énfasis en la sostenibilidad y que lo aplican en su vida. “Hace unos días tuvimos que realizar un proyecto. Hicimos una obra de teatro y mi objetivo era hacer de todo el montaje algo sostenible. Por eso usamos material reciclable para los trajes y no imprimimos los libretos en papel”, explicó.
Juan Pablo Aljure, presidente de la fundación Rochester, que tiene a cargo este colegio, señaló que son varios los elementos que ayudan a mejorar la calidad educativa en la institución. El primero de ellos es la estructura física del plantel, la cual está diseñada para “tener menor impacto ambiental, y mayores beneficios en la salud y en la educación de los estudiantes”, explicó Aljure.
Para ello, el diseño arquitectónico de la nueva sede del colegio, que fue construido en 2012, fue ideado de tal manera que los salones fueran circulares, para promover la socialización y el aprendizaje conjunto.
“Además se buscó que la iluminación que entrara fuera en su mayoría natural, pero que no les diera el rayo del sol directo a los jóvenes”, señaló Aljure.
Cada aula cuenta con sensores de iluminación y ocupación. El primero se encarga de activar las luces solo cuando los niveles de iluminación natural disminuyen; el segundo, de apagarlas si no registra movimiento en el salón, con lo que se evita gastar energía.
También cuentan con sistemas de inyección de aire, “para que se renueve y haya mejor oxigenación en los estudiantes, con lo que se impacta en su aprendizaje”, comentó Aljure.
El colegio cuenta también con su propia Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), la cual les permite aprovechar el agua procesada para los sanitarios del colegio.
Sumado a esto, “hay unos sistemas colectores de energía solar, con los que se calienta el 50 % del agua de las piscinas y el 100 % de las duchas”, explicó Juan Pablo.
Con otro sistema fotovoltaico se aprovechan los rayos del sol para producir el 8 % de la energía que se consume en la institución.
Pero hay más. Según el departamento de biosostenibilidad del colegio, en la integración que han hecho con los cerros orientales se ha contabilizado un aumento de aves. “Cuando arrancó la construcción llegaban en promedio 8 especies, hoy tenemos registro de más de 40”, explicó Aljure, quien destacó también el programa de aprovechamiento de residuos sólidos en el plantel.
“Aquí separamos los residuos, y los orgánicos los usamos para las huertas. Los mismos estudiantes se ofrecen como voluntarios para realizar procesos de compostaje”, concluyó.
Con todo esto, el colegio Rochester le apunta a ser un aula viva, para que el énfasis en educación ambiental que reciben sus estudiantes se vea reflejado en la infraestructura de la institución.
CUNDINAMARCA
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