Acorde con los nuevos tiempos, un mar en calma y un sol naciente recibieron este lunes al buque Adonia, en su aproximación al litoral habanero para hacer historia después de 50 años sin viajes comerciales marítimos entre Cuba y Estados Unidos. (Vea la galería: Emocionante arribo del primer crucero entre EE. UU. y Cuba en más de 50 años)
Asomados a los balcones del barco de Carnival, la compañía de cruceros más grande del mundo, 20 de los 704 pasajeros tenían el corazón encogido de emoción porque regresaban al país de sus padres y, en otros casos, al país donde nacieron y del que salieron siendo niños. “Nunca olvidaremos este día”, comentaban.
“He venido cuatro veces antes, pero viajar por mar me dio mucha emoción”, dijo una de las pasajeras cubanas al pisar tierra. Pudo abordar porque el Gobierno de Cuba, para evitar encontronazos con Carnival luego de firmar un acuerdo para que la empresa estadounidense incluyera puertos cubanos en su catálogo –cada dos semanas bordeará la isla durante siete noches–, aceptó suprimir la prohibición de que los cubanos lleguen o salgan de la isla por vía marítima.
“Es muy alentador ser parte de este viaje histórico”, dijo Shirley Thurman, una retirada de San Agustín, quien hace el viaje con su esposo. “Estoy muy contenta de que estemos normalizando las relaciones con Cuba. Creo que los cubanos de a pie han sido los que han sufrido a lo largo de los años”. Ellos son de los estadounidenses que cumplen los requisitos establecidos en 12 categorías por el Gobierno de Estados Unidos para poder viajar.
Un sentimiento que también conmovía a muchos cubanos que con bandera en mano esperaban el atraque del navío asomados a lo largo del malecón hasta la terminal de cruceros Sierra Maestra.
La bailarina Yaney Cajigal, de 32 años, casi no podía hablar de la alegría de saber que en ese viaje inaugural estaba su sobrina. “Esto para mí es increíble, esto es muy emocionante. Los recibimos con las banderas de Cuba y Estados Unidos para que todo sea unión, paz y tranquilidad”, citó la AFP.
Un poco antes de las 8:30 de la mañana, la imponente silueta del Adonia, que, sin embargo, es de los cruceros más pequeños, según el calado de la entrada a la bahía de La Habana, se acercó al malecón a la altura de la avenida de los presidentes.
Los barcos –diminutos comparativamente– de los prácticos del puerto de La Habana bordearon lentamente, como para saborear mejor la costanera habanera desde el mar.
Media hora después comenzó a sonar su potente sirena. Un par de horas antes, el capitán David Box anunció por el sistema de megafonía del barco, aún a 8 millas de distancia, que la catedral de La Habana era claramente visible. Su explicación corresponde a la idea de que el crucero sea una “experiencia de inmersión cultural”. También dijo que la capital, fundada en 1515, era conocida como la ‘Roma del Caribe’. “Nuestro barco es pequeño, pero la sirena es fuerte y se hará sentir en todo el mundo”, dijo Box.
Para las 9:30 de la mañana había concluido la maniobra de atraque en el puerto situado en el Centro Histórico de la capital cubana. Pero los pasajeros se demoraron en descender. En los alrededores, varias parejas de policías nacionales y de “caballitos” –como se conoce a los motorizados– controlaban a las decenas de curiosos.
El primero en pisar tierra cubana desde un crucero de EE. UU. fue Arnie Pérez, consejero general de Carnival, y nacido en Cuba. Ya en tierra cubana fue diplomático: “Esperamos que esta iniciativa va a poder acercar a nuestros pueblos (…) y que en el futuro haya más conexiones con interés cultural”.
La mayoría de los cubanos que salieron de Cuba en los años 60 intentaron replicar la isla en la Florida.
El regreso de los cruceros estadounidenses da un paso adelante en la normalización de relaciones. Lo más probable es que, de ahora en adelante, los barcos lleguen en cantidades –para eso la enorme bahía habanera se está limpiando y preparando como puerto deportivo y de cruceros y se desvían los buques de carga hacia el Mariel. Antes de 1959, los cruceros entre EE. UU. y Cuba eran constantes.
Años atrás llegaban buques de esparcimiento de otras nacionalidades, pero en el 2005 Fidel Castro los suspendió: “Vienen hoteles flotantes, restaurantes flotantes, teatros flotantes, diversión flotante, visitan los países para dejar la basura, las latas vacías y los papeles por unos cuantos miserables centavos”, dijo el ahora retirado líder cubano.
Pero, en la actualidad, el turismo de crucero es interesante para el gobierno de Raúl Castro porque transporta gente que no ocupa habitaciones, que casi no hay disponibles, ni consume alimentos, más bien escasos.
Aun cuando se mantiene activo el embargo comercial sobre la isla impuesto en 1962, los dos países restablecieron relaciones diplomáticas en el 2015. Por su parte, el presidente Obama, que ha pedido insistentemente el fin del embargo al Congreso, ha flexibilizado algunas de las restricciones económicas y acordado con los Castro la reanudación de algunos vuelos comerciales, del correo postal y, ahora, de los cruceros.
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
Corresponsal de EL TIEMPO
La Habana