Este país, por medio del Ministerio de Transporte, acaba de dar un pésimo ejemplo de lo que no se debe hacer en este novedoso mundo digital, con su propuesta de reglamentación del servicio de taxis de lujo, llámese Uber, y que va en total contravía de todo lo que el Ministerio de las TIC viene realizando hace años.
¿Reglamentar las aplicaciones que ofrecen servicios, como el de transporte en este caso? Hay que recordarle a la ministra Abello que este no es su fuero y que este tipo de ofertas digitales, que no solamente pueden manejar servicios como Uber, sino también hay otros como los que permiten arrendar apartamentos y casas a terceros, y que están por encima de cualquier bozal que se les quiera colocar.
Además, el poco tiempo que se dio para que, luego de ser publicado en el portal de internet del Ministerio, pudiera ser comentado este esperpento de reglamento es algo que de democracia y de consulta popular no tiene nada.
El precedente que se está dejando, seguramente bajo la presión de los taxis amarillos, no es bueno. Que se establezcan normas para el servicio de transporte de lujo, está bien, pero que se metan con el mundo digital, que se desarrolla a velocidades que seguramente los que escribieron esta reglamentación no conocen, va a llevar a que salgan locuras como la que está a punto de emitirse sobre este tema.
Las plataformas digitales y los contenidos se deben dejar desarrollar sin talanqueras ni zancadillas, como las que les está poniendo el Ministerio en este triste caso. Mal ejemplo y pésimo precedente para lo que en el futuro puede venir, que seguramente podría beneficiar a todos los colombianos, hasta que algún ministerio, siguiendo el ejemplo del de Transporte, le ponga palo en la rueda para que se caiga y no funcione más.
Mintransporte, a manejar lo que es de su alcance, es decir, el transporte, la infraestructura y el tránsito, que sí merecen que se les ponga mucha atención y no sigan creyendo que las aplicaciones digitales llevan gente montada encima y que por eso las pueden reglamentar.
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Los delincuentes de las Farc siguen con sus falsedades. Francotiradores y violaciones de la tregua demuestran que a estos bandidos no se les puede seguir creyendo. Qué tal la mentira de que ellos no tienen dineros por fuera. ¿Y todos los ingresos de sus negocios, la producción y venta de drogas y secuestros se lo gastaron? Otra más.
GUILLERMO SANTOS CALDERÓN
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