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Los mitos laborales que rompen las 'millennials'

En el 2020, los nacidos alrededor de 1980 serán el 50 por ciento de la fuerza laboral.

A los 30 años, la ingeniera comercial Francisca Pacheco ya había dejado su cuarto trabajo. Probó en la banca y el comercio. Había tenido experiencias diversas, desde sentarse a escuchar cómo un gerente le pedía que no se fuera cuando quiso cambiar de área hasta ser despedida de otra compañía, donde sintió que ella –soltera y sin hijos– nunca encajó. También había recibido aumentos y viajes de reconocimiento en su paso por el sector formal. “Pero nada de eso me tenía tan contenta como estoy hoy”, dice la dueña de la cervecería artesanal +56.
Pacheco está en una peluquería de Santiago hablando por celular, mientras mira su computador, instalado frente al espejo. En él tiene su oficina móvil. Son las 11 de la mañana de un jueves. Ella es una ‘millennial’, miembro de la generación de los nacidos alrededor de los años 80 y que para el 2020 serán la mitad de la fuerza laboral del planeta. El dato, del centro de estudios estadounidense Catalyst, es solo uno de los tantos que en los últimos cinco años se han registrado para caracterizar a este grupo de jóvenes, que no solo se están integrando al mundo del trabajo, sino que lo están cambiando.
“En general, los trabajadores de la generación Y (la otra denominación de los ‘millennials’) están mucho más dispuestos al cambio y persiguen objetivos en sus carreras como algo fundamental. Y, a diferencia de generaciones como los baby-boomers o los de la generación X, no se obsesionan con crecer en una organización hasta llegar al tope. Su visión es más dinámica y abierta al mundo”, resume María Eugenia López, gerente de estudios de capital humano de Pricewaterhouse Coopers (PwC) en Chile.
“Los proyectos de vida dejaron de ser lineales –sentencia Elvira Chadwick, de la consultora Lado Humano–. Y eso es más claro en el caso de las mujeres, para las que siempre existió una mayor linealidad: estudiar, casarse, tener hijos, ascender.Hoy, la falta de linealidad está generando demasiada incertidumbre alrededor de los ‘millennials’, y donde más se nota el choque generacional es en el mundo laboral. (Además: Los 'millennials', una población marcada por la tecnología)
La movilidad
“Yo venía de una familia tradicional –recuerda Pacheco, sentada en la peluquería–. Soy de provincia, me vine a Santiago a estudiar ingeniería y entré a trabajar a un banco. Estuve como año y medio, y me fui porque me tocó el período de fusión con otra entidad. Me fui a otro banco, donde había un desafío muy entretenido de armar la banca de empresas, que no existía. Ahí formamos un grupo que era capaz de trabajar hasta las 9 o 10 de la noche, y pasándolo muy bien”. Francisca recuerda el impacto que tuvo la decisión entre sus parientes. Ella venía de una familia donde los trabajos se preservaban.
Según Catalyst, el tiempo promedio de permanencia en los empleos es corto. “Mujeres y hombres ‘millennials’ coinciden en que estar en un trabajo durante tres años es más que razonable, así que luego no dudan en cambiar –dice la investigadora Anna Beninger–. Lo interesante es que no lo hacen por flojos o porque se aburran en una compañía. Lo que ellos quieren es ser desafiados y, más importante, ver que gracias al trabajo duro serán promovidos. Lo que encontramos en nuestra investigación es que cuando eso sucede, cuando encuentran nuevas oportunidades y desafíos en su lugar de trabajo, tratan de permanecer en las organizaciones”.
Francisca Pacheco, dueña de la cervecería artesanal +56. Foto: Archivo particular
Luego de participar en el reto de crear una banca de empresas, Francisca Pacheco descubrió que el marketing la atraía y decidió abandonar el banco. Para Elvira Chadwick, directora ejecutiva de Lado Humano, la permanente disponibilidad de los jóvenes a migrar es un signo propio de los tiempos de la red social: “Hoy puedes estar constantemente vitrineando gracias a redes como LinkedIn. Son superdialogantes la necesidad y la oferta. LinkedIn invita a que tengas actualizado el currículo. Y los que son inteligentes y hábiles lo saben aprovechar”.
Los datos de Catalyst dicen que el 82 por ciento de los ‘millennials’ están deseosos de cambiar de trabajo en busca de mejores oportunidades. Y la información local de Pricewaterhouse muestra que, en el caso de las mujeres, aunque el 67 por ciento dicen estar contentas con la empresa donde trabajan, el 58 por ciento no están satisfechas con la labor que realizan.
“Eso habla de un nivel de expectativas particular –comenta María Eugenia López, de PwC Chile–. Pueden estar en una tremenda empresa, pero sienten que lo que están haciendo no las deja satisfechas, y esto les genera todo un proceso a los líderes de las organizaciones, que deben estar atentos para no perder talentos. Hoy, una mujer joven que ha postergado su maternidad se puede cambiar cuatro veces de trabajo entre los 25 y los 35 años. Eso es lo normal para hombres y mujeres”.
El sexismo persiste
Aun cuando es cierto que la generación ‘millennial’ es una de las más equitativas a la hora de la entrada al mercado laboral, inmediatamente dentro –según la experiencia medida por los investigadores– surgen las diferencias de género. “Aunque el mercado da señales de disparidad en términos de renta, por ejemplo, las mujeres se plantean su carrera sin límites –explica la investigadora de PwC Chile–. Y no tiene por qué no serlo, si llegan a trabajar con los mismos estudios y méritos que un varón. Hoy, el 60 por ciento de las nuevas trabajadoras cuenta con un magíster”.
Pero la realidad es otra. Francisca Pacheco lo vivió sutilmente cuando llegó a su tercer trabajo en la banca, buscando un buen sueldo: “Ahí no encajaba. No puedo decir que ganaba menos que los hombres, pero sí sentía que tenía que trabajar el doble para demostrar que era igual. Entonces me vino esta crisis interna de querer algo más. Al final me echaron. Arrendé mi apartamento y me fui a Estados Unidos a estudiar inglés”.
Los estudios de Catalyst dicen que el 90 por ciento de las mujeres ‘millennials’ creen que la discriminación de género es común en los lugares de trabajo. El 84 por ciento dicen que los sesgos de género han ralentizado su avance laboral y el 78 por ciento dicen que eso ha impactado negativamente sus carreras.
En todo caso, algo que sí ha cambiado es la forma en que ellas planean su carrera. “Hoy, las carreras ya no son lineales, es mucho más jungle gym –dice Beninger, en referencia a los juegos de trepar en los parques infantiles–. Vemos muchos movimientos laterales dentro de una misma organización, donde las personas están realmente buscando llenar su ‘maletín de herramientas’ para enfrentar nuevos desafíos”.
Una de las exigencias de entrada de estas mujeres es la flexibilidad. Y como demuestran la postergación de la maternidad y el computador de Francisca sobre el peinador de la peluquería, la flexibilidad no tiene que ver con la conciliación familia-hogar. (Lea también: Conozca a los 'Millennials', ¿la generación que salvará al planeta?)
“Son la primera generación nativa digital. Las personas tienen un acceso a la tecnología que les hace ser realistas respecto de su expectativa de trabajo remoto o jornadas comprimidas. Por eso creen que la evaluación del trabajo debiera ser sobre el resultado, que es lo único que importa, no dónde ni cómo ha sido realizado”, sostienen desde Catalyst.
“La dimensión laboral dejó de ser tan simbólica –explica Elvira Chadwick–. Es solo un ámbito más de la vida, como lo es todo: el tiempo libre, la actividad física, las relaciones sociales y los viajes. Mucho viaje. Y buscan conciliar todo”.
La movilidad que les incentiva la tecnología es llevada al extremo. Ya no solo quieren estar fuera de una oficina, sino que no creen necesario permanecer en el país. Mucho menos si, en el caso de las mujeres, todavía no hay hijos que cuidar. “Hoy, cuando entrevistas a mujeres jóvenes para un trabajo, tres de cada cinco te preguntan si van a tener la posibilidad de viajar”, cuenta María Eugenia López, de PwC Chile.
“En un banco se dieron cuenta de lo mucho que me gusta viajar y empezaron a premiarme”, relata Francisca Pacheco. Pero con el paso del tiempo, ella empezó a sentir que necesitaba más libertad.
Y ahí es cuando surge otro mito que esta generación de mujeres empezó a derribar. “Antes se creía que las ideas de negocios eran de los hombres –apunta Chadwick, de Lado Humano–. Pero hoy ves que en esta generación el emprendimiento es 60 por ciento hombres y 40 por ciento, mujeres. Y eso es un cambio reciente, porque cuando con mi socia quisimos emprender en el 2002, en el banco nos pidieron tener a los maridos como aval para crear una cuenta empresa. O sea, en poco tiempo eso ya cambió”.
Francisca Pacheco, fundadora, dueña y directora comercial de cerveza +56, lo sabe bien. Ella vendió su apartamento, se fue de viaje y guardó dinero para emprender. Eso fue dos años atrás. Hoy viene llegando después de integrar la avanzada de jóvenes ‘millennials’ que con sus emprendimientos estuvieron representando a Chile en la Expo de Milán.
La crisis económica los acostumbró al cambio
La estadounidense experta en liderazgo Lauren Stiller Rikleen conoce muchas historias como las de Francisca. La autora del libro ‘You Raised Us Now Work With Us’ ‘ustedes nos criaron, ahora trabajen con nosotros’), dedicado a mitigar el choque generacional en el trabajo, cree que parte de la fama de inestabilidad que acompaña a los ‘millennials’ está dada porque el contexto económico en que crecieron hizo del cambio laboral algo normal en sus vidas: “Comenzaron a integrarse al mundo laboral en el pico de la crisis económica –apunta Stiller Rikleen–. Entonces, es concordante que muchos de sus primeros movimientos hayan tenido que ver con la pérdida de puestos de trabajo”.
Lauren Stiller Rikleen dice que una gran diferencia de las ‘millennials’ respecto de las generaciones anteriores de mujeres son las razones para dejar un trabajo. La renuncia para dedicarles tiempo a los hijos ya no está tan presente, porque han cambiado tanto las organizaciones –haciéndose más flexibles– como las mujeres, que postergan la maternidad. Hoy, dice la experta, las trabajadoras más jóvenes enfrentan un escenario mucho más paritario.
“A medida que hablo con mujeres alrededor del país, es claro que una importante mayoría ya no deja de trabajar para irse a la casa, sino que busca mejores oportunidades laborales. En muchos casos se marchan cuando perciben que pueden ser mejor pagadas en otro lugar”, agrega.
CLAUDIA GUZMÁN V.
El Mercurio (Chile) - GDA
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