¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Eco fecundo

Umberto Eco, ensayista y novelista, curioso por las sociedades secretas y las conspiraciones.

HERIBERTO FIORILLO
A mediados de los setenta, las facultades de Periodismo empezaron a transformarse en otras de Comunicación Social, gracias de algún modo a la llegada de la semiótica, que permitía, por primera vez, analizar en la universidad los mensajes transmitidos por los medios masivos de información, más allá del objetivo tradicional de enseñar lenguajes y técnicas que serían utilizados por quienes manejaban esos mismos medios.
En el nuevo panorama intelectual de aquella década, los conceptos de Umberto Eco surgieron con fuerza inusitada desde el interior de obras como ‘Apocalípticos e integrados’, ‘La estructura ausente’ y ‘Tratado de semiótica’, junto a reflexiones importantes de otros pensadores, entre los que recuerdo a Ferdinand de Saussure, Alain Robbe-Grillet, Armand Mattelart, Jean Baudrillard, Eliseo Verón, Christian Metz y demás estructuralistas.
Una década después, de regreso al periodismo y la literatura, llegó a mis manos, gracias a un amigo cineasta, un ejemplar de la novela ‘El nombre de la rosa’, que leí entonces con devoción y me convirtió en lector también de ese otro Eco maravilloso, escritor de ficciones.
La semiología, sin duda, había iluminado la visión que, mezcla de empirismo y academia, teníamos nosotros del periodismo, el oficio más apasionante del mundo, pero fueron el dominio y la erudición de Umberto Eco en ambos campos, los del uso y el análisis de la comunicación, lo que más despertó nuestro interés en su obra en marcha.
Conocedor del lenguaje y virtuoso de la palabra, Eco nos deslumbró con su filosofía y nos encantó con su literatura. Ensayista y narrador, pasaba de la crítica metalingüística a la novela, con la propiedad y la soltura de un verdadero maestro. Se sentía cómodo, reinaba en todas las aguas de la escritura. ‘El péndulo de Foucault’, más ambicioso, denso y complejo que ‘La rosa’, no nos cautivó tanto, pero nos confirmó al Eco narrador, constructor de dramaturgia.
Curioso por las sociedades secretas, los complots y las conspiraciones, Umberto Eco fue un estudioso obsesivo y develador de ficciones, engaños, imposturas, manipulaciones, falsificaciones; de los mecanismos narrativos de los espías, de la magia, el carnaval y la mentira. “Mis fuentes –dijo– son históricas, porque la historia suele ser más novelesca que las novelas mismas”.
Sabio ejemplar, los eruditos modernos eran para él unos perdedores. “El físico que gana hoy el Premio Nobel no sabe nada de la historia de la literatura. El otro día le comenté a un prestigioso profesor de literatura francesa de una universidad de Estados Unidos que estábamos llegando a un ‘taylorismo’ de la cultura, es decir, que cada uno era capaz de hacer una sola cosa. Y me preguntó: ‘¿Qué es el ‘taylorismo’, Umberto? Pues eso mismo que le pasa a él, que no sabe casi nada de ninguna otra cosa que no sea lo suyo”.
La última obra de la fecunda carrera de Umberto Eco, como autor de novelas y ensayos de semiología, estética medieval o filosofía, fue ‘Número cero’, una mirada a la gran crisis del periodismo que se inició al llegar la televisión, una sátira ambientada en la Italia de 1992, cuando un empresario corrupto pone en marcha un periódico que no se publica y solo produce números cero, con el fin de amenazar y chantajear a los poderosos mediante esa información y conquistar sus espacios. Lo que el mismo Eco llamó “una máquina de fango”.
No obstante, es ‘Cómo se hace una tesis’ su libro más influyente y leído; una guía perseguida por los jóvenes, publicada también en los Estados Unidos y que sigue siendo muy útil en las universidades. “Ese será el único libro que me sobrevivirá”, dijo alguna vez con el más negro de sus humores.
HERIBERTO FIORILLO
HERIBERTO FIORILLO
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO