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"Alto y esbelto" (¡Ja, ja!)

Peñalosa aduce que se ha decidido por el metro elevado pues resulta menos costoso. Otra falsedad.

Hace unos meses, recién posesionado el alcalde actual, uno de sus funcionarios, después de las declaraciones de su jefe acerca de que el metro de Bogotá sería elevado, le puso poesía a esa afirmación de Peñalosa, y dijo que “el metro de Bogotá será alto y esbelto”. Un metro coqueto, mejor dicho.
Ahora el Concejo de la capital, donde actúan treinta y nueve peñalosistas contra un progresista, está a punto de aprobar la constitución de la Empresa Metro de Bogotá, alto, esbelto y coqueto, de acuerdo a los deseos del elevado burgomaestre bogotano.
Muchas personas, que no han roto relaciones con la lógica ni el sentido común, han tenido la osadía de expresar su opinión en el sentido de que Peñalosa lanzó la primera línea del metro alto y esbelto sin ningún estudio al respecto, de la misma manera torpe en que nos embutió el TransMilenio en su primera administración, a la bartola, invadiendo una vía como la Caracas, que no estaba capacitada para ese tipo de transporte, y frenando la construcción del metro prevista para entonces.
Ya hemos visto las consecuencias de la manera arbitraria en que el señor Peñalosa impone sus concepciones urbanísticas. La Caracas desapareció como vía representativa de Bogotá y se convirtió en lo que llaman una ‘troncal’, un corredor anodino por donde circulan buses rojos Volvo tupidos de gente, que no tiene tiempo ni modo de fijarse en el paisaje del trayecto, aturdida por el apretujón desesperante e inhumano que, entre más desesperante y más inhumano, les rinde mayores ganancias a los dueños del TransMilenio.
Igual va a suceder con la séptima si el alcalde Peñalosa logra cometer la burrada urbanística de meter el TransMilenio pesado en esa avenida histórica de la ciudad y atiborrarla con las aparatosas y horrendas estaciones que desdibujarán para siempre la posibilidad de hacer de la séptima una avenida que los bogotanos puedan exhibir con orgullo. Ya la administración anterior demostró que con el servicio de buses padrones es suficiente para las necesidades de la séptima. Solo se necesita, para alcanzar su perfección, adecuar los horarios, aumentar el número de vehículos padrones, la frecuencia de los recorridos, y mejorar la información para los usuarios, sin necesidad de tumbar cuatrocientos veinte predios ni de invertir una suma astronómica como la que demandaría el TransMilenio pesado. Quizá el único inconveniente grave que, a los ojos de la administración, ofrecen los buses padrones, es que no son marca Volvo.
El señor alcalde Peñalosa aduce, con el criterio del avaro, que se ha decidido por el metro elevado pues resulta menos costoso que el subterráneo. Otra falsedad para engañar a la opinión, semejante a la de su doctorado en Administración Pública. El expresidente de la Sociedad Colombiana de Geotecnia, Mario Torres Suárez, en declaraciones a El Espectador (16/4/2016) demuestra que el metro elevado a la larga saldrá varias veces más costoso que el subterráneo:
“Los problemas que tiene una estructura en subterráneo ocurren durante su construcción, y una vez superados la estructura va a tener una vida útil de 100 años sin problemas, obviamente con mantenimientos, mientras que una estructura elevada, sobre los suelos complejos de Bogotá, podría llegar a tener problemas durante su vida útil, como está ocurriendo ahora en Ciudad de México. Allí tienen que estar haciendo cierres y reparaciones permanentes por los asentamientos (hundimientos) excesivos en algunas zonas”. Algo similar ocurre en el metro elevado de Medellín, como lo anota el mismo doctor Torres Suárez.
Quizá su conocimiento en ciencias administrativas debería indicarle al alcalde Peñalosa lo conveniente de aprender y aprovechar las experiencias ajenas para no cometer los mismos errores. El metro subterráneo de París, como el de Londres y el de Nueva York, llevan más de siglo y medio de prestar un servicio ininterrumpido. ¿No le dice eso algo?
El metro “alto y esbelto” de Bogotá, si es que se hace, terminará en un metro “alto y costoso”, además de inútil.
* * * *
Para mostrar un mínimo de solidaridad con nuestros hermanos de Ecuador, abatidos hoy por una tragedia mayúscula, indescriptible, se ha abierto una cuenta nacional donde quienes deseen ayudar al alivio de las víctimas del terremoto, pueden depositar la suma que a bien tengan. El número de la cuenta es:
219-04095-3, cuenta corriente, Banco de Occidente, a nombre de Embajada de Ecuador/Solidaridad con Ecuador.
Enrique Santos Molano
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