Hay unos criterios para planificar y trazar las vías para ciclas, de manera que respondan a las características del municipio o del área, pero también a los pedalistas.
En primer lugar está el tipo de usuario, pues no es lo mismo uno que se transporta en cicla cotidianamente para ir del trabajo a la casa (y que recorre de 3 a 8 kilómetros diarios), que quienes lo hacen por turismo (entre 40 y 80 kilómetros) de manera recreativa de 5 a 12 kilómetros) o incluso por deporte en carretera (de 50 a 120 kilómetros) o en montaña (entre 30 y 50 kilómetros).
Así, por ejemplo, en la vía a La Calera no habría que considerar solo a las personas que pedalean como medio principal de transporte, si no a los que suben como parte de su entrenamiento deportivo en la pendiente.
Entonces, los usuarios son definitivos, pues según el estudio “la infraestructura vial para este medio de transporte puede, y en ocasiones debe, ser utilizada por otras personas como peatones, patinadores, triciclos de carga, personas con silla de ruedas, o incluso vehículos motorizados destinados a la actividad agraria o al acceso a ciertas edificaciones. Incluso existe una variada gama de bicicletas (bicis eléctricas, con tráiler o remolque, etc.) que se traducen en distintos requerimientos de ancho, radios de giro, etc.”.
En segundo lugar, se deben tomar en cuenta las exigencias que los usuarios hacen en términos de qué tan separados deben o quieren estar con respecto al transporte motorizado y al peatonal, a la seguridad ciudadana, qué tan directa debe ser la ruta y el tipo de material de la superficie, entre otros aspectos.
Según la guía de Despacio y Gea 21, los que mayores exigencias tienen son los niños, adultos y personas mayores que se desplazan en bicicleta cotidianamente, y los que menos son los que hacen deporte en carretera.
Otro tema son los requisitos básicos que deben tener los ciclocorredores en términos de seguridad vial y ciudadana, la directividad (que los caminos sean más cortos), continuidad o coherencia para que los carriles no desaparezcan sin dar alternativas a los usuarios, la comodidad para evitar pendientes y ondulaciones que hagan difícil el pedaleo y la atractividad que depende del entorno visual para los ciclistas.
A la hora de planificar también es importante conocer el tipo de corredor, es decir, determinar si se está en una ciudad, un área rural, o una vía departamental, etc., y esto exige que las autoridades de las ciudades se pongan de acuerdo entre sí o entre los departamentos, para ver cómo se conectarán.
Por último, aunque lo ideal es tener ciclorrutas en la mayoría de vías, hay que considerar cuáles son las principales o de mayor demanda y a partir de ellas expandir la red, para garantizar la conectividad.
BOGOTÁ