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Reconcíliese con esas mascotas que lo asustaron

Estas son algunos consejos para volver a reconciliarse con los animales.

Hasta los 8 años, Orlando Gómez se llevaba bien con los perros, pero un día, en una visita, le dijeron “tranquilo que el perro no hace nada”, y cuando se volteó, le dio un mordisco en la espalda. Desde entonces, le da susto saludar a un perro que no conoce, más si es grande. “Prefiero ver como se comporta, antes de arrimármele. Con lo cachorros no me preocupo”, dice.
A muchos les ha pasado algo así: un arañazo, un mordisco, un gruñido, un ladrido fuerte, un movimiento brusco han asustado a más de uno, especialmente en la niñez, al punto de querer marcar distancia con estos amigos peludos y hasta tenerles miedo o fobia.
Sin embargo, los perros y gatos no son enemigos del hombre ni mucho menos pretenden atacarlo.
“A veces, esos miedos se los transmiten los adultos nerviosos, que dicen ‘cuidado, no lo cojas, aléjate’. Obvio, también está la situación específica con el animal o algo que pasó cerca y asustó al niño y este lo asocia con la mascota”, explica la sicóloga Claudia Jiménez Chacón.
Así como el niño se asusta ante una reacción del animal, estos también reaccionan a la defensiva frente a humanos que no conocen.
“Hay que ver también la otra cara de la moneda. Si el gato o el perro no han socializado con niños o tiene experiencias negativas previas con ellos, es normal que busquen evitar al pequeño. Ellos tienen conductas de apaciguamiento (una forma de decir por favor deme espacio), que en los perros se trata de lamidos de nariz, bostezos, evitar el contacto visual, levantar un miembro anterior, entre otros. Los gatos son más evidentes y prefieren huir y esconderse. El problema es que la gran mayoría de personas no entendemos estas señales y cuando presionamos a estos peludos buscando que interactúe con nosotros pueden que reaccionen de formar brusca y defensiva, de manera agresiva”, aclara el médico veterinario Juan Camilo González.
Hay que entender que a muchos peludos, al igual que a nosotros, no les gusta que personas extrañas los toquen, abracen o acerquen sus caras a la nuestra. “Por eso es fundamental respetar siempre sus espacios personales, especialmente si están comiendo, durmiendo o jugando con su juguete”, comenta González.
De ahí que por más de que nos llevemos bien con los animales en general, a la hora de acercarnos a uno que no conocemos es mejor preguntarle a su propietario o cuidador si a él o ella le gusta que lo acaricien. “Un propietario responsable debe conocer qué le gusta y qué no le gusta a su peludo y debe ser franco en su respuesta”, enfatiza el veterinario experto en etología.
Si ya pasó por esa mala experiencia, hay formas de reconciliarse con las mascotas (ver recuadro).
Es clave acercarse poco a poco
Según los dos especialistas, si se trata de un niño, la actitud de los adultos es fundamental: si este se siente temeroso le transmite eso tanto al pequeño como a la mascota.
“Lo que hay que hacer es transmitirle seguridad con gestos y palabras, no obligarlo a acercarse ni evitar la cercanía si hay algún animal por ahí”, dice la sicóloga Claudia Jiménez Chacón.
* El acercamiento debe ser gradual e ir lentamente; sin forzar al pequeño, hasta lograr que se acerque nuevamente con tranquilidad.
* Hay que empezar viendo de lejos al animal para que el niño vea cómo se comporta. Se le puede hablar, para darle seguridad sobre lo que hace y lo amigable que es ese perro o gato.
* Luego se pueden ir acercando, solo para que lo mire sin tocarlo.
* Si ya son mayores de 8 o 10 años, se les puede manejar más el razonamiento lógico, el por qué las mascotas no son agresivas, o qué pasa si las molestas mucho. “Lo que le digamos no le quita el miedo, pero puede entenderlo y manejarlo”, agrega.
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