Mayra Quesada cuenta que el primero que viajó fue su tío Alirio, hace 11 años. Él animó a su papá, Iván. Siguió la mamá, y luego ella y sus dos hermanos. Tras esa salida escalonada de Cali, toda la familia se reencontró en Santiago, la capital de Chile.
De sus 21 años, Mayra lleva nueve en el país austral y por estos días está en Cali, acompañando a su novio, Cristian, al que conoció por internet, a tramitar documentos en su anhelo de trabajar allá teniendo la compañía de ella.
El jueves 18 de abril hacían parte de las 40 personas que, en promedio, asisten cada día al consulado de Chile en Cali buscando legalizar documentos para viajar o enviarlos a allegados que residen en esa nación.
Chile, como destino, es una tendencia que se acentuó en los últimos años. Gloria Burgos, ministra de fe pública o cónsul de Chile en Cali, quien lleva en el cargo 35 años, dice que hace una década se registra esa migración, y no para.
“Hay uno que se ha ido primero, luego manda por la esposa o esposo, el hermano, los hijos o padres. Eso ha crecido, y hay familias completas viviendo en Chile. Las personas llegan a tramitar autorización de viaje de los hijos menores, para validar certificaciones de estudios, separaciones, escrituras públicas, poderes especiales o generales”, dice la cónsul.
El tema de los certificados de estudio es una constante, en particular técnicos egresados del Sena y otros institutos. Pero en los últimos dos años también hay éxodo de personal de salud, unos 20 semanales, como médicos, algunos odontólogos y enfermeras.
Otros profesionales caleños que emprendieron su viaje hacia Chile son los arquitectos, ingenieros civiles y de minas, que deben validar sus documentos, lo que genera ocupación e ingresos para oficinas especializadas en estos trámites.
La partida
Mayra y su novio dicen que deben apresurarse para reservar tiquete en el viaje por carretera. Y es que la mayoría sale por tierra, en un viaje en bus de cinco a siete días; otros, por aire, aprovechando que al menos cuatro aerolíneas tienen vuelo semanal, y unos pocos, por mar, desde Tumaco o Buenaventura.
En los primeros tres meses del 2016, ya son 31.275 colombianos los que viajaron a Chile. En el 2015 fueron 100.945 nacionales.
De acuerdo con cifras de Migración Colombia, después del aeropuerto El Dorado de Bogotá es por el Bonilla Aragón, en Palmira y que presta su servicio a Cali, por donde más viajan colombianos a ese país.
Según la entidad, la cifra de personas que se desplazan desde Cali hacia Chile viene creciendo en los últimos tres años. En el 2014, desde ese puesto migratorio fueron 9.607 personas; al año siguiente, 7.718, y en los primeros tres meses del 2016 van 2.489 nacionales.
El flujo de personas que se observa en el consulado de Chile en Cali es mayor en las empresas que operan en la Terminal de Transportes de Cali y que tienen rutas hasta Chile.
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Harold Mauricio Vásquez, gerente de Rutas de América, dice que se tienen seis despachos a la semana. “Cubrimos nueve países, y el 70 por ciento de nuestro mercado se relaciona con Chile”, dice.
Esto coincidiría con que el paso migratorio de Rumichaca-Ipiales es el tercer lugar por donde pasan más nacionales hacia ese país. Los datos de Migración Colombia reflejan un aumento considerable, puesto que en el 2014 viajaron 1.885 personas a Chile, en el 2015 se movilizaron 4.029 y para este año se tiene registro de 2.248 colombianos.
El valor del viaje hasta Tacna, en Perú, es de un poco más de 500.000 pesos, en un trayecto que toma 4 días, y hasta Santiago es de algo más de un millón. Y es que todos aclaran que es un precio ‘dolarizado’.
“Chile se ha desarrollado industrialmente, están en marcha obras de infraestructura y excavación de nueva minas. La cercanía, diferente a Europa, y el idioma ayudan mucho”, añade Vásquez.
La cónsul Burgos agrega que la mayoría de viajeros busca una oportunidad laboral y algunos, estudio. Con unos 15 millones de habitantes, una economía que ha sufrido en menor grado el impacto por los bajos precios del petróleo y cambios en el dólar, el país mantiene su ritmo de desarrollo y es donde la mano de obra colombiana tiene su espacio.
Delincuencia y muertes, la otra cara del ‘sueño’
El sueño de mejores oportunidades llevó a Yuliana Andrea Aguirre, de 21 años, la menor entre ocho hermanos, a viajar a Chile. Sus padres son separados y la mamá asumió como cabeza de hogar, pero debido a un derrame cerebral en agosto pasado, ella viajó para ayudar con los gastos. La acompañó su novio, Edwin Vásquez, de 25 años, desde Andalucía (Valle).
Trabajaba en un almacén recibiendo a los visitantes, pero su sueño lo truncó Edwin, quien, de acuerdo con la prensa de Chile, confesó que la ahorcó, la desmembró y arrojó su cuerpo en bolsas a orillas del río Mapocho, en Santiago.
Esta es la doble cara de la presencia de nacionales en ese país, donde, por un lado, destacan la tenacidad para el trabajo y su calidez en el trato, lo que hace que sean ocupados en almacenes y restaurantes. Mientras que, por otro, la delincuencia y algunos crímenes empañan la imagen.
Cuando aún no se salía del estupor por la muerte de Yuliana, se conoció el caso de otra joven de Colombia agredida por su pareja. El hombre le causó una herida con cuchillo. Antes de llevarla a urgencias, la dejó toda la noche en el apartamento. En la mañana, a punto de morir desangrada, decidió llevarla al médico. Este hombre y Edwin Vásquez están en prisión.
Se recuerda además que a mediados de julio del 2015 fue capturado en Santiago alias Mundo Malo, lugarteniente de ‘Sebastián’ de la banda criminal la ‘oficina de Envigado’.
A este hombre se lo señala de introducir a Chile los préstamos ‘gota a gota’ y la clonación de tarjetas.
CALI